Una investigación indica que cuanto mayores somos mayor es nuestra capacidad para seguir una ruta que nos conduzca a la felicidad
Edad para ser feliz. Lo que dicen los estudios.
¿Somos más felices cuando envejecemos?
¿O vivimos tal plenitud de satisfacción en la adolescencia? ¿No será, en cambio, en la madurez?
Cada quien en sus años
Cuando somos adolescentes vislumbramos nuestra vida de adultos. Pensamos en la mayoría de edad como el tiempo en que podemos tomar nuestras propias decisiones y tener independencia.
Con la treintena la edad pasa a segundo plano ante las preocupaciones laborales o integrar una familia.
En la llamada crisis de los cuarenta experimentamos cierta crisis vital.
Y a partir de la cincuentena nuestro pensamiento se ubica en la antesala de la jubilación.
Es la edad del declive hormonal, tanto en hombres como en mujeres.
Después de eso, con suerte disfrutaremos de algunas décadas más de vida en relativa salud.
Estudios y resultados
Veamos qué dicen los estudios sobre la edad y la felicidad, aclarando que son variadas las conclusiones.
De acuerdo con la consultora Gallup, hace años se afirmaba que la felicidad llegaba con el medio siglo de edad.
El aserto se desprendió de averiguar entre las personas tanto su nivel de satisfacción como de preocupación, ira o tristeza.
Los resultados tendrían forma de «U»: en la mayoría de edad nos sentimos bien en una burbuja adolescente con percepción de riesgo.
Ese bienestar se reduce con la madurez y las nuevas responsabilidades.
Edad para ser feliz: mejores y peores momentos
En la cincuentena se recupera el índice de satisfacción, superando a los 85 años el de la adolescencia.
Un análisis, en más de medio millón de personas de 132 países, estima que que el peor momento vital se sitúa a los 47 años.
Un coctel de situaciones propicia dicha situación: divorcios, problemas laborales y cuidado de mayores e hijos adolescentes, entre otros elementos.
El trabajo de la reconocida psicóloga estadounidense Laura Carstensen indica que cuanto mayores somos mayor es nuestra capacidad para seguir una ruta que nos conduzca a la felicidad.
La investigadora del Centro de Longevidad de la Universidad de Stanford dice que la orientación se ha visto relejada durante la pandemia de covid-19, con las personas de la tercera edad sobrellevándola de mejor manera.
Esto a pesar de que el coronavirus afecta más a los mayores.
Edad para ser feliz: mirar lo bueno
Y es que mientras la edad es más avanzada se mira el lado bueno de la vida, se recuerda lo positivo y se le da relevancia a lo verdaderamente importante.
Esto no implica que personas mayores, debido a su frágil salud, hayan sufrido el impacto del mal.
Carstensen argumenta otra razón para la felicidad de los viejos: el apoyo social.
Y es que las personas mayores refuerzan sus relaciones sociales, algo a lo cual contribuye el tiempo disponible.
Ese es otro de los fundamentos para la concepción de las denominadas Zonas Azules. Son las áreas del mundo donde la esperanza de vida es más larga.
En estas sociedades se vive en comunidad, fuera del aislamiento de la vida moderna y los horarios incompatibles con la vida en familia y las amistades.
La especialista insiste en el apoyo social necesario para el envejecimiento.
Otra visión del asunto
Sin embargo, otro escenario encontramos en experiencias como las recabadas por la Encuesta de Condiciones de Vida del Instituto Nacional de Estadística de España.
Son los más jóvenes los que más a menudo se han sentido felices, afirma.
La edición de 2018 revela que superan el 80% entre los 16 y los 34 años de edad. Mientras, en relación con la satisfacción vital, los mayores de 65 años puntúan más bajo.
Esa tendencia «endémica» revela que dicha sociedad no está aún preparada para facilitar un entorno plenamente satisfactorio a una población cada vez más envejecida.
Se pueden prevenir, sin embargo, las enfermedades asociadas al envejecimiento e intervenir en la funcionalidad.
Así se garantiza un envejecimiento saludable y. cómo no, al mismo tiempo feliz.
Tomado de El Confidencial, Nmas.
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