Venezuela: Rumbo a la recuperación del Esequibo, 2da. Fase (17va. entrega)

(Continuación)

Conociendo el lector de entrada el contexto del Acuerdo de Ginebra de 1.966, el cual fue presentado en el artículo pasado, se demuestra que en el preludio del XXI ante los distintos acontecimientos suscitados sobre el tema, la reivindicación integral del espacio geográfico esequibense requiere el alineamiento cónsono mediante el logro combinatorio de los elementos históricos, geográficos, geopolíticos y culturales, con soluciones y reapropiación de elementos taxativos que permitan la horizontalidad en la búsqueda de soluciones adecuadas dentro del marco del Acuerdo de Ginebra. 

No se pretende seguir ninguna simplicidad respecto a políticas o estrategias factibles de aplicar en el espacio geográfico integral esequibense, dado que la firma de este Acuerdo le ha brindado el respiro adecuado a los venezolanos en cuanto al fortalecimiento de su territorialidad como memoria e integridad territorial se refiere, impulsando novedosas realidades que dinamizan y orientan los pilares de esta controversia territorial.

Por su naturaleza, el Acuerdo de Ginebra de 1.966 constituye el concierto de la extraordinaria trascendencia política celebrado entre la República Bolivariana de Venezuela con el Reino Unido de Gran Bretaña e Irlanda del Norte y la República Cooperativa de Guyana, por cuanto se decidió revisar, analizar, discutir y buscar soluciones satisfactorias a la controversia que afecta la territorialidad y soberanía de Venezuela, pero también de Guyana 

Sin menoscabo del contenido que pudiese albergar este Acuerdo, formalizarlo con la firma de las partes ha sido un logro de significativa magnitud para la Nación venezolana; sin embargo, la investigación realizada ha permitido obtener algunas observaciones reiteradas, que analizadas y sustentadas, inciden en el contexto de las posibles soluciones a considerar:  

Leer También: Venezuela: Rumbo a la recuperación del Esequibo (11va. Entrega)

 

  • El Acuerdo de Ginebra no define un lapso de tiempo para agotar los medios pacíficos de solución de la controversia ni de mecanismos  implementados por parte de las naciones involucradas. Los límites de tiempo entre naciones soberanas pueden resultar en trampas y favorecer a la que tiene el control y dominio del territorio. (este hecho ocurre actualmente en centricidades unilaterales a favor de Guyana, quien intenta ejercer de manera unilateral, obviando el contenido del Acuerdo ya señalado, la soberanía del espacio geográfico integral del Esequibo).

 

 

  • El contenido del Acuerdo es impreciso e inconsistente en cuanto su interpretación, compendio e indeterminación, cuya aplicabilidad resulta un tanto difícil (la racionalidad abstracta que se obtiene de ese documento, origina la apertura de tal amplitud, que solo la voluntad y la real intención orientando la búsqueda de soluciones factibles, permitirá arribar a la lógica de aceptación común).

 

 

  • Si no hubo como arreglar el asunto con Gran bretaña antes de la independencia de Guyana, la realidad es que con o sin el Acuerdo de Ginebra, después de la independencia otorgada a esta última, el asunto quedó circunscrito a dos Naciones: Venezuela y Guyana (técnica y prácticamente, Gran Bretaña se divorció de esta problemática, siendo ella precisamente quien originó esta controversia, atentando contra los intereses de Venezuela).

 

 

  • Involucrar a la Guayana Británica (entonces aún colonia) y no precisar la responsabilidad que atañe a la Gran Bretaña, se interpreta como si esa Nación lega la controversia territorial a su colonia, a la que poco después le concedió la independencia, quedando el asunto circunscrito entre la República Bolivariana de Venezuela y la República Cooperativa de Guyana, contrayendo la controversia un nuevo matiz, es decir, la imagen ante la comunidad internacional de la Nación americana pequeña (Venezuela) contra el poderoso imperio inglés ha virado en sentido opuesto, al concebir a Venezuela, como el Estado poderoso envuelto en la controversia territorial contra Guyana, quien luce como desprotegida y con dificultades para alcanzar su desarrollo (una manipulación abierta y frontal).

 

 

  • Esta coyuntura que ha brindado el Acuerdo de Ginebra de 1.966, ha sido muy bien aprovechada por Guyana ante la comunidad internacional, haciendo ver el supuesto afán imperialista colonialista venezolano de ocupar la nación independiente reconocida, y no como la justa reivindicación de un territorio arrebatado  por medios fraudulentos. 

