¿Cómo entender el crimen organizado en Venezuela? Jeremy McDermott, director de InSight Crime, da algunas claves

El veterano investigador británico explica que el despliegue militar de Estados Unidos en el Caribe, más que debilitar las rutas del narcotráfico, parecen enfocarse en debilitar al gobierno de Nicolás Maduro. Éste, a su vez, se sostiene en gran medida por la distribución de las economías ilícitas, afirma

Al menos desde el pasado mes de agosto, el Caribe se ha convertido en el escenario de una pugna de poder entre Estados Unidos y bandas del crimen organizado, acusadas de llevar drogar al país norteamericano. Desde entonces, el ejército estadounidense ha atacado y destruido 15 embarcaciones de las que algunas, según el gobierno de Donald Trump, pertenecen al Tren de Aragua.

Pero, en medio de esa ofensiva, las dudas son constantes entre quienes consideran que el despliegue militar de Estados Unidos rebasa con creces el mero combate contra el narcotráfico. Uno de ellos es Jeremy McDermott, periodista fundador y codirector de InSight Crime, una organización que investiga y analiza las formas del crimen organizado en América Latina.

El veterano investigador británico explica que los operativos, más que debilitar las rutas del narcotráfico, parecen enfocarse en debilitar al gobierno de Nicolás Maduro. Éste, a su vez, se sostiene en gran medida por la distribución de las economías ilícitas, asegura McDermott.

—¿Cuál es su valoración sobre el despliegue militar de Estados Unidos en el Caribe? ¿Cree que tiene un efecto real sobre las redes de narcotráfico y el crimen organizado en la región, o responde más a otros intereses estratégicos?

—El reciente despliegue naval en el Caribe marca un cambio radical en la estrategia antinarcóticos de Estados Unidos, si es que realmente se trata de eso. Los recursos desplegados están más orientados a operaciones militares, no a la lucha tradicional contra el narcotráfico. Tampoco son la mejor manera de utilizar recursos tan costosos y de alto perfil si la misión es puramente antinarcóticos. Pero la estrategia antinarcóticos de Estados Unidos ha cambiado: de incautar cargamentos de droga y arrestar a sus tripulantes a hacer estallar buques marítimos y asesinar a sus tripulantes. Los principales efectos en la dinámica criminal hasta la fecha han sido atemorizar al régimen de Maduro para que finja que se toma en serio la guerra contra el narcotráfico y forzar las rutas del narcotráfico hacia el sur de Venezuela, hacia Guyana, Surinam, la Guayana Francesa y Brasil. Pero no ha hecho nada para interrumpir la producción ni el flujo de cocaína. Y no hay fentanilo proveniente de Venezuela.

Jeremy McDermott comenzó su carrera como oficial del ejército británico y estuvo en activo en Bosnia e Irlanda del Norte. Luego se hizo corresponsal de guerra de la BBC. Finalmente, se especializó en narcotráfico y crimen organizado en Latinoamérica.

—¿Qué escenarios alternativos visualiza para esta movilización militar: que se intensifique, que pierda fuerza o que evolucione hacia otro tipo de operaciones/objetivos?

—El despliegue de recursos militares, que acaba de incrementarse, sugiere que la misión está trascendiendo su función puramente antinarcóticos. Cuál podría ser y cómo se desarrollará probablemente solo lo tenga claro Washington.

—Usted ha señalado que el crimen organizado en Venezuela no opera al margen del Estado, sino que existe una relación más compleja. ¿Podría explicar en qué consiste esa relación y hasta qué punto el Estado venezolano es responsable?

InSight Crime describe el régimen de Maduro como un régimen de gobierno criminal híbrido. ¿A qué nos referimos con eso? Afectado por una grave mala gestión económica, el aislamiento internacional y las sanciones, Maduro se encuentra a menudo al borde de la bancarrota. El Estado ya no puede financiar adecuadamente servicios públicos como la salud y la educación. La moneda local, el bolívar, prácticamente no tiene valor. Pero debe mantener la lealtad de los generales y altos cargos chavistas. Hoy más que nunca. La única manera de lograrlo es brindarles acceso a rentas criminales, por ejemplo, a lo largo de la frontera con Colombia, donde prosperan el narcotráfico y el contrabando, o en Bolívar, donde hay minas de oro. Esto ha creado un entorno donde las economías criminales se regulan cada vez más desde dentro del Estado venezolano. Esa es, para nosotros, la verdadera naturaleza del Cártel de los Soles, no una organización narcotraficante verticalmente integrada liderada por Maduro y Diosdado Cabello.

—A propósito de la designación del Tren de Aragua y el Cartel de los Soles como organizaciones terroristas por la Administración Trump, ¿qué cree usted de estas valoraciones y cuáles considera que son hoy los grupos criminales más relevantes en Venezuela? ¿Cómo se conectan con actores estatales o con la vida cotidiana de los ciudadanos?

