Cómo vencer la soledad y cuáles son las formas de sentirnos solos

Cómo vencer la soledad

«No puede el corazón sentirse solo si otro más solitario va a buscar…»

Se le preguntó a un médico famoso cuál era la enfermedad más destructora de nuestro tiempo, y contestó: «La soledad. Así sencillamente: la soledad». Hay formas de vencer la soledad.

Y agregó: «Cuanto más ejerzo mi profesión, más me convenzo de que no hay otro mal tan agudo ni tan universal. Todo el mundo, tarde o temprano, sufre sus ataques. Para muchos, este malestar acaba por volverse crónico. No son pocos quienes viven continuamente bajo su influencia: melancólicos, aburridos, desamparados, sin amigos. Los médicos no pueden curarlos. Sólo el paciente mismo puede hacerlo».

Los psicólogos dicen que, colocados ante un problema, los humanos tenemos cuatro maneras de reaccionar.

Huímos de él, lo combatimos, nos desentendemos, o le hacemos frente.

La soledad no se puede vencer sino mirándola cara a cara. Se necesita para esto valor, pero da resultados.

Hay tres clases de soledad

La que nace de nosotros mismos, la que se origina de circunstancias que están fuera de nuestro alcance, y la que forma parte de la vida y es común a todo el mundo.

De las tres, la que nace de uno mismo, a menudo la más dura de llevar, es la más fácil de combatir.

Se agudiza cuando nos damos cuenta de que estamos solos. Cuando comenzamos a agigantar nuestras desventuras, cuando la vida se nos vuelve «toda espejo y ni una sola ventana».

Y, compadeciéndonos de nosotros mismos, pronto nos convertimos en seres dignos de compasión.

Dice un psicólogo: «Después de observar durante años a personas solitarias, creo que el sentimiento de soledad, en el 90% de los casos, nace de la autocompasión.

El que se encierra en sí mismo se aleja de los demás. La gente lo evita porque a nadie le gusta una persona que vive con lástima de sí misma».

¿Cómo curarse? Pues dejando de preocuparse sólo de uno mismo, y ocupándose un poco de los demás.

Un médico de Cleveland me contó el caso de una clienta con quien no daba resultado ningún tratamiento hasta que un día le dijo:

«Señora, lo que usted tiene no es sino un caso de egoísmo agudo».

La envió a una oficina de enfermeras voluntarias y, a los pocos días, trabajando con las Damas Grises en un hospital de cancerosos, desaparecieron sus propios «síntomas».

La segunda clase de soledad es la que resulta de la pérdida de los amigos, de los seres queridos o de la salud.

Y la hemos sentido todos.

Depende entonces de nosotros sufrir tales circunstancias temporalmente, o caer en la parálisis. De la oscuridad de haber perdido la vista sacó Milton el Paraíso Perdido, y de la soledad de la cárcel Cervantes, El Quijote, Bunyan, su libro De los Peregrinos, y Oscar Wilde, la mejor de sus baladas.

Llena de pesar por la pérdida de su única hija, Josefina Butler fue a ver a un amigo, un anciano cuáquero, que le dijo: «Dios se ha llevado para sí la criatura que tú amabas, pero hay muchos corazones abandonados que necesitan de tu amor de madre». Tranquilamente le aconsejó que visitara un asilo de madres solteras.

Comenzó a preocuparse por las muchachas y sus problemas, y así llegó a ser una de las mujeres más famosas de la Inglaterra del siglo XIX. No se ha escrito frase más exacta que ésta de Frances Havergal: «No puede el corazón sentirse solo si otro más solitario va a buscar».

Una soledad prolongada más allá de lo natural, después de un duelo, es por lo general indicio de pobreza interior

Muchas personas, abandonadas a sus propios recursos, descubren que carecen de ellos. No pueden gozar por sí mismas porque no han desarrollado su capacidad de gozar.

Una de las cosas más satisfactorias que se pueden alcanzar en la vida es el aprender, como decía San Pablo: «A vivir contento, cualesquiera que sean las circunstancias».

No es este contento la simple resignación frente al destino, sino que proviene del carácter que posee los recursos interiores para escudarse contra la adversidad.

Un medio de defendernos interiormente contra la soledad está en equipar la mente lo mejor posible.

Cómo vencer la soledad: el Dr. Norman Vincent Peale recomienda:

«La práctica de ir convirtiendo la mente en un gran depósito de recuerdos agradables, ideas y experiencias. En la soledad se van sacando una a una estas imágenes para situarlas en el centro de la conciencia y volver a vivir con ellas, o se medita sobre ellas y se descubre la riqueza que encierran. Quien hace esto de veras, jamás se verá sin una buena compañía».