 

 

  • El compromiso de la entonces Guayana Británica como Nación soberana, ha respetado formalmente el Acuerdo lo suficiente como para aparecer ante la comunidad internacional respetuosa del compromiso adquirido. Si Gran Bretaña lo hubiese aceptado en un marco de actuación de buena voluntad, podría contribuir en facilitar un clima a favor del arreglo establecido en el Acuerdo de Ginebra y, frente a la Mancomunidad Británica y la Unión Europea, podría sembrar la motivación apropiada para lograr el debate y el consenso.    

 

 

  • Si Venezuela justifica su aceptación del Tratado de Washington y del Laudo Arbitral subsiguiente por inhabilidad y desamparo, no tiene sustento dentro del Acuerdo de Ginebra la obvia desventaja equivalente, en razón de haber cambiado de condición, pasando a ser en apariencia la Nación fuerte en relación a Guyana. 

 

 

  • En cuanto a la efectividad de Guyana en la presentación del caso a su favor, ha sido sumamente hábil y, más bien Venezuela con la pasividad y actuaciones efectuadas en pleno siglo XXI, no ha logrado suficientemente demostrar la justicia de su lado ante la opinión pública internacional.

 

 

  • Mientras no se logre la solución de la controversia, Guyana mantiene la ocupación y dominio del territorio que Venezuela reclama, con las consecuencias jurídicas, políticas, económicas y tácticas. De hecho, Guyana ha celebrado importantes acuerdos bilaterales con gobiernos extranjeros, que podrían ser nocivos a los intereses venezolanos. Y lo peor es, que con o sin el convenio, lo ha hecho con toda libertad, aun cuando en un momento de nuestra historia propia del siglo XX, el Artículo 5º le habia originado sensibles frustraciones al desestimular los proyectos de inversión foránea en el espacio geográfico integral del Esequibo; sin embargo, hoy en día, los hechos demuestran otra realidad que amerita una inmediata actuación de parte de Venezuela.

 

 

  • El Acuerdo de Ginebra no le otorga al Estado venezolano derechos ni beneficios previos a la independencia de la República Cooperativa de Guyana. Lo idóneo hubiese sido obtener de Gran Bretaña antes de la independencia de Guyana, alcances que originasen algún beneficio apropiado sobre el territorio Esequibo, y que sirviesen de estímulo para agilizar la solución de la controversia territorial. 

 

 

  • Guyana no quiere escuchar lo que dice Venezuela en relación a la controversia sobre el espacio geográfico integral en el Esequibo, y si se le escucha como muy poco lo ha hecho, se cree siempre que dice otra cosa y ha demostrado la poca seriedad, falta de voluntad y actitud evasiva en afrontar la controversia territorial. Esta actuación determina la posición no razonada ni sustentada de esa Nación frente a Venezuela.

 

 

  • Si en el marco del Acuerdo de Ginebra se afirma la validez del Laudo de París de 1899, cesaría la reclamación venezolana y se mantendría el statu quo a favor de Guyana, lo que se traduce en la absurda posición que esa Nación desea enarbolar, puesto que no brinda respuesta de ninguna naturaleza a la controversia territorial; caso contrario, si se reconoce la nulidad del Laudo Arbitral de 1899, se debe abrir un nuevo proceso de delimitación, por lo que Guyana asentaría su basamento jurídico en el Tratado de Washington de 1.897. 

 

 

  • La Gran Bretaña utilizó el Acuerdo de Ginebra como fórmula para excluirse de la controversia territorial. La independencia de Guyana vs. la firma del Acuerdo de Ginebra fue el objetivo atractivo y primario que Gran Bretaña puso en manos de Guyana, actuando esta última en función del mantenimiento del poder como prioridad.

 

 

  • El entendimiento involucra intereses de actores sociopolíticos relevantes de los Estados que participan en la avenencia. Un acuerdo en la mesa de entendimiento será políticamente viable, solo si es aprobado en la mesa interna de cada Nación. Dos eventos significantes resaltan en este análisis: Guyana no puede sola y su eterno vecino es y será  Venezuela.

