Cementerio de la Recoleta: conoce las historias insólitas que lo definen

El cementerio de la Recoleta es un cofre lleno de historias insólitas. Historias de pasión, de amores no correspondidos y despechados; de odios pertinaces que trascienden la muerte… De bóvedas que reproducen el dormitorio de los difuntos, de familias que premian la lealtad de sus sirvientes y entierran a la mucama en el panteón familiar; aunque cumpliendo el rito de hacerla dormir afuera de la casa de los patrones

Este cementerio de la Recoleta es uno de los más visitados del mundo y está lleno de curiosidades; desde el Cristo de más de 33 años hasta el inmigrante que se hizo un barco.

Los Rolling Stones tienen distintas preferencias funerarias. El guitarrista Keith Richards, por caso, dijo haber aspirado las cenizas de su padre mezcladas con cocaína. Pero el cantante del grupo, Mick Jagger, es un apasionado de las tumbas y aprovecha las giras para escaparse a camposantos con estilo. De hecho, pasó tres veces por el cementerio de la Recoleta; en busca de contemplar en directo detalles de bóvedas que tiene muy estudiadas por la web.

En su último paseo, el 12 de febrero de 2016, caminó sin custodia, con las manos en los bolsillos, rumbo a la sección 17; donde está la escultura de Liliana Crociati de Szaszak, vestida de novia, junto a su perro Sabú en bronce; oscuro su cuerpo y brillante su hocico, desde que se cree que tocarlo da suerte.

cementerio de la Recoleta

Jagger conocía la historia de la mujer, muerta por un alud de nieve en Insbruck, Austria, el 26 de febrero de 1970, cuando tenía 26 años y en el mundo sonaban canciones de los Beatles y de los Stones. Había nacido en 1944 y era hija de Joseph Crociati, uno de los coiffeurs más importantes de Buenos Aires y fundador de la Asociación Internacional de Maestros Peinadores de Damas.

Al músico lo deslumbró el estilo neogótico de la bóveda, con ventanas y arcos ojivales y un interior en bajo nivel propio de catacumbas romanas. Cada arco estaba destinado a un ataúd y uno de ellos era el de Liliana, tapado con un sahri rojo que se había comprado en un viaje a la India. Al lado de la construcción está la escultura de la joven, de dos metros de alto, tallada por Wilfredo Viladrich, en metros cuadrados que pertenecían a la Congregación Hijas del Divino Corazón.

La proa de un barco anuncia la tumba de Roverano, un inmigrante que fue dueño de la confitería El Gas. Está frente a la bóveda de Julio Argentino Roca, dos veces presidente del país.

La visita de Jagger duró menos que una canción, porque vio esa tumba y se fue. “¿No quiere conocer otras?”, le preguntó Sonia Del Papa Ferraro, gerenta operativa del cementerio, que lo acompañaba. “No, gracias, esta vez vine exclusivamente por ésta”, le respondió, con la selectividad de un coleccionista.

Son historias de uno de los cementerios más visitados del mundo, al que también acudió el actor Robert De Niro una tarde de 2015, fuera del horario de apertura al público, porque quería conocer el lugar del que siempre le hablaba su amigo argentino Lito Cruz.

De refilón, el protagonista de Taxi Driver percibió la silueta verde del Cristo Central, en la confluencia de las diagonales. Ese escultura tiene dos curiosidades: no muestra la escena de la crucifixión, sino a un Jesús de pie, que está representado como un hombre maduro, bastante mayor de 33 años, es decir de la edad que tenía al momento de su muerte.

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