Gledys Ibarra: “Ser actriz es un viaje maravilloso”

Por Katty Salerno

Gledys Ibarra (Caracas, 1959) sigue en la pelea. Los casi dos mil años de tradición del teatro inglés son la fuente de la que hoy bebe la intérprete de Eloína Rangel, de la telenovela Por estas calles, personaje que marcó un antes y un después en su carrera. El “viaje maravilloso” como actriz que comenzó a los 13 años, cuando vivía con sus tíos en el barrio El Amparo, en Catia, continúa en Kent, a unos 100 kilómetros de Londres, en el sureste de Inglaterra.

Por estos días se encuentra en España, donde está culminando la gira de la obra teatral El cuaderno de Pitágoras, escrita y dirigida por Carolina África. El fin de semana pasado se presentaron en Vitoria (País Vasco) y el próximo lo harán en Palma (Mallorca), donde cerrarán la temporada. Un éxito de crítica y público por el que ha recibido elogios. «Gledys Ibarra vence y convence en el papel de una mujer vitalista, zarandeada por los cuatro vientos», dijo de ella Javier Vallejo, crítico teatral del periódico madrileño El País.

En la vida real Gledys Ibarra también ha recibido zarandeada, pero de eso prefiere no hablar o lo hace solo si es necesario. Cuando murió su hija mayor, en 2018, apenas escribió en su cuenta en Instagram: “Justo cuando la oruga pensó que su vida terminaba, comenzó a volar… Dedico esto a la memoria de mi amada hija Sugar y a su vuelo eterno”. El 21 de julio de 2020 sorprendió con un video donde contó hechos dolorosos de su infancia que siempre guardó por considerar que los problemas familiares deben quedar dentro de ese ámbito.

Hasta ese día, nadie supo del dolor que había detrás de sus bellísimos ojos verdes y tez morena, de su rostro, uno de los más hermosos que hemos visto en la televisión, el cine y el teatro venezolano. Son innumerable los personajes que ha encarnado después del de Nancy, con el que debutó en 1985 en la telenovela Cristal, y por los que también ha sido laureada.

Entre otros, ha sido reconocida con el Meridiano de Oro como actriz revelación del año (1992); como mejor actriz de reparto (1995) en el Festival Internacional de Cine de Tokio, por su papel en la película Sicario; y como mejor intérprete del año (2018) por su actuación en la obra teatral La tortuga de Darwin, con el Latin UK Awards, el único en Europa que celebra el impacto de la música, la danza, las artes y el deporte de Hispanoamérica en el mundo.

Vídeo cortesía Onda La Superestación

Con el Teatro Cervantes de Londres ha participado en los montajes de Yerma y Bodas de sangre, de Federico García Lorca, y de La tortuga de Darwin, del reconocido dramaturgo español Juan Mayorga. De esta etapa en Inglaterra también destaca su proyecto The Latin Stage, con el que busca impulsar al talento latino en Reino Unido.

Hay una pregunta que hago a todos mis entrevistados y que normalmente es muy sencilla de responder, pero puede que a ti no te resulte tan fácil. ¿Cuándo y dónde naciste y te criaste?

Nací en Caracas el 19 de noviembre de 1959 y me crie en el barrio El Amparo, en Catia.

Mi comentario anterior tiene que ver con esos hechos tristes que viviste en tu infancia y que decidiste hacer del conocimiento público en un video que colgaste en tu cuenta en Instagram. ¿Todo en tu infancia fue triste?

A mí me gusta más hablar de los momentos lindos de mi infancia, los que mis tías y mis tíos me brindaron. Mi primer contacto con la actuación lo tuve a través de un personaje de juegos con el que recibí los primeros aplausos, que fueron de mis tíos. Las caminatas con ellos hacia la subida de El Junquito agarrando chicharras de los árboles. Me hacían como una especie de buqué con las chicharras que revoloteaban sobre mi cabeza.   

