(Continuación)
Por: José Chachati Ata
En los soportes documentales geohistóricos que se manejan a favor de Venezuela, se les suma un hecho ocurrido en fecha similar a la de esta semana, en la que el 13 de febrero de 1544, Francisco de Orellana firmó la capitulación para llevar a cabo la conquista pacífica correspondiente al territorio de Nueva Andalucía, cuyo espacio geográfico se correlaciona hoy en día a la zona oriental venezolana, ocupada por los Estados Bolívar, Delta Amacuro, Sucre, Anzoátegui, Monagas y la zona norte del Territorio Esequibo, hecho que fue enmarcado en el año de 1568 con el título de Provincia; pero sin ir muy lejos de la actualidad, en la misma fecha del año 2017, contradiciendo lo establecido en el Artículo V del Acuerdo de Ginebra de 1966, el Gobierno de Guyana habiéndole otorgado la concesión a la empresa minera canadiense Goldfields, se anunció públicamente de parte de esta, que aumentaría su presencia en el espacio geográfico continental del Esequibo, a propósito de incrementar sus actividades productoras en aras de alcanzar un promedio de 210.000 onzas de oro, hecho que se llevó a cabo, y que hoy en día es manejada dicha actividad mediante la presencia y mano de obra de China.
Y en el presente, mientras que la Nación venezolana celebraba el 14 de febrero del 2022 el día de San Valentín, recordado como el día del amor y de la amistad, el Gobierno de Guyana anunció ese mismo día que destinaría de su presupuesto anual US $ 3.158.000,00, concernientes al pago de los honorarios profesionales en materia legal de los jueces de la Corte Internacional de Justicia, recordando que para el 8 de marzo de 2022, le corresponde al Gobierno de Guyana presentar su Memoria ante la Corte Internacional de Justicia, cuyo contenido va referido a los alegatos que deben sustentar su demanda contra Venezuela para dirimir la validez del Laudo Arbitral de París de 1899, información obtenida del Informe de Gestión de la Corte de la Haya AGO2020 – JUL2021 presentado ante la Organización de las Naciones Unidas.
Habiendo logrado manipuladamente por la vía diplomática desde el 23 de diciembre del año 2014, que el Gobierno de Guyana alcanzase su objetivo: ante el Secretario General de las Naciones Unidas, de elevar la controversia territorial con Venezuela a una instancia judicial internacional, debemos recordar que una vez declarada abiertamente su competencia jurídica sobre la solicitud realizada por el citado Gobierno vecino, la Corte Internacional de Justicia inició el proceso para que cada una de las partes presentase sus fundamentos en similares fechas separadas por un año, es decir, que al Gobierno de Venezuela, de querer presentar su contra Memoria, sería para el 8 de marzo del año 2023. El proceso avanza y el Estado venezolano aguarda hoy en día en un marco de observación, evaluación y elevada prudencia, sin olvidar que la Corte de La Haya se inclinó por mayoría a establecer su competencia, pero no ha generado ninguna medida cautelar en cuanto a las actividades económicas que el Gobierno de Guyana continúa desenfrenadamente ejecutando mediante concesiones otorgadas a través de empresas trasnacionales en los espacios acuáticos del Océano Atlántico y en el espacio continental del Territorio en reclamación, dándole la espalda al Acuerdo de Ginebra de 1966, en el que dicho organismo jurídico muy convenientemente manifestó que no se involucraría en su participación jurídica sobre las acciones posteriores a la firma del citado Acuerdo, y así se espera que Venezuela acuda abiertamente
a dicho proceso judicial.
Debemos recordar que la figura de los Buenos Oficios, mecanismo acordado bilateralmente entre Guyana y Venezuela ante el Secretario General de la O.N.U., no se encontraba originalmente establecido en las formas de acción al momento de la Firma del Acuerdo de Ginebra de 1966, y a pesar de existir diferentes esfuerzos diplomáticos establecidos para dirimir el reclamo venezolano, estos fueron obviados, saltando a la instancia judicial ante la Corte Internacional de Justicia por decisión unilateral del Secretario General de la O.N.U.; en este contexto, fue que mediante una nota de prensa emitida por la Cancillería guyanesa, se exhibió ante la opinión pública internacional, que el mecanismo de los Buenos Oficios no había dado los resultados esperados, siendo declarado que: “…han pasado más de veinte años desde el proceso de los Buenos Oficios. Si en dos décadas no se tiene el progreso que quieres ver, hay que revisar otras opciones”.
