La enfermera Angela Aston nos relata que una prolongada convalecencia ante el Covid-19, “Te hace sentir deprimida, ansiosa, porque crees que no va a acabar nunca”
Cuarenta horas después de haber atendido a su primer paciente de coronavirus, el 30 de marzo, Angela Aston regresó a casa con su familia y tenía tos. “¡Ay, tienes la garganta irritada!”, le dijo su esposo. De inmediato pensó que tal vez estaba infectada de Covid-19. Debido a su formación en enfermería, Aston, de 50 años, estaba segura de que sabría cómo manejar sus síntomas, así que se encerró en su recámara para hacer su cuarentena y descansar.
Para el día 50 de su enfermedad, esa certeza se había esfumado por completo. A finales de mayo, todavía sufría fiebre y fatiga a diario. Cada noche se iba a la cama preocupada por la posibilidad de que su respiración se deteriorara de repente.
Algo que resultó especialmente difícil fue explicarles a sus colegas, amigos y familia que seguía enferma después de ocho semanas.
“Sentía este estigma, como ‘tengo esto que nadie quiere cerca’”, comentó Aston. “Te hace sentir deprimida, ansiosa porque crees que no va a acabar nunca.
Algunas personas le preguntaban a mi esposo: ‘¿Todavía no ha mejorado?’. Empiezan a pensar que estás inventando todo”.
Aston halló cierto consuelo psicológico en un grupo en línea, fundado por la organización dedicada al bienestar Body Politic, donde más de 7000 personas comparten sus experiencias como enfermos “de largo plazo” de Covid-19, aquellos que han padecido la enfermedad durante varios meses.
Además de hablar acerca de sus síntomas físicos, muchos miembros del grupo de apoyo han externado cómo se ha deteriorado su salud mental debido a la enfermedad.
Decenas escribieron que los meses que llevan enfermos han contribuido a que experimenten ansiedad y depresión, exacerbadas por las dificultades para conseguir acceso a servicios médicos y la interrupción en sus rutinas laborales, sociales y de ejercicio físico.
Al principio de la pandemia, un mito persistente entre los pacientes y algunas autoridades de salud era la idea de que la Covid-19 era una enfermedad corta. Apenas hace unos meses comenzó a ponerse más atención a quienes la han padecido durante mucho tiempo.
En grupos de apoyo en línea como Body Politic y Survivor Corps, los enfermos han realizado encuestas y reportes informales para estudiar el curso de su enfermedad.
Natalie Lambert, investigadora de la salud en la Escuela de Medicina de la Universidad de Indiana, hizo hace poco una encuesta en la que participaron más de 1500 enfermos de enfermedad prolongada través de la página de Facebook de Survivor Corps y descubrió varios síntomas psicológicos en común. Observó que la ansiedad ocupa el octavo lugar entre los síntomas más comunes de los pacientes que han sufrido una enfermedad prolongada, al ser mencionada por más de 700 participantes. La dificultad para concentrarse también fue uno de los síntomas más comunes, y más de 400 dijeron sentir “tristeza”.
Teodor Postolache, psiquiatra de la Escuela de Medicina de la Universidad de Maryland, calcula que entre un tercio y la mitad de los pacientes de Covid-19 experimentan algún tipo de problema de salud mental como ansiedad, depresión, fatiga o patrones anormales de sueño.
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