Venezuela: Rumbo a la recuperación del Esequibo, XII Fase – Centésima vigésima octava entrega

(Continuación)

Por: José Chachati Ata

El pasado mes de mayo, recién culminado, ha sido una época de remembranza por la ocurrencia de eventos muy significativos, violatorios, y hasta irónicos sobre el manejo del litigio territorial que mantiene Venezuela con Guyana, respecto al Territorio despojado en el Esequibo desde la nefasta sentencia del Laudo Arbitral de París de 1899, dado que en el año de 1836, fue precisamente Gran Bretaña quien le solicitó a Venezuela la colocación de un faro en Punta Barima, acción que ineludiblemente reconocía la soberanía venezolana en ese territorio, siendo ello plasmado en la carta enviada por Sir Robert Porter a José Gallegos; ahora bien, más de un siglo después, en 1964, sin haberse otorgado aun la independencia a Guyana, siendo esta última solicitud de independización apoyada por Venezuela ante la Organización de las Naciones Unidas, un grupo de afro guayaneses atacaron a otro grupo de indo guayaneses, masacrando a éstos e incendiando sus casas en la región de Wismar, y el señor Forbes Burham, como Primer Ministro, manifestó su satisfacción al haberse realizado una limpieza étnica en la zona.

También en mayo de 1.966, se declaró la independencia de Guyana, y dicho país se adhirió a la Commonwealth, siendo reconocido ello por el Gobierno de Venezuela, dejando en claro que dicho reconocimiento va desde la margen derecha del Río Esequibo hasta el límite con Surinam; prácticamente cincuenta y un años después (mayo de 2017), un grupo de expertos en materia petrolera de los Estados Unidos de América, manifestaron su plena confianza en que la Organización de las Naciones Unidas llevaría el caso del Esequibo a la Corte Internacional de Justicia, siendo aportado por la empresa Exxon Mobil quince millones de dólares al Gobierno de Guyana, para sufragar los gastos que se requerirían ante el citado organismo jurídico internacional. Una total y frontal manipulación que intentó inclinar la balanza decisoria de la Corte de La Haya en favor de Guyana, sin embargo, no todo lo que brilla parece ser oro como lo anticiparon algunos grupos económicos, y menos aún, en las circunstancias actuales en las que se ha estructurado un nuevo orden mundial, alterando las piezas estratégicas por los intereses de fuerza mayor que se mueven hoy en día, sumatoria de circunstancias que obligan a una prudencial actuación escalonada, y que deben propiciar un marco de cooperación engranado con carácter obligante a una reciprocidad mayúscula en favor de Venezuela.

He venido escribiendo en los últimos artículos, haciendo hincapié en el contexto dimensional que abarca la cooperación internacional y la reciprocidad como binomio que aglutina a estos dos factores que deben ir inseparables, entendiendo que la primera de las señaladas se corresponde con las posibles acciones tratadas y concertadas, combinadas y/o conjuntas entre los Gobiernos de los países, indistintamente si estos son del primero o del tercer mundo, con indiscutible capacidad soberana de abordar acciones en todos los campos necesarios que se afronten como limitación, reticencia o dificultad, y que estas puedan ser atendidas y solucionadas por otros que posean capacidad de respuesta, entendiendo que dicha cooperación no debe regirse necesariamente por reglas o condiciones establecidas en el ámbito internacional, sino por criterios aceptados principalmente entre las partes, y que no afecten por supuesto a terceros, porque el fin último es cubrir posibles vacíos de la contraparte y que permitan generar tendencias a soluciones, crecimiento o desarrollo; sin embargo, ello no se crea ni se facilita si no hay un compromiso de reciprocidad, entendiendo que ello abarca el mismo concepto de cooperación pero en sentido inverso. De allí la bidireccionalidad necesaria y balanceada de este campo, en el que confluyen
intereses de diversos tipos manejados en condiciones de total libertad por ambas partes.

A pesar de haberse abierto una puerta de posibilidades y alternativas en el ámbito de la cooperación, planteada por el Gobierno de los Estados Unidos con Venezuela a raíz del conflicto de Rusia con Ucrania, la coyuntura política se enmarca en un peldaño de trabas que tienden a dificultar la apertura hacia un
mayor acercamiento, y crear condiciones adecuadas para atender las peticiones que maneja en prioridad Venezuela; sin embargo, insisto en que indistintamente de las diferencias políticas entre ambos Gobiernos, Venezuela debe insistir por la vía diplomática en penetrar diversas ramas institucionales del
Gobierno norteamericano, no para pedir la cooperación, sino para exigir la corresponsabilidad que tiene éste no con el Gobierno de Venezuela, sino con todos los venezolanos de ayer, hoy y mañana, al haber formado parte del grupo de jueces que lesionaron la integridad territorial de todos los venezolanos desde la firma del Tratado de Washington con las consecuencias ya conocidas, y ello sin mencionar las corresponsabilidades de los Gobiernos británico y ruso, y con su cara lavada el Gobierno de Guyana, quien ha manifestado campantemente hace poco, al celebrarse los cincuenta y cinco años de la independencia de ese país, que mantiene la vía judicial a través de la demanda introducida en la Corte Internacional de Justicia, aspirando que sea validada la sentencia del Laudo Arbitral de París de 1899, y
todo ello por qué? Porque sencillamente no tienen pruebas fehacientes que ese territorio le pertenecía a Gran Bretaña.

