Un antiguo pariente de las carracas modernas de color azul intenso se suma a nuestra comprensión de la paleta prehistórica de la naturaleza.
Hace unos 48 millones de años, un pajarito azul voló felizmente hasta que pasó sobre un lago que escupía gases tóxicos y murió. Los sedimentos lacustres sepultaron el cadáver del ave y preservaron exquisitamente las evidencias fósiles más antiguas de plumas azules halladas hasta la fecha.
Las plumas, descritas en un estudio publicado en Journal of the Royal Society Interface, pertenecieron a un ave extinta, la Eocoracias brachyptera, recuperada del yacimiento fosilífero de Messel, en Alemania. Este país de las maravillas de fósiles bien conservados se remonta al Eoceno, época que comenzó hace 56 millones de años y acabó hace 33,9 millones de años.
Los investigadores fueron capaces de deducir el color azul del E. brachyptera gracias a que pudieron compararla con sus parientes modernas, las carracas. Las diminutas estructuras conservadas en las plumas fosilizadas se parecen a las que aportan tonos azules o grises a las aves modernas, dependiendo de su disposición. Hasta donde sabemos, las plumas azules han sido bastante insólitas: de los 61 linajes de aves vivas, solo 10 tienen especies con la coloración más probable de la E. brachyptera.
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