 

Leer También: Venezuela: Rumbo a la recuperación del Esequibo (12da. Entrega)

El logro unilateral de objetivos no forma parte de un acuerdo, es lo opuesto y es allí donde esta Nación debe preparar en conjunto el escenario adecuado que obligatoriamente originará el marco de flexibilidad en el Gobierno de Guyana, dado que este factor ha sido su temor por implicar irremediablemente el reconocimiento y la aceptación de reivindicarle el espacio geográfico integral esequibense a su legítimo e irrefutable dueño: el Estado venezolano.

El Acuerdo de Ginebra de 1.966, es el instrumento jurídico que tiene Venezuela para promover la rectificación, y le corresponde obtener la viabilidad que haga valer sus derechos ante Guyana, quien en violación expresa e ininterrumpida, se ha negado a discutir seriamente no solo las soluciones sino también los caminos que podrían conducir a fructíferos entendimientos entre ambas Naciones, exigiendo intransigentemente que se enreden las discusiones de la controversia territorial fundamentándose en la nulidad o validez del Laudo Arbitral de 1.899.

Mientras Venezuela ha mantenido la nulidad del Laudo Arbitral de 1.899, Guyana ha pretendido albergarse en su validez, sin arribar a un plano posible de coincidencias entre ambas posiciones, evidenciando que esa nación ha tenido por objeto además de neutralizar el mandato expreso del Acuerdo de Ginebra en cuanto a la búsqueda de la solución práctica de la controversia territorial sobre el espacio geográfico integral del Esequibo, orientar las avenencias a un plano de incompetencia absoluta para la comisión diplomática a propósito de su misión en esta disputa del Esequibo.

Venezuela en un esfuerzo de país pacífico, le ha ofrecido a Guyana en medio de su intransigencia, un plan de desarrollo conjunto que beneficiaría no solo a la población albergada en la zona disputada, sino también a la zona indiscutida de Guyana como posible camino de entendimiento y acercamiento orientado a soluciones satisfactorias de la controversia territorial, pero la diligencia de la comisión que atiende la avenencia ha sido enteramente infructuosa. 

Leer También: Venezuela: Rumbo a la recuperación del Esequibo (13ra. Entrega)

El declive de actitudes, acontecimientos, políticas y doctrinas propias del imperialismo británico que sometió a la América del siglo XIX y adopta hoy en día manejos y acciones muy distintas a la de aquellos tiempos, favorece la proliferación de revisiones y análisis en el contexto del Acuerdo de Ginebra de 1.966 que emergen y fluctúan, pero luego desaparecen. 

Detrás de este enfoque, los actores que conforman la mesa de entendimiento de ambas naciones, disponen de instrumentos racionales para optar por la mejor decisión en las distintas circunstancias que revelan los albores del siglo XXI, así como entender la precariedad cognitiva que ha adoptado Guyana en cuanto su percepción sobre determinadas relaciones de poder tanto internas como en la comunidad internacional.

La apertura de una ventana en el tiempo mal interpretada hacia Venezuela, evidentemente por quien ha estado interesada en la utilización de la controversia como instrumento para crear injustificados odios y, como oportunidad para desviar la atención de la opinión pública de las graves consecuencias que se derivan de su política interna y racista, ha sido por la actitud proclive de Guyana en entorpecer las avenencias posibles en el marco del Acuerdo de Ginebra.   

Cheddi Jagan, ex-presidente de Guyana, como jefe de la entonces oposición guyanesa, se opuso en su momento a la firma del Acuerdo de Ginebra, escribiendo en su obra “The West on Trial”: El gobierno de coalición PNC-UF firmó conjuntamente con los gobiernos venezolano y británico el Acuerdo de Ginebra y creó la comisión mixta (Guyana-Venezuela). “Así se concedió reconocimiento a la espuria reclamación territorial venezolana y lo que era un caso cerrado desde 1.899 fue reabierto”. (1975, p.395) (el subrayado es nuestro).

