Los síntomas incluyen dolor de cabeza intenso y ansiedad.
También mal humor, temblores, palpitaciones por taquicardia y sudores fríos.
Además, quienes padecen gastritis pueden experimentar acidez estomacal y reflujo gastroesofágico, especialmente si consumen café en ayunas.
Sugieren sustituir el café por té caliente para reducir la dependencia a la cafeína, aunque advierte que la teína en el té también tiene efectos similares.
En cuanto a la cantidad recomendada, el consumo saludable es de dos a cuatro tazas diarias, siempre que la persona no sufra de enfermedades como hipertensión, diabetes o depresión.
Más de cuatro o cinco tazas al día se consideran exceso y pueden generar problemas como malestar urinario.
Por estas razones, el café no se recomienda para niños, adolescentes ni mujeres embarazadas, ya que en gestantes puede causar abortos en los primeros tres meses.
El café, sin embargo, tiene numerosos beneficios.
Ayuda a prevenir enfermedades neurodegenerativas como Parkinson y Alzheimer, tiene propiedades antioxidantes y puede disminuir riesgos de ciertos cánceres, problemas hepáticos y cálculos biliares y renales.
Estudios también evidencian que su consumo disminuye el riesgo de accidentes cerebrovasculares y trae más ventajas que desventajas en general.
Sobre el consumo nocturno, se advierte que afecta negativamente la calidad del sueño, predisponiendo al insomnio y a un sueño no reparador.
La noche debe ser tiempo para descansar, y no para consumir estimulantes o alimentos que dañan el sistema nervioso central, lo que podría causar depresión, ansiedad y problemas cardiovasculares.
El café no quita el hambre
No existe evidencia científica que lo respalde, aunque sí puede actuar como un placebo, ayudando a calmar episodios de ansiedad confundidos con hambre, pero no suprime el apetito en realidad.