Yo quiero quedarme es con esa experiencia, la de esa alegría que recibí de ellos en mi casa, donde yo me crie. La alegría de los regalos improvisados que me hacían mis tías y mis tíos, los juegos que hacíamos en los que yo me ponía pañuelos y pelucas en la cabeza para actuar frente a ellos.  Esos son los recuerdos que me gusta compartir.

Quienes no te conocemos personalmente te vemos como una mujer alegre, amorosa, sensible, solidaria, luchadora, que no muestra ni siquiera cicatrices de esas heridas.

Sí, yo soy una mujer solidaria, luchadora, sensible y amorosa, esas son características que me definen, como dices, y son cualidades que me gusta tener. Pero eso no quiere decir que no haya un lado oscuro, todos tenemos un lado oscuro. De esas características que mencionas la que más me gusta es la de luchadora, porque a medida que ha ido pasando el tiempo he seguido luchando por procurar ser un poco mejor cada día. Y si lo logras, con seguridad al final de cada día vas a estar un poquito más satisfecha con tu vida.  

¿Has sabido maquillar esas cicatrices?

Todos debemos hacerlo, y no me refiero a maquillarlas, sino a curarlas. El maquillaje es una cosa sumamente superficial que en algún momento se cae. No se trata de maquillar. Yo creo que realmente la tarea ardua es la de sanar las heridas. Las cicatrices van a quedar, siempre van a estar ahí como una marca, como una referencia del aprendizaje, para poder ver hacia atrás y desde allí mirar hacia adelante y saber de qué manera vas a pisar.

¿Cómo te sientes en Inglaterra?

Me siento muy bien, es un país que me gusta. Vivo en Kent, un lugar que me enseñó una manera distinta de vida. Me gusta la vida tranquila, a pesar de que cuando estoy en actividades que tienen que ver con mi carrera ya la cosa no es tan apacible, porque generalmente esto tiene una dinámica diferente. Pero mientras estoy en casa regando mis plantas, pintando o cocinando, que son cosas que me gusta mucho hacer, me encanta, soy muy feliz.

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¿También pintas?

Yo tengo como 15 años, quizá más, jugando con las pinturas y los pinceles. Es algo que aaamo hacer y que no creo que deje a un lado porque me gusta demasiado. Me gusta pintar al óleo y al acrílico, pero básicamente me gusta trabajar la acuarela porque es, tal como lo pongo en las etiquetas de mis redes sociales, como jugar con agua. Es decir, llenas una página de agua y después vas poniendo pigmentos y van apareciendo, mágicamente, cosas ante tus ojos. Yo creo que eso no me lo voy a perder nunca más mientras tenga posibilidades de hacerlo.

¿Qué estás haciendo en este momento, profesionalmente hablando?

En este momento estoy en Madrid terminando una gran temporada con el Centro Dramático Nacional con una pieza que ha sido la número uno en las carteleras, con excelente crítica, con entradas agotadas en todas las funciones, que es El cuaderno de Pitágoras, de Carolina África, dirigida por ella también. Tuve la suerte, la maravillosa oportunidad, el privilegio enorme de que Carolina me haya invitado a hacer un personaje hermosísimo, Angélica, en esta pieza. En estos momentos justamente estamos culminando la gira. Este fin de semana vamos a Vitoria (País vasco) y la semana que viene cerramos la temporada en Palma, Mallorca.      

https://www.instagram.com/p/Ca6_mMGq-np/

La semana pasada escribiste en tu cuenta en Instagram: “¡Buenas noticias rodandooo, aunque sin contar los pollos antes de nacer!” ¿Qué noticias son esas, nos puedes adelantar algo?

¡Nooo, no puedo adelantar nada porque justamente no me gusta contar los pollos antes de nacer! (Risas). Pero el solo hecho de estar en la pelea, por decirlo de alguna manera, en una pelea buena por lograr un personaje, es siempre una buena noticia.

