Las salas de cine proliferaron en Caracas, ir al cine era ir al espacio público, a ver y dejarse ver, comentar la película, tener un romance en la oscuridad, dialogar, reírse y llorar. Recordemos a la Caracas de película
En la Caracas de película, habían en esos cines de aquellos tiempos, varias funciones. Las películas se censuraban A o B. En afiches grandes o medianos se podían ver y leer parte de la trama del film, y sus protagonistas.
Inmerso en esos cambios capitalinos, algunos para bien otros para mal, encontramos el fallecimiento de los cines, específicamente me refiero a los cines de sala única que con el transcurrir del tiempo, y por ese afán de no querer dejar historia, esos locales fueron convertidos en talleres mecánicos grandes tiendas, colegios, salones para congregaciones, centros comerciales o simplemente se convirtieron en ruinas.

Hagamos memoria. En aquella amable y hospitalaria Caracas las salas cinematográficas contaban con varias funciones, en las cuales se destacaban las de Vespertina (5:15 p.m.), Intermediaria (7:15 p.m.) y Noche (9:15 p.m.) cuya función finalizaba alrededor de las 11 de la noche.

Existían otras funciones más temprano especialmente los días domingo, en donde estaban “Vermouth” a las 11:00 am, “Matinée” a las 03:00 pm.

Estos eran horarios escogidos de preferencia para los niños y jóvenes que no debían entrar a ver películas con censura no apta para ellos.

Las películas, en aquel entonces, se censuraban A o B, muy rara vez la C. En afiches grandes o medianos se podían ver y leer parte de la trama del film, y los nombres de quienes actuaban en ella.
En la taquilla, para adquirir el boleto y poder entrar a la sala cinematográfica, se distinguía con una de las letras, la censura a que había sido sometida la película por las autoridades correspondientes.




Por lo general, estas salas cine-teatros ofrecían dos opciones a los espectadores: Balcón y Patio. La entrada al Balcón era más económica casi en un 50% en relación con la vista desde el patio.

Cuanta añoranza por la ausencia de cines estarán sufriendo los enamorados. ¿Cuantos noviazgos y matrimonios no salieron del interior de sus salas? ¿Cuantos secretos de amores no quedaron en sus butacas?

Y en ese aspecto imposible olvidar los autocines en la Caracas de película. En los que podíamos quedarnos sentados en los vehículos, colgando una pequeña corneta en el vidrio de la ventana de la puerta del conductor. O podíamos instalarnos en un cómodo espacio, casi al aire libre a disfrutar la película, tomar y comer. Hubo autocines en la avenida Andrés Bello, Los Chaguaramos, Los Ruices y El Cafetal, subiendo hacia Los Naranjos.

Una vez que se establecieron en Caracas las salas de cine se comenzó a ver lo que venía del exterior. Antes que comenzara la película anunciada, había lo que llamaban vidrios, que no era otra cosa que anuncios comerciales.


Luego venía la promoción de los estrenos que estaban por llegar. Era la manera de atrapar espectadores que estaban en la sala. Y más o menos se escuchaba la voz de un locutor diciendo: del exitoso director fulano de tal la película que le conmoverá, “La mujer del puerto”, drama que cuenta la historia de una mujer que tuvo que vender su cuerpo. Añadiendo el locutor, “Pronto en esta sala”.

Los sectores más populares de Caracas tuvieron sus salas de cine. Aún quedan algunos restos de esa ciudad repleta de cultura y pueblo.


El cine que conocimos se ha ido pero las vivencias quedaron en los corazones de viejos y jóvenes caraqueños, que sintieron afecto por esa persona que los acompañó varias veces frente a la pantalla luminosa que alguna vez existió en la Caracas ahora invisible.
Tomado de CARACAS CUÉNTAME
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