Marisa Román valora su capacidad de empezar de nuevo como uno de los logros más importantes que ha alcanzado en la vida, aparte de sus éxitos como actriz. Y lo dice en un momento en el que, justamente, está comenzando nuevos proyectos, esta vez en México.

La reconocida actriz de televisión, teatro y cine dejó el país en el convulso año 2014, poco después de finalizar la telenovela De todas maneras rosas, la última que protagonizó en Venezuela. También, una de las últimas grandes producciones de la televisión venezolana antes de que la industria local del entretenimiento cayera en picada, como tantos otros sectores económicos de la nación.
«Vine a México por una temporada. Estoy explorando posibilidades de expansión profesional y creativa aquí. Este país me resulta fascinante desde todo punto de vista. Él y su gente han sido muy amorosos conmigo en los pocos meses que tengo de haber llegado», nos contó Marisa Román al aceptar responder para Curadas.com nuestra versión del conocido Cuestionario Proust.
—¿Qué estás haciendo en México exactamente?
—En este momento me encuentro desarrollando un proyecto audiovisual con dos amigos artistas a quienes admiro y respeto mucho. Estamos en fase de investigación y desarrollo del guion. Disfruto mucho la creación colectiva. Estoy investigando mucho y desarrollando varios proyectos creativos. Siento que estoy en tiempo de gestación, lo que me resulta muy emocionante, aunque, de a ratos, también es desconcertante. En medio del vacío, respiro y trabajo la confianza. La creatividad no es lineal en su desarrollo y acompañar el proceso puede ser muy desafiante.
—También estás escribiendo. ¿Qué nos puedes decir de esta faceta como escritora?
—Siempre he disfrutado escribir. Es una actividad creativa que me genera mucha alegría y que comencé a explorar en mi adolescencia. En aquel momento la actuación se volvió central en mi vida y continué escribiendo en privado. Al emigrar, disminuyó la frecuencia de mi trabajo como actriz y la escritura volvió a ganar fuerza y espacio en mi actividad artística, convirtiéndose en oxigeno creativo para mí en años recientes.
»Al retomarla sentí que necesitaba desarrollar técnica, así que en el 2017 empecé a estudiar escritura creativa de forma grupal en Buenos Aires. Luego de tres años de escribir guiada por Ariel Barchilón y Adrián Godfrild, los maestros que coordinaban el grupo, continuamos escribiendo de forma sostenida con mis compañeros del taller. Como resultado de esos encuentros surgió A dos pasos de estar cerca, una antología de relatos cortos que es primera publicación de este colectivo. Actualmente me encuentro escribiendo mi primera novela, una historia de ficción inspirada en el proceso de descomposición que Venezuela ha vivido como país las últimas dos décadas».
Al dejar Venezuela, Marisa Román se fue a vivir a Argentina, de donde son sus padres, aunque fue en nuestro país donde nacieron sus cinco hijos, todos dedicados hoy al arte. Marisa se inició en la actuación con apenas nueve años, cuando debutó en una obra de teatro infantil, porque ya a esa edad sabía que no quería hacer otra cosa en la vida.
En 1998 entró a la televisión, donde actuó en varias series juveniles. En el año 2000 comenzó su meteórica carrera en la industria de las telenovelas que muy pronto fue reconocida con los premios Dos de Oro como actriz revelación del año (2001) y Pantalla de Oro como actriz de reparto (2001). Sin embargo, fue a partir de 2003, cuando interpretó los papeles de las gemelas Verónica Luján y María Suspiro Vargas, de la telenovela Cosita rica, escrita por Leonardo Padrón, cuando los reflectores apuntaron definitivamente sobre la performance de la talentosa joven.
Su primer protagónico en una telenovela llegó en 2006, cuando encarnó a Bendita Sánchez en Ciudad bendita. Con su primer papel estelar en cine, con la cinta Ni tan largos… ni tan cortos, de Héctor Palma, obtuvo en 2007 el premio a mejor actriz en el Festival Nacional de Cine de Mérida. En 2010 se alzó con el premio a mejor actriz de reparto en el mismo festival por su papel en La hora cero, de Diego Velasco.