En 2012, ante la situación del país, te fuiste a Miami buscando nuevas oportunidades, pero regresaste porque descubriste que no podías estar lejos de Venezuela. Ahora llevas más de siete años viviendo en Inglaterra. ¿Qué hizo la diferencia? ¿El amor, quizá?

Son dos circunstancias totalmente distintas. Porque, en la primera, sencillamente te fuiste y estas bregando con las posibilidades que puede brindar ese lugar. Otra cosa es que vayas con un objetivo de matrimonio, de una vida en pareja. Por supuesto que eso hizo la diferencia. 

¿Qué te enamoró de Martin, como para que decidieras volver a casarte?

Yo creo que la tranquilidad del momento distinto de la vida. Habrá gente que tenga un concepto diferente y pensará que se ama igual a los 18 que a los 50 años, yo no. Pero, antes que todo, lo que me llevó a decidir casarme fue que él me pidiera matrimonio (risas). La verdad es que no me lo esperaba. Pero me lo pidió y eso me pareció muy chévere y el amor me daba como para decir que sí. 

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¿Por qué te hiciste actriz?

No sé por qué me hice actriz. Eso es una cosa que tienes ahí, dentro de ti. Es como una llama que se tiene por dentro y que la descubres un buen día y, sencillamente, no te queda más remedio que seguir ese fervor que sientes. Creo que me hice actriz porque de no haber sido lo que era, hubiera sido muy infeliz. Hice sencillamente lo que tenía que hacer, porque es lo que soy.  

¿Y qué es lo que te ha hecho más feliz de ser actriz?

El tránsito. No hay una cosa específica que me haga feliz de ser actriz. Todo el tránsito, todo el camino, este largo camino. Yo debuté a los 13 años con la obra El mito Tamanaco, dirigida por Gustavo Rodríguez, en el Colegio Universitario de Caracas. Mi tía Gladys me llevó a un casting y me seleccionaron para el papel. Y desde ese momento hasta este en el que estoy, no he parado. Yo creo que el camino es lo que me ha hecho feliz. Ser actriz es un privilegio. Ser actriz es un viaje maravilloso.  

¿Dónde te formaste como actriz?

Con toda persona con quien he tenido la oportunidad de prepararme, no lo he pensado dos veces y lo he hecho.  Aún en este momento sigo estudiando. Últimamente he tomado talleres de Meisner, una técnica actoral que me gusta mucho. Cada vez que encuentro un curso o taller, si puedo, lo hago.

En Venezuela estudié con grandes profesionales de la actuación. Con Rafael Rodríguez, Rars. En la Academia de Ciencias y Artes Cinematográficas de Venezuela (ACACV), donde daban clases figuras como Amalia Pérez Díaz. Con Enrique Porte y su Taller del Actor; en la Escuela Nacional de Artes Escénicas César Rengifo, en la New York Film Academy (considerada la mejor universidad práctica de artes visuales y escénicas del mundo). Estudié con el maestro Juan Carlos Gené y con Héctor Manrique, en el Grupo Actoral 80.  Eso por citar solo algunos.

Volviendo a ese mensaje que escribiste en Instagram, me llama la atención que, siendo actriz, asumas tu edad y tus arrugas sin ningún problema. ¿Es solo una actitud tuya o es que ha habido cambios en la industria del espectáculo y ya se acepta que la gente madura no tiene por qué dejar de actuar?

https://www.instagram.com/p/Ca_-9_KuME4/

Una actriz tiene posibilidades de trabajar hasta el último día de su vida. ¿Qué es lo que interpretamos los actores? La esencia humana. Si yo tengo 60 años, voy a interpretar a un personaje que esté cercano a mi edad. Cuando tienes 20, interpretas personajes que están acorde a tu edad. No es que es una actitud mía, es que el paso del tiempo es innegable. Los personajes también tienen una vida que requiere un actor según esa vida que está en blanco y negro en un papel. Entonces creo que es una combinación, pues, de ambos factores.

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