Los servicios rusos en Alemania utilizan Telegram y otras redes sociales para reclutar a los llamados ‘agentes desechables’ para pequeños actos de sabotaje, vigilancia o provocación. Un solo clic o un ‘me gusta’ pueden poner a los usuarios en el punto de mira de los servicios secretos rusos.
Existe una «paz gélida» en Europa que, según advirtió el presidente del Servicio Federal de Inteligencia alemán (BND), Martin Jäger, «podría convertirse en una confrontación caliente en cualquier momento«. Durante la audiencia pública anual de los jefes de los servicios de inteligencia en el Bundestag, Jäger subrayó que «debemos prepararnos para una mayor intensificación de la situación».
El diputado del Partido Verde Konstantin von Notz coincidió con este diagnóstico: «Los peligros que plantean hoy el espionaje y el sabotaje de Estados autoritarios constituyen desde hace tiempo un problema muy grave de política de seguridad«. En ese sentido, pidió que las evaluaciones de los servicios de inteligencia «se tomen por fin en serio» y reclamó acciones decididas dentro del marco del Estado de derecho para contrarrestar las amenazas crecientes.
Desde la invasión a gran escala de Ucrania, Rusia ha intensificado su guerra híbrida contra Occidente, recurriendo a tácticas como el corte de cables en el mar Báltico, los sobrevuelos de drones, el envío de paquetes bomba y otros actos de espionaje y sabotaje. Parte de estas operaciones híbridas se lleva a cabo mediante los llamados ‘agentes desechables’ o ‘agentes de bajo nivel’: personas reclutadas a través de redes sociales, generalmente a cambio de pequeñas sumas de dinero, para ejecutar actos menores de sabotaje.
Entre sus tareas se incluyen fotografiar infraestructuras críticas o militares, provocar incendios o pintar grafitis con mensajes provocadores, contribuyendo así a una estrategia más amplia de desestabilización.
Difusión de mensajes prorrusos en Telegram
Además de otras redes sociales, la aplicación de mensajería Telegram se utiliza con frecuencia para reclutar a los ‘agentes desechables’. La plataforma permite a los usuarios unirse a canales públicos y enviar mensajes privados. Para registrarse se requiere un número de teléfono, aunque solo es necesario mostrar un nombre de usuario de forma pública.
En Telegram existen innumerables canales favorables a Rusia con miles de suscriptores, entre ellos el canal de la bloguera Alina Lipp, sancionada por la Unión Europea. Su canal Noticias de Rusia cuenta con más de 175.000 suscriptores que leen regularmente sus publicaciones, las cuales difunden narrativas rusas.
Lipp se dedica principalmente a traducir al alemán contenidos procedentes de chats en ruso, que luego se redistribuyen en grupos y canales germanohablantes. Este papel de traductora y amplificadora la convirtió rápidamente en una de las voces prorrusas más influyentes de Telegram en los países de habla alemana tras el inicio de la guerra de agresión.
Una investigación de ‘Correctiv’ revela además que en torno a su canal se ha formado una red de chats de Telegram rusos y alemanes que comparten contenidos entre sí. Estos grupos funcionan como cámaras de eco de la propaganda prorrusa, donde rara vez se escuchan opiniones divergentes.
En general, los canales de Telegram difunden videos, noticias y otro tipo de información, a menudo relacionada con la guerra de agresión rusa o con temas como la migración en Europa y el trato a los refugiados ucranianos. Muchos de estos canales permiten a los usuarios comentar las publicaciones o marcarlas con ‘me gusta’, lo que favorece la interacción y la propagación de los mensajes.
¿Un agente con un clic?
Según el ciberexperto ucraniano Kostyiantin Korsun, los usuarios se encuentran en el punto de mira de los servicios secretos rusos. Estos pueden seguir las conversaciones en los canales de Telegram, identificar a usuarios y administradores mediante sus identificaciones y rastrear qué canales siguen.
«Esto crea automáticamente perfiles detallados de millones de personas«, explica Korsun en una entrevista con ‘Euronews’. Un software especializado permitiría a los servicios rusos vigilar miles de canales simultáneamente y determinar el grado de lealtad a Rusia de cada usuario o su posición política.
«Sobre esta base, es posible estimar cuántas personas podrían ser potencialmente de interés para los servicios rusos«, añade el ciberexperto. El siguiente paso consiste en establecer el contacto inicial. Si, por ejemplo, un canal de Telegram publica regularmente contenido favorable a Rusia o a la guerra en Ucrania, los servicios de inteligencia pueden identificar y etiquetar a determinados usuarios. Más tarde, se comunican con ellos, de manera pública o privada, y, en algunos casos, incluso los reclutan.
«Esta fase consiste inicialmente en una evaluación psicológica: ¿Podría la persona obtener información, hacer fotos o incluso proporcionar apoyo operativo? Si se considera que alguien es apto, la comunicación suele pasar de Telegram a mensajeros más seguros como Signal o Wire. El primer contacto suele producirse a través de Telegram, porque la plataforma es abierta; los pasos siguientes tienen lugar a través de canales cifrados», explica Korsun.
Los servicios de inteligencia alemanes también reconocen el uso de las redes sociales como plataformas potenciales de reclutamiento. En general, el Servicio Federal de Inteligencia (BND) o la Oficina para la Protección de la Constitución pueden supervisar canales públicos, analizar y documentar sus contenidos sin necesidad de intervención directa. Sin embargo, cuando la comunicación se traslada a chats privados, la situación se complica: si los servicios intentan acceder a mensajes cifrados de extremo a extremo, surgen importantes obstáculos legales y técnicos, especialmente en el caso de Telegram.