—La designación de Tren de Aragua y el Cartel de los Soles como grupos terroristas es una medida de la administración Trump, nosotros creemos, para abrir un nuevo abanico de medidas contra estos grupos. Además, resulta atractiva para el público estadounidense. Para InSight Crime, el Cartel de los Soles no es un grupo, sino una estructura de gobernanza criminal instituida por Maduro para aferrarse al poder. El Tren de Araguaes solo una sombra de lo que fue desde la toma de la prisión de Tocorón. Ahora es un nombre de franquicia, no una organización dirigida centralmente, y Washington lo utiliza para describir a cualquier delincuente venezolano capturado en el extranjero.

—¿Podría comentar sobre las operaciones concretas del Tren de Aragua y del Cartel de los Soles? ¿Cómo funcionan, qué estructuras tienen y cuál es el grado de implicación real del gobierno o de sus altos funcionarios en ellas?

—El Tren de Aragua se ha visto muy debilitado desde septiembre de 2023, tras la toma de la prisión de Tocorón. Su líder, “Niño Guerrero”, puede estar libre, pero el Tren de Aragua no tiene una base de operaciones central en Venezuela más allá del remoto pueblo de Las Claritas, en Bolívar. La vieja guardia del grupo ha sido diezmada por muertes y arrestos. Muchas de las personas que hoy usan el nombre Tren de Aragua operan de forma autónoma, y muchas nunca han pisado la prisión de Tocorón ni conocen a ninguno de los altos mandos. Usan el nombre de la franquicia. El Cártel de los Soles ha profundizado su participación en el tráfico de cocaína en los últimos años, impulsado por la necesidad de acceder a rentas criminales para apuntalar al régimen de Maduro. Pero el Cartel de los Soles no es una organización criminal dirigida centralmente, sino un entramado que permite a elementos del régimen chavista participar en actividades delictivas, no solo en el narcotráfico, sino también en el comercio ilegal de oro, la venta clandestina de petróleo para evadir sanciones y todo tipo de contrabando.

—En su opinión, ¿el Estado venezolano (por acción o por omisión) ha facilitado el crecimiento del crimen organizado con fines políticos o económicos? ¿Podría ofrecer algún ejemplo ilustrativo?

—El régimen de Maduro ha tolerado, e incluso fomentado, el crecimiento de la actividad criminal para mantenerse en el poder. Esto también ha tenido un cariz político. Uno de los principales aliados criminales del régimen, el Ejército de Liberación Nacional (ELN), con una presencia significativa en al menos ocho estados de Venezuela. También ha reprimido la actividad de la oposición, las ONG y los periodistas en sus zonas de influencia. La relación entre el régimen de Maduro y los grupos criminales es simbiótica, y ambas partes se benefician.

—Desde hace más de una década, el gobierno de Maduro ha sobrevivido a protestas, crisis económicas y sanciones internacionales. ¿Cómo explica esta resiliencia y qué factores han permitido mantener unida a su base de poder, especialmente a las Fuerzas Armadas?

—Nicolás Maduro ha sorprendido a todos con su supervivencia frente a una situación desastrosa. Ha demostrado tal crueldad que ha estado dispuesto a sacrificar la economía, y a empujar al extranjero a hasta ocho millones de sus compatriotas, para mantenerse en el poder. Lo ha logrado, primero, comprando la lealtad de los líderes chavistas, a veces utilizando rentas criminales. Y luego invitando a los servicios de inteligencia de Cuba a mantener a la oficialidad militar bajo vigilancia e intimidación constantes para garantizar que no se rebelen contra él y, en cambio, continúen la represión necesaria para mantenerse en el poder.

—¿Qué estrategia podría emplear Nicolás Maduro para salir ileso de este despliegue militar y mantener la cohesión interna de su régimen?

—Hasta ahora, y aún es pronto, Maduro ha buscado despertar el sentimiento nacional para unir y galvanizar a los venezolanos contra las amenazas que representa Estados Unidos. Queda por ver si el régimen chavista lo entregará para apaciguar al presidente Trump, se fracturará o se mantendrá leal. Sin embargo, el tiempo juega a favor de Maduro, ya que Estados Unidos no puede mantener estos recursos frente a las costas venezolanas indefinidamente.

—¿Cómo describiría la coalición de grupos políticos, militares y económicos que sostienen a Maduro en el poder? ¿Existen fracturas o tensiones internas que podrían quebrarla? Algunos analistas citados en medios estadounidense sugieren que el despliegue militar estadounidense busca precisamente incentivar esas divisiones.

—Esta es una pregunta muy difícil de responder y pone de manifiesto una de las grandes habilidades de Maduro: usar la persuasión y la intimidación para mantener la cohesión del régimen. Es importante recordar que gran parte del alto mando chavista también enfrenta sanciones o cargos penales. Podría existir la percepción de que si Maduro cae, todos caerán, y ese podría ser el principal factor que mantiene unido al régimen.

—En caso de una caída o transición del régimen, ¿qué cree que ocurriría con las redes criminales que han operado bajo su paraguas? ¿Podrían sobrevivir, expandirse o colapsar, y qué implicaciones tendría esto para la seguridad regional?

—Los criminales no se van a casa si sus medios de vida se ven amenazados. Venezuela enfrenta una amenaza muy real de conflicto civil si se produce una transición de poder violenta, no negociada.

Curadas / Vía El Nacional

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