Ahora bien, la diplomacia guyanesa estuvo enmarcada como lo he manifestado y aún lo sostengo hoy en día, en el comportamiento tendiente a la de un Estado profundo, mediante la manifestación de grises discursos que ocultan realidades bien conocidas en el entorno de muchos venezolanos sobre hechos internos que afronta ese Gobierno, el Gobierno de Guyana como buena estrategia ha intentado desviar la atención sobre dichas realidades, ha movido colateral y escalonadamente sus piezas como la que se manejó en el año 2016 durante la trigésimo séptima cumbre de Jefes de Estado de la Comunidad del Caribe (Caricom), en la que se manifestó que el Gobierno de ese país confiaba plenamente en que el Secretario General de las Naciones Unidas, Ban Ki-moon, presentase un plan de acción que le permitiese al Gobierno vecino alcanzar una solución jurídica a la disputa fronteriza que mantiene con Venezuela, de manera que ello se presente antes que dicho funcionario hiciese entrega de su cargo; así mismo, en el mes de septiembre de ese mismo año, el Gobierno de Guyana continuó con su agresión contra Venezuela a través de su Presidente David Granger, en el que acusó abierta y osadamente a esta Nación ante la Asamblea General de la Organización de las Naciones Unidas, de buscar bloquearle todos los posibles intentos para alcanzar la solución al litigio territorial sobre el espacio geográfico integral del Esequibo.
Adicionalmente, el Presidente de Guyana agregó en ese entonces, que de intensificarse las agresiones de Venezuela contra su país, estas constituían una amenaza a la existencia de su gentilicio como nación independiente, así como, estas conformaban “una vuelta escandalosa de la enfermedad de los conquistadores que una vez plagó su propia historia”; y desde ese entonces agregó, que Guyana estaba lista para que la Corte Internacional de Justicia determinase el tema en cuestión. Una fabulosa estrategia que había sido tejida con la certeza del caso a su favor en confabulación ineludible, que se había cocido
bajo la mesa con actores de primera línea, mientras que se buscaba opacar la imagen de Venezuela, victimizándose como siempre lo ha hecho el Gobierno de ese país como parte de su política exterior.
Realmente, la sumatoria de lo presentado no constituye hoy en día sorpresa alguna para los venezolanos, dado que claramente la exteriorización de dicha actitud guyanesa ha ocurrido repetidamente en el tiempo, y ya se venía preparando el tablero estratégico orientado a diversas jugadas de baja calaña y engaño, en el que como parte de la política exterior guyanesa, esta ha manejado su poder táctico ante Venezuela, neutralizando su pretensión sobre la recuperación del espacio geográfico integral del Esequibo, mediante el ensombrecimiento de la imagen de nuestro gentilicio ante la comunidad internacional, aunado a que se ha involucrado a terceros actores y organismos como pilares fundamentales de sus intenciones, como lo ha sido el Secretario General de la Organización de las Naciones Unidas y la Corte Internacional de Justicia, mientras que ha concedido ilegítimas concesiones a empresas trasnacionales para la explotación de los recursos allí existentes que son pertenencia como parte del sentido de exclusividad de todos los venezolanos, generando una mescolanza entre la diplomacia cañonera a costillas de otros países y la obtención de un beneficio unilateral con la anuencia y el silencio de otras naciones.
El asunto es que la geometría en apariencia, luce hoy en día sobre este tema bajo la forma de un embudo, en el que la parte ancha de dicha asechanza calculada bajo la figura señalada, ha sido para el uso y goce de Guyana, y la angosta para Venezuela, por lo que si se intentase establecer una correlación racional, imbuida con una lógica adecuada y ajustada a los siete ámbitos del Interés Nacional, en el que el sentido de integridad territorial como uno de los soportes fundamentales de la Defensa Integral de la Nación consagrado en la Carta Magna de la República, y dinamizados todos estos factores con la visión venezolana que apunta a que “el sol de Venezuela nace en el Esequibo”, se daría cuenta el gentilicio nacional que nos encontramos en un laberinto de incertidumbres ante la falta de acción y de información, hecho que debe llamar la atención una vez más sobre la actuación que se ha generado por parte del Estado venezolano, en el que han habido indiscutibles aciertos, pero también sensibles errores que aun el tiempo permite atender y corregir.
Es verdad que el silencio es un acto prudencial, que a veces luce muy oportuno, pero ante la realidad que se observa hoy en día sobre la actuación del Gobierno de Guyana contra Venezuela de manera continua y
tergiversada, debe recordarse que también en el Derecho Internacional, “Quien Calla, Otorga”.
Por: C/A (r) Dr. José Chachati Ata
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Esequibo en recuperación??? No me hagan reír.