Del Mediador Fallido al Juez Moral en Venezuela. Por Gustavo Alfredo Domínguez Martínez
Una publicación de opinión de Angel Alberto Bellorin , titulado «¿NORUEGA EN PAZ CON SU CONCIENCIA?» evalúa la reciente decisión del Comité Nobel Noruego de otorgar el Premio Nobel de la Paz 2025 a María Corina Machado, contrastándola con la historia de Noruega como facilitador en las negociaciones entre el gobierno de Nicolás Maduro y la oposición venezolana.
Bellorin contextualiza la situación venezolana como una ausencia probada y comprobada de democracia desde 2013, conocida a nivel mundial. Este contexto es crucial para la crítica, pues implica que Noruega no podía alegar ignorancia sobre la naturaleza del régimen con el que negociaba.
El artículo se escribe en un punto de inflexión donde Noruega parece cerrar un capítulo (el de la mediación fallida) para abrir otro (el reconocimiento moral a la oposición).
La voz es la de un observador profundamente crítico del proceso político y sus
facilitadores internacionales. La decisión del Comité Nobel de la Paz de otorgar el premio a María Corina Machado, analizada a través del prisma del historial de Noruega como facilitador en Venezuela, debe ser vista como una acción de alto valor simbólico que, sin embargo, no absuelve a Noruega de su responsabilidad pasada ni garantiza el éxito político futuro.
El Premio Nobel de la Paz 2025 a María Corina Machado es un reconocimiento merecido a la resiliencia y la lucha por la democracia, enviando una señal poderosa de apoyo internacional a la causa venezolana. No obstante, en el contexto de la diplomacia noruega, esta decisión constituye una tardía y costosa corrección de rumbo. Noruega, al pasar de un facilitador de «diplomacia discreta» que involuntariamente ayudó a perpetuar el statu quo a un promotor público de la figura opositora, está intentando reconciliar su conciencia moral y su imagen internacional, pero esto no exime su responsabilidad de haber demorado, con su bienintencionada pero ineficaz intervención, la presión internacional efectiva.
La propia «mea culpa» de Noruega (su reconocimiento de que el modelo discreto no funciona ante autoritarismos) valida la crítica del Coronel Bellorín. Sus años de mediación no lograron un cambio democrático, pero sí brindaron al gobierno de Maduro una capa de legitimidad y un mecanismo dilatorio. La entrega del Nobel debe ser vista como el reconocimiento de ese error y un intento de utilizar la máxima herramienta de influencia moral que posee para contrarrestar los efectos de su diplomacia fallida.
La verdadera prueba para Noruega y la comunidad internacional no es solo el premio, sino las acciones concretas de apoyo incondicional que deben seguir a este reconocimiento. El galardón debe usarse como palanca para incrementar la presión multilateral, verificar la pureza de los procesos electorales futuros y garantizar la protección de la sociedad civil, etcétera, demostrando que esta vez no es «otro caramelo de manipulación», sino el inicio de una política más firme y sin concesiones hacia la restauración democrática.
Es un acierto simbólico crucial para la oposición, pero una rectificación necesaria y tardía para el historial diplomático de Noruega. El éxito se medirá en acciones, no solo en laureles.
Una Conclusión Coherente.
Es altamente probable que el premio Nobel de la Paz a María Corina Machado sea percibido y utilizado por el régimen de Maduro como un factor que aumente la inestabilidad política a corto plazo para su propio beneficio estratégico. La acción noruega, vista como una corrección tardía de su fallida diplomacia anterior, es un movimiento de alta presión moral.
La clave es que el Nobel no está diseñado para generar estabilidad inmediata, sino para impulsar el cambio, lo que por definición en un sistema autoritario siempre conlleva un período de mayor fricción e inestabilidad. El verdadero éxito de la «jugada noruega» no se medirá en la paz y calma de los meses siguientes, sino en si la presión internacional y la legitimidad moral que el premio confiere a Machado logran fracturar, con el tiempo, el control autoritario y allanar el camino hacia una democracia sostenible.
Gustavo Alfredo Domínguez.
11 de octubre 2025
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