All my tomorrow (2017), del realizador estadounidense radicado en Alemania, Jeffrey van Davis, es la más reciente película protagonizada por Marisa Román y la primera en inglés. Por este trabajo obtuvo dos premios en festivales de cine independiente, entre ellos el de mejor actriz, en 2019, en el Action On Film International Film Festival.
La exitosa trayectoria profesional de Marisa Román es muy conocida, aquí apenas hemos hecho un esbozo de los momentos más trascendentales de su carrera. Para esta ocasión preferimos conocerla un poco más en la intimidad de sus reflexiones, de sus gustos y de cosas importantes en su vida fuera de los escenarios.
—¿Quién te habría gustado ser si no fueras Marisa Román?
—Celebro quien soy, aún descifro mi camino y qué he venido a hacer. Creo que es parte de la aventura de estar vivos.
—¿Qué es lo que más te gusta hacer?
—La creación artística en equipo. Más allá del formato, el participar del proceso de generar algún proyecto artístico en colectivo me emociona más que cualquier otra cosa en el mundo.
—¿Algún personaje favorito?
—No tengo un personaje favorito. Pero si pienso en todos los que me interesan, coinciden en ser complejos y contradictorios. Creo que eso hace a un gran personaje.
—¿Héroe o heroína?
—No tengo héroes, pero admiro a los líderes que son coherentes, demuestran con sus acciones que tienen principios sólidos y guían el camino para que cada individuo encuentre su propia grandeza y no dependa de nadie.
—Como actriz, ¿hay algún personaje que te negarías a interpretar?
—No. Parto del principio de no juzgar a los personajes que interpreto para poder acercarme a ellos sin ideas preconcebidas. Disfruto mucho el proceso de investigación durante la construcción del personaje. Y creo que ellos son entidades energéticas que intervienen en el proceso de encontrar a la persona que resuene de forma semejante para interpretarlos.
—Dicen que para escribir bien hay que leer mucho también. ¿Te gusta leer?
—Sí, me gusta. Soy variada a la hora del leer. Me gustan temas diversos: ficción, espiritualidad, metafísica, filosofía, historia
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—¿Cuál es tu ideal de felicidad perfecta?
—Tener la capacidad de aceptar la circunstancia que toque atravesar con ecuanimidad, sea cual sea. Con la certeza de que es lo que corresponde y solo por ello ya es perfecto.
—¿Qué rasgo de tu carácter cambiarías, si te fuera posible?
—Creo que tenemos la posibilidad de transformarnos. Y que si bien los rasgos a los que tendemos no desaparecen, pueden suavizarse trabajando su opuesto complementario. Por ejemplo, en mi caso, tiendo a la perfección y eso me lleva a la rigidez. Lo trabajo conectando con la flexibilidad y la certeza de que todo es proceso y nada es perfecto. Lo importante en la vida es dar lo mejor de uno mismo y avanzar.
—¿Crees en la reencarnación o en que «polvo eres y en polvo te convertirás»?
—Creo en la reencarnación. Para mí, el cuerpo físico se descompone pero el alma continua su viaje evolutivo a través del proceso de encarnación.
—¿La virtud que más admiras en el ser humano?
—Ecuanimidad
—¿Y la falta que miras con mayor indulgencia?
—Comer dulce. Es malo, sí, pero sabroso.
—¿Dices mentiras, aunque sean «blancas»?
—Me cuesta mucho mentir, me pesa y hace sentir incómoda. Pero sí, a veces omito información o elijo qué contar.
—Un hecho que recuerdes con mucha felicidad…
—Todos los viajes que he hecho. El armar la maleta o bolso, dependiendo de la ocasión, ya me llena de felicidad.
—¿Cuál es tu mayor pesar en la vida?
—No haber regresado a Venezuela desde que emigré hace casi diez años. Deseo mucho volver.
—¿Dónde te gustaría vivir?
—Más cerca de la naturaleza. Me encantan las ciudades, pero siento que necesito estar más en contacto con la naturaleza para recargarme. Quisiera que la naturaleza formara parte de mi cotidianidad.
—¿Tu mayor logro en la vida hasta ahora?
—Tener la capacidad de empezar de nuevo. Mi resiliencia y capacidad de adaptación me hacen sentir orgullosa.
—¿Una fantasía?
—Que el ser humano, como especie, tome conciencia y logremos revertir el daño ecológico que hemos hecho al planeta.