Debe destacarse que estas palabras del líder fundador del partido de gobierno guyanés, admitieron claramente que, con la firma del Acuerdo de Ginebra, Guyana concede reconocimiento a la reclamación venezolana y acepta reabrir el caso que habían querido cerrar con el Laudo de 1.899, y para subrayar la debilidad sustantiva de la posición oficial de Guyana sobre el Acuerdo de Ginebra, la Working People’s Alliance (WPA) (partido político guyanés) (1982)  manifestó:

Leer También: Venezuela: Rumbo a la recuperación del Esequibo (14va. Entrega)

La firma del Acuerdo de Ginebra, por parte de Guyana, pone a nuestro país en una situación que limita considerablemente nuestra libertad de acción…Para Guyana insistir ahora en interpretar el acuerdo como un mero instrumento para ratificar el Laudo de 1.899, el cual fue puesto en duda en Ginebra, en 1.966, probará severamente la paciencia de los interesados. Es tiempo de decirle ya al mundo que Guyana está llevando una autodecepción al afirmar que su posición es la firme defensa del Laudo Arbitral de 1.899. (El gobierno Burnham) debe explicarle al pueblo guyanés y al mundo, especialmente al Caribe, qué intención tenía al acordar en 1.966 que la disputa debería ser resuelta de forma satisfactoria tanto para Venezuela como para Guyana. Ya que en 1.966, el Laudo de 1.899 no satisfacía más a Venezuela y por la propia evidencia del Acuerdo de Ginebra eso era bien conocido por Guyana, es el gobierno guyanés quien debe decir qué es lo que entendía por una solución práctica de la controversia. Para el gobierno guyanés decir que considera el Laudo de 1.899 como una solución definitiva y después ofrecer, en el Acuerdo de Ginebra, de trabajar para una solución práctica aceptable para ambas partes fue muy poco inteligente. Ningún encubrimiento puede ocultar el hecho que el régimen cometió un error”. (Garavini, 2004, p.208) (el subrayado es nuestro)  

La actitud radical e intransigente de Guyana desde ese entonces ha manifestado cambios sensibles, pero fluctuantes con respecto a Venezuela y su compromiso a través del Acuerdo de Ginebra. El gobierno guyanés, manteniendo su posición oficial, en diferentes oportunidades, extraoficialmente ha explorado posibles hipótesis de solución sustantiva de la controversia territorial, a cambio de obtener posibles ventajas económicas, como el apoyo para el proyecto hidroeléctrico del Alto Mazaruni, la interconexión eléctrica y la financiación de la factura petrolera. Con dedicación y mucha imaginación es posible encontrar una o varias soluciones “prácticas”.    

Ese complejo mapa cognitivo dentro del Acuerdo de Ginebra surge como base del enfoque con confusas posiciones, manipulaciones y radicalismos que embisten a Guyana, por lo que el Estado venezolano debe remitir permanentemente, exigiendo la consistencia de un modelo de análisis para solucionar esta controversia en un contexto epistémico referido en esencia a la idea de voluntades, intenciones y coherencia. 

Leer También: Venezuela: Rumbo a la recuperación del Esequibo (15va. Entrega)

Debatir la pertinencia de la posible solución o interpretación es en cierto modo poner en juego el régimen argumentativo que enmarca la concepción del escenario geopolítico actual, dado que este ha variado tanto en el contexto nacional como internacional. El Acuerdo de Ginebra consiste en que esa solución debe ser satisfactoria y aceptable para ambas partes y, el proceso entre dos naciones es complejo, dado que involucra diversos intereses de numerosos actores sociopolíticos relevantes de los Estados que participan. 

La solución práctica y definitiva de la controversia sólo será posible cuando los gobernantes de cada nación logren integrar la alianza mayoritaria de intereses internos que apoyen y acepten el acuerdo derivado de la mesa de entendimiento. La presencia de la zona en reclamación en el mapa de Venezuela tiende a estimular en los venezolanos falsas expectativas en cuanto la recuperación del espacio geográfico integral usurpado y, podría conducir a frustraciones y anticipar una reacción que obstaculizaría cualquier hipótesis de solución para quienes piensan que la recuperación no es total conforme a los postulados del Acuerdo de Ginebra. 

Pero dejar de colocar el Esequibo en el mapa de la República Bolivariana de Venezuela, constituye para la salvaguarda de la integridad territorial de la Nación venezolana una contradicción e irrespeto en el contexto de la defensa integral, soberanía e independencia, puesto que el mensaje ante la comunidad internacional es que la línea fronteriza fue fijada y aceptada por el Laudo Arbitral de París de 1.899 y, esta aseveración difiere de la realidad.

Leer También: Venezuela: Rumbo a la recuperación del Esequibo (16va. Entrega)

 

José Chachati Ata

1 comentario en «Venezuela: Rumbo a la recuperación del Esequibo, 2da. Fase (17va. entrega)»

¿Qué opinas?