¿Está colaborando Telegram con el servicio secreto ruso?
La decisión final sobre la divulgación de datos recae en la propia empresa, explica Kostyiantin Korsun. Telegram fue desarrollada en Rusia en 2013 por su actual director ejecutivo, Pavel Durov, y su hermano. Desde entonces, la aplicación se ha convertido en una de las plataformas de mensajería más populares del mundo, alcanzando los 1.000 millones de usuarios en marzo de este año. No obstante, desde hace tiempo existen sospechas de que Durov podría estar compartiendo datos con el servicio secreto ruso o incluso colaborando con él. Hasta ahora, sin embargo, no se han presentado pruebas concluyentes que respalden estas acusaciones.
En una publicación en Telegram, Durov afirmó que en sus «12 años de historia, Telegram nunca ha revelado ni un solo byte de mensajes privados». De acuerdo con la Ley de Servicios Digitales de la UE, Telegram solo divulgaría las direcciones IP y los números de teléfono de los sospechosos previa presentación de una orden judicial válida, pero no el contenido de los mensajes, según el propio CEO.
Sin embargo, una investigación del Organised Crime and Corruption Reporting Project (OCCRP) reveló que un técnico de redes hasta ahora desconocido, Vladímir Vedeneev, está detrás de parte de la infraestructura técnica de Telegram. Su empresa gestiona los equipos de red y las direcciones IP del servicio, tiene acceso exclusivo a secciones de los servidores y cuenta con autorización para firmar contratos en nombre de Telegram.
Aunque no existen pruebas de que su empresa colabore directamente con el Gobierno ruso, dos de las compañías estrechamente vinculadas a Vedeneev han trabajado con clientes estatales sensibles, entre ellos el servicio secreto FSB, un centro de investigación para la desanonimización de usuarios de internet y un laboratorio estatal de investigación nuclear.
Desde Telegram respondieron a las acusaciones y afirmaciones sobre una posible colaboración con los servicios secretos rusos. La empresa subraya que «las llamadas a la violencia o la destrucción de la propiedad están explícitamente prohibidas en Telegram y se eliminan de inmediato cuando se detectan». Añaden que los moderadores, asistidos por herramientas de inteligencia artificial, «supervisan de forma proactiva las partes públicas de la plataforma y eliminan millones de contenidos dañinos cada día, incluidas las incitaciones a la violencia».
Telegram también rechaza las acusaciones sobre una posible identificación de usuarios o suscriptores dentro de la aplicación. «No es posible para nadie, excepto los administradores de un canal, identificar a sus suscriptores», afirma la empresa, y añade que «tampoco es posible ver una lista de canales que un usuario sigue». En cuanto a la relación con Vladímir Vedeneev, Telegram aclara que su compañía, Global Network Management Inc. (GNM), «es solo uno de los numerosos proveedores de servicios técnicos limitados, como la instalación de equipos, que siempre actúan bajo la dirección de Telegram y sin acceso a datos, claves de cifrado ni sistemas internos». La empresa insiste en que «la gestión de las direcciones IP y las operaciones de red son responsabilidad exclusiva de su propio equipo de ingeniería».
El «vegetariano» entre los servicios de inteligencia
Aunque los servicios de inteligencia tienen limitaciones para operar en Telegram, según el experto en desinformación y director de inteligencia del Cyber Intelligence Institute, Christopher Nehring, existen otras formas de dificultar que los servicios rusos actúen en la plataforma, por ejemplo, mediante la contrainteligencia técnica.
Esto requeriría información procedente de Ucrania sobre los canales de Telegram relevantes. «El típico agente desechable suele ser rusoparlante, a menudo un joven con un nivel educativo bajo o medio que es reclutado por dinero fácil, sin mucha formación ni convicción ideológica«, explica Nehring. «Si se involucra en estos canales, similares a los foros de terror, puede educar a la gente por un lado, y colocar los llamados ‘honeypots’ -es decir, cebos para el servicio secreto ruso- por otro».
Según el experto, esto es posible gracias a perfiles falsos generados por inteligencia artificial, que permiten distraer y consumir recursos de los servicios rusos. «Puedo introducir de contrabando cien de estos ‘honeypots’ para mantener ocupados a los jefes de los agentes; al menos no pueden hacer otra cosa mientras tanto», señala Nehring en declaraciones a ‘Euronews’.
Aunque no se trata de una solución definitiva, esta estrategia al menos complica el trabajo de los agentes extranjeros. No obstante, según Nehring, el enfoque plantea dudas legales, ya que en Alemania vuelve a surgir la cuestión de si este tipo de prácticas está permitido. Además, los servicios de inteligencia extranjeros pueden responder en el ciberespacio con contramedidas que incluso lleguen a paralizar servidores en otros países.
Las agencias alemanas aún no cuentan con poderes de alcance comparable. Esta es una de las razones por las que el antiguo presidente del BND, August Hanning, calificó al BND de «vegetariano entre los servicios de inteligencia». Rusia quiere dividir, pero ¿en qué ideología se centra el Kremlin? Descúbralo mañana en la tercera parte de nuestra serie ‘El terror secreto de Putin en Alemania’.
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