Aunado a ello, han habido algunos escritos, incluso de venezolanos, que apuntan a que Venezuela debió comparecer ante la Corte Internacional de Justicia, lo cual considero un verdadero descalabro, puesto que ello pondría al país entre la espada y la pared, al tener que depender de una organización jurídica que admitió su competencia jurídica, desestimando lo establecido en el acuerdo de Ginebra de 1966, ÚNICO basamento jurídico que establece la búsqueda de buena fe por una solución práctica y satisfactoria para ambas partes, hecho que con la daga participativa de la Corte de La Haya, se estaría repitiendo la historia dejando en manos de un tercero, la decisión sobre una determinada solución en la que nuevamente Venezuela no participaría, sino que quedaría el resultado final sujeto a criterio de un grupo jurídico, tal como sucedió entre 1897 y 1899, en la que fuimos obligados a darle cumplimiento a una sentencia que colocó primero sobre el tapete, los intereses de otros países sin importar el daño que se nos estaba ocasionando. Y entonces, para qué se firmó el Acuerdo de Ginebra de 1966? Mayor procacidad, imposible.

Ahora bien, son varias las preguntas que me han hecho varios lectores, dado que requieren saber por qué si todo esto es conocido, el Gobierno de Venezuela no ha actuado con mayor fuerza diplomática, exigiendo la corresponsabilidad de los países involucrados con el daño que se le hizo al país, y con mayor fuerza en el campo operacional, evitando que se sigan explotando recursos energéticos y mineros que se encuentran en el espacio geográfico marítimo y continental respectivamente del Esequibo, amparados claramente en el artículo V del Acuerdo de Ginebra de 1966? Creo que la respuesta a esta incertidumbre le corresponde exponerla precisamente a quienes están manejando oficialmente el caso, pero, es importante que se le dé a conocer al gentilicio nacional una información real, cabal y actualizada. La información manejada detrás del telón, en opinión del suscrito, conlleva a muchas conjeturas y desviaciones enmarcadas principalmente en el campo geopolítico y geoeconómico, y ello en esta coyuntura actual, no es oportuno ni prudente.

Igualmente me preguntan otros lectores, si se evalúa la participación de un país aliado de Venezuela como lo ha sido Cuba, país que ha recibido muchísimo de Venezuela, pero que también le ha aportado algunas soluciones enmarcadas en la política actual venezolana, dentro de los planes de desarrollo y de la prestación de algunos servicios profesionales en diversos campos, cómo es posible que mantenga antes y en la actualidad una posición aliada con Guyana, cuando debería ser lo contrario?

Creo que es importante que el Gobierno venezolano atienda a todas estas interrogantes, y en mi opinión, considero que se requiere entender prioritariamente que en relación a la última cuestión incógnita, la prioridad sobre el tema del litigio territorial con Guyana sobre el Esequibo, no se sustenta fundamentalmente en la búsqueda de países aliados como parte de las relaciones políticas internacionales, ni en la manera de manejar las sanciones impuestas a Venezuela en diferentes campos, sino más bien en la medición de fuerzas de los países que tienen el peso necesario para penetrar el baricentro de la autopista jurídica, en la que se interconectan la participación del Secretario General de la Organización de las Naciones Unidas, los Estados Unidos de América como líderes de la OTAN y aliados directos con Gran Bretaña, triángulo participativo que reúne la fuerza necesaria con la presencia influyente del propio Gobierno norteamericano para generar incidencias ineludibles sobre la Corte
Internacional de Justicia, quien atiende de acuerdo a los pronunciamientos generados, respuestas a los intereses de los países más fuertes en el ámbito geopolítico, geoestratégico y geoeconómico. No hay peor ciego que quien no quiera ver.

Adicionalmente, la vía diplomática venezolana debe buscar los mecanismos para hacerle entender al Gobierno de los Estados Unidos de América, que lo requerido para elevar el tema a una activa y amplia política de cooperación internacional, estriba fundamentalmente en la necesidad de honrar una amplia deuda que trasciende la ética y la moral, contraída a lo largo de la historia venezolana mediante la comercialización confiable en el suministro petrolero, con la participación de Venezuela mediante el envío del crudo petrolero durante la segunda guerra mundial a favor de los países aliados, y en la historia pasada del siglo XIX, con la actuación de los jueces norteamericanos como parte de la nefasta sentencia del Laudo Arbitral de París de 1899, daño que permanece latente hoy en día, además de la extracción petrolera que realiza la Empresa Exxon Mobil en los espacios acuáticos del Esequibo, territorio que el triángulo participativo ya señalado en el párrafo anterior, sabe muy bien que ello le pertenece a Venezuela.

La coyuntura actual no es nada fácil para llegar a determinados acuerdos en el ámbito político, pero el tema del espacio geográfico integral del Esequibo, conforma un asunto que se consagra como punto de honor para el Estado venezolano, y así debe ser explicado al mundo, a los países, instituciones y organismos internacionales por la vía diplomática, dado que se requiere resquebrajar el statu quo actual, y avanzar más allá de una simple exclamación que no puede seguir enmarcada solo en palabras (porque estas se las lleva el viento), al manifestar que el “sol de Venezuela nace en el Esequibo”. Con toda
seguridad se puede avanzar mucho más allá.

Por: C/A (r) Dr. José Chachati Ata

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