Otro tratamiento para la soledad es el ocupar las manos haciendo algo de provecho

Se puede pintar, escribir, trabajar en el jardín, criar animales domésticos, aprender a construir cosas, coleccionar algo.

Una mujer notable, Ana May Davis, me decía que, cuando tuvo que hacer frente a la vida, sola.

Después de la muerte de su marido, comenzó a coleccionar objetos de arte relacionados con la Virgen, «con quien sentía una afinidad en mi pena».

Comenzó por los cuadros y luego siguió con joyas, lámparas, estatuillas.

Espigando por tiendas de objetos de arte, libros y revistas, acumuló un rico tesoro de conocimientos. La gente iba a verla, haciendo viajes de muchos kilómetros para visitar su colección, y vino a convertirse en una autoridad, que daba conferencias y viajaba por todas partes.

«Lo mejor de todo fue que hice muchas nuevas amistades que transformaron mi vida -dice-. Cuando se busque un pasatiempo para llenar las horas ociosas, lo mejor es escoger uno que no sólo enriquezca la propia vida sino que pueda dar algún placer a los demás».

Con todo, sólo podemos vencer la soledad en sus aspectos más sutiles cuando nos enfrentamos al hecho de que hay una soledad que es común a todos

En cada corazón siempre quedan estancias a donde nadie penetra. Quisiéramos que alguien llegara hasta allí, pero nadie llega ni puede llegar.

Aun en medio de la consoladora compañía de la familia más unida, brota de tiempo en tiempo una misteriosa sensación de aislamiento que, aunque nos lo propongamos, no podemos remediar.

Con todo lo que anhelamos comprender y ser comprendidos por los demás, nunca se llega a una «total» comprensión entre dos seres.

Tarde o temprano nos vemos obligados a preguntarnos: «¿Quién de veras me conoce? ¿A quién de veras conozco?. Esto es lo que el profesor de la Universidad de Harvard William Ernest Hocking llama nuestro «sentido cósmico de la soledad».

He aquí la forma más punzante de soledad entre los seres humanos si no llegamos a comprenderla; pero si la comprendemos, puede conducirnos a la conquista mejor de la vida: la conquista de lo espiritual.

Los únicos que yo conozco que logran dominar este sentido cósmico de la soledad son las personas religiosas.

El Dr. Merton Rice solía decir: «Ese anhelo de comprensión e identificación que los corazones humanos no pueden llenar es prueba de que hay cosas que son sólo de Dios. Sólo Él puede llegar hasta nuestros pensamientos callados, hasta nuestras emociones escondidas».

La función principal de la religión, a través de todos los tiempos, ha sido enseñarnos a desarrollar y profundizar este concepto del afán de Dios por llegar a esas moradas silenciosas del espíritu que están cerradas a toda humana compañía.

Después de pasar 16 años en África, David Livingstone decía a sus estudiantes en la Universidad de Glasgow: «¿Queréis saber qué me sostuvo a lo largo de todos esos años de exilio? Aquellas palabras de Cristo: He aquí que yo siempre estoy contigo».

Cualquiera que sea la clase de soledad que nos aflija, hay modo de vencerla. El «como», ya es cosa nuestra.

Tomado de: Cómo vencer la soledad Por: Clarence W. Hall. Condensado de «Christian Herald» en: Selecciones del Reader’s Digest. Junio de 1956. pp 113-117.

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17 comentarios en «Cómo vencer la soledad y cuáles son las formas de sentirnos solos»

  1. Muy cierto eso, me gusta ese artículo o texto de la soledad. La verdad que eso va en cada persona como quiera verse en el presente y tanto sufrimiento se permita tener..

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    • Me resultó muy interesante este artículo, soy un hombre divorciado pero con una vida social activa; pero sufrí un ACV isquémico y las cosas cambiaron debido a mi movilidad, estoy en casa siempre solo y un hijo todas las tardes me trae la comida para el resto del día siguiente, me ayuda mucho leer y las redes sociales, pero a veces no soy inmune a la soledad.

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  2. Soy un hombre divorciado y vivo solo, tenía una vida social muy activa pero sufrí un ACV isquémico limitando mucho mi movilidad; ahora un hijo en las tardes me trae la comida hecha para el resto del día siguiente ya que no puedo cocinar, leer y las redes sociales me han ayudado mucho pero hay momentos que me afecta la soledad.

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    • Hola Rafael. Uno de nuestros objetivos en Curadas es acompañar a la gente sola. Te invitamos a escuchar los audios que publicamos, a participar en las redes y en los grupos de WhatsApp. Avísanos qué tipo de contenido te gusta y cómo crees que podemos estar un poco más cerca de ti por los caminos digitales. Gracias por seguirnos. Estamos contigo.

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