No me gusta mi voz y la quiero mejorar: consejos de un experto

No me gusta mi voz es una consulta común en Internet. Aquí unas cuantas recomendaciones de un experto en locución para mejorar la voz.

Una buena modulación de la voz realza tu personalidad y aumenta tus probabilidades de éxito

¿Tu voz que inspira simpatía y confianza? ¿Te ayuda a causar una buena impresión?

¿Quieres saber cómo suena tu voz en los oídos de los demás?

Ponte de cara a un rincón, bien cerca de las paredes, ahueca las manos, ponlas detrás de las orejas, y di unas cuantas palabras.

Esa voz que tan extraña te parece es como los demás te escuchan cuando hablas.

Hay cinco defectos principales en la voz humana. Si quieres saber cuáles tiene tu voz, hazte estas preguntas:

No me gusta mi voz y no sé si mi pronunciación es confusa o se entiende

¿Ocurre con frecuencia que entiendan mal lo que dices o que le inviten a repetirlo?

Di varias veces en voz alta: «En tres tristes platos comieron tres tristes tigres trigo». 

Si se te traba un poco la lengua, es probable que tu articulación labial peque de floja.

Las vocales son fáciles de pronunciar. Pero son las consonantes las que prestan vigor y claridad al hablar.

A fin de pronunciarlas debidamente debes usar con eficacia los labios y la lengua.

Para aprender a pronunciar con más claridad, ejercítate en hablar con los dientes bien apretados.

Esto impone un esfuerzo mayor a la lengua y a los labios. Con los dientes firmemente juntos, lee en voz alta, despacio al principio, y luego más aprisa.

Repite frases en las que entre varias veces la zeta castellana, como por ejemplo: «Hizo un zurdo un pozo de zócalo azul».

No me gusta mi voz porque creo que es muy aspera

La voz chillona, carrasposa o estridente se debe a un exceso de tensión de la garganta y la mandíbula.

Para aflojar los músculos de la garganta, toma asiento y desmadeja el cuerpo hacia adelante.

Deja la cabeza caída sobre el pecho, floja la quijada, colgantes los brazos.

Despacio y blandamente, empieza a hacer girar en círculos la cabeza.

Continúa por tres minutos.

Bosteza luego unas cuantas veces.

Abre la boca cuanto puedas y pronuncia éstas o parecidas palabras: «ola», «maula»,»cota», «saúco».

No me gusta mi voz porque es débil

El diafragma, que es un músculo ancho situado entre la cavidad del pecho y la del vientre, es el fuelle que, al comunicar vigor a nuestra voz, añade atractivo a nuestra persona.

Si tienes un diafragma débil, tendrás probablemente una vocecilla delgada, incierta y tímida.

Cierto joven laboratorista me consultó respecto a los tropiezos que le ocasionaba su voz atiplada.

«Rara vez me dejan concluir cuando hablo en una reunión. Siempre hay alguno que me interrumpe»

Apoyando la mano en su diafragma lo invité a que dijese en voz alta: «¡Pan, pum, cataplúm!» Escasamente se le movió el diafragma. Pero en un caso así, un diafragma bien desarrollado se habría movido, casi habría saltado.

A fin de robustecer el diafragma le recomendé lecciones de boxeo y diarias caminatas con ejercicios de respiración profunda.

Así mismo le aconsejé que se ejercitase en lo siguiente: tendido boca arriba en el suelo y con un libro pesado encima del diafragma, debía respirar a todo pulmón.

Acto seguido gritaría varias veces: «¡Ja! ¡Je! ¡Ji! ¡Jo! ¡Ju!» Sentándose después aspiraría el aire y frunciendo los labios para dejar solamente una pequeña abertura, lo expulsaría con fuerza.

A continuación de estos ejercicios leería en voz alta, tomando nota del tiempo que alcanzaba a hacerlo de un aliento.

A medida que fue fortaleciendo el diafragma pudo leer sin tomar resuello por quince segundos, y al fin por veinte segundos (25 es tiempo óptimo).

Qué tipo de voz tengo, uniforme o variada

Muchas personas hablan en un tono monótono e insufrible.

Tal era el caso de cierta señora bastante amanerada y cuya voz era fría e inexpresiva.

Un día que fue a visitarme le pregunté si conocía ella a alguna persona de la cual pudiera decirse que estaba satisfecha de la vida.

«Sí -me respondió- el jardinero de casa».

Como medio de corregir la monótona frialdad de su entonación, aconsejé a la señora que dedicase semanalmente unas horas a acompañar al jardinero en sus faenas.

También recomendé que se riera en escala musical ascendente y descendente, diciendo primero «Jo», luego «Je», «Ji» y «Ju».

En dos meses el tono de voz de la señora se había vuelto variado y expresivo.

La entonación monótona suele deberse a la gangosidad.

Para saber si tenemos el vicio de «hablar por la nariz», apretemos con los dedos ambas ventanillas, al decir en voz alta: «Ñandú».

Notemos cuán apagada y extraña suena entonces esta palabra. Reparemos en la vibración que produce.

Ello se debe a que el sonido «Ñ» y en menor grado el sonido «N» son nasales. Digamos ahora: «Mañana sábado por la mañana».

Si sentimos la vibración en letras que no sean la «Ñ» o la «N» nuestra pronunciación peca probablemente de gangosa.

Para corregirnos del defecto de hablar por la nariz procuremos emplear la boca, la garganta y los pulmones.

Tanto más llena, sonora y llana será nuestra voz cuando más despeguemos los labios al hablar.

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No me gusta mi voz porque creo que es chillona

Quien tenga voz de cabeza no podrá «bajarla» para que sea voz de pecho. Pero sí podrá disminuir el falsete mediante ejercicios que consistan en repetir en voz alta palabras o frases cuya resonancia esté en el tórax.

Por ejemplo: «Solo bogo, siempre solo, por el ancho y hondo mar».

Di en voz alta: «¡Hola! ¿Cómo te va?». Al decirlo, ponte la mano en la frente y dirige la voz hacia la mano.

Vuelve a decir lo mismo, pero esta vez con la mano puesta en el pecho y dirigiendo hacia abajo la voz.

¿Notas cómo has ganado volumen y en sonoridad?

También lograrás darle un tono más bajo y expresivo si al hablar respiras profundamente y tratas de suavizar la voz, aún en casos en que las circunstancias le inclinen a lo contrario.

Para concluir, unas pocas indicaciones de carácter general.

Canta en coro. Lee en voz alta pasajes de los clásicos. Esto te llevará a pronunciar distintamente y a dar a lo que lee la entonación y el ritmo adecuados.

Al cabo de un mes o cosa así, este modo de hablar irá haciéndose hábito en ti.

Al sentir que hablas mejor y que creces en la propia estimación impresionarás más gratamente a los demás.

Tomado de: La voz se puede educar. Por: Stephen S. Price. Condensado de «The American Magazine» en: Selecciones del Reader’s Digest. Julio de 1953. pp 94-97.

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