Título original: la falta de agua me convirtió en una ama de casa desesperada
Por Lolymar Viloria
¡Hoy no hay agua! Es en lo primero que pienso cuando abro los ojos a las cinco de la mañana y comienza mi rutina. ¡Qué angustia me produce esta situación. Insomnio, ansiedad, tristeza! No contar con el servicio de agua potable es un problema de salud pública.
Sé que no soy la única que lo padece, pero cada quien vive en solitario sus penas y las digiere de un modo particular de acuerdo a sus características y yo tengo una manía con la higiene. Confieso que la escasez de agua me convirtió en una ama de casa desesperada.
Me está costando mucho escribir sobre el tema. He cambiado los párrafos unas cuantas veces porque no logro expresar mis sentimientos tal y como lo deseo.
Para mí, la falta de agua no es un tema corriente, no es un tema básico, es mi vida. He llorado por su falta. No tener el servicio ha cambiado mi rutina y hablo en primera persona porque no quiero meter a nadie en este rollo, en mi rollo con el agua, en mi ¡C#ñ# d3 l@ m@dr3 no hay agua!
No voy a dar cátedra sobre servicios públicos en Venezuela
Ni hablar de cómo la Organización Mundial de la Salud dirige sus esfuerzos para prevenir las enfermedades causadas por la escasez del preciado líquido, porque no soy una voz autorizada para eso.
Es mi desahogo como madre venezolana y con el que muy respetuosamente quiero solidarizarme con otras mujeres que sientan un impacto en sus emociones producto de la falta del recurso más importante para vivir.
El 22 de enero de 2016 comenzó mi crisis
Ese día, El Paraíso se convirtió en un infierno caraqueño cuando los grifos amanecieron secos. Nunca pensé que sería la etapa incipiente de un caos que luego se tornaría en cotidianidad, en este día a día que me agita y me paraliza al mismo tiempo, en un no sé qué.
Muchas veces me pregunto cómo he podido resistir esto. Sí, sé que el ego nos traiciona y creemos que nuestros problemas son los más importantes, por eso ofrezco disculpas a mis queridos zulianos, gochos, falconianos, barquisimetanos, orientales, llaneros y a todos los venezolanos que pasan más trabajo que yo. Lo siento mucho.
En aquel momento pensé, ingenuamente, que la crisis era transitoria, pero cuatro años después estoy escribiendo sobre el impacto que ha causado esta escasez en mi vida.
Treinta minutos de agua cada dos días
Ocho de la noche. Estoy expectante e inquieta. El sonido de los tubos me entusiasma ¡Llegó el agua! Es la hora loca y el acostumbrado grito llega primero a mi corazón que a mis oídos, y me alegra y me entristece al mismo tiempo. Es un perenne agradecer a Dios culposo e hipócrita, porque quién en su sano juicio se puede alegrar por recibir treinta minutos de agua cada dos días. Repito y grito » ¡TREINTA MINUTOS DE AGUA CADA DOS DÍAS!»
Es una media hora cruel, ladrona de sueños, es un tiempo absurdo que corre entre mis dedos en estado líquido. Es el producto de una pésima gerencia que nos mezquina la armonía.

Se acelera mi pulso porque pienso que no me dará tiempo de hacer todos los oficios acumulados.
No estoy sola en esto
Mi familia me acompaña en la danza sincronizada de recoger agua en los potes. Trabajamos en equipo para rendir los minutos. Es irónico, pero en ese momento no hablo, me quedo serena, tratando de calmar mi agitado corazón. Ocho y media. La puntualidad nunca antes fue tan severa.
Hoy no hay agua: a cocinar así
El rally revolucionario de cocinar al seco llegó para quedarse y el premio único es aprender a lidiar con esto. Cuantificar las raciones para manipular los alimentos no es algo que domino porque gasto rápidamente el recurso que almaceno.
Cocinar es un oficio que requiere abundante agua porque el proceso se divide en tres etapas: lavar los alimentos, cocinar y fregar los platos después de comer.
Sí, ya sé que tengo que dar gracias a Dios porque puedo alimentarme mientras otros no tienen nada que llevarse a la boca y les juro que me duele en el alma.
También sé que mi pena es pequeña ante la grosera situación que atraviesan mis hermanos venezolanos en las distintas regiones donde el racionamiento de agua y de electricidad es más agresivo.

El agua es mi alegría de vivir. Es música para mis oídos, es compañía. Quiero pensar que pronto regresará mi Venezuela próspera y abundante que tanta falta me hace.
Deseo seguir en mi país y disfrutarlo sin apuros, sin miedos. Anhelo cantar bajo la ducha mientras planifico un paseo cualquiera. Quiero ser feliz en Venezuela con agua, con mucha agua.
Te puede interesar… Cedice Libertad: El agua potable es uno de los servicios más deficientes
Si te gustó Hoy no hay agua: la falta de agua me convirtió en una ama de casa desesperada, te puede gustar…
Agua del mar: conoce por qué es salada
3.5
Si te acompaño en esa situación.. porque además de todo eso que expresa en tu contenido ..por ser la mala calidad de vida que llevamos hacé 8 años por la falta de agua..es una necesidad imperiosa que nos ha traído muchas consecuencias como lo antes dicho por ti ..y ademas problemas de Salud ..sobre todo en personas mayores como yo.. que por cargar agua dentro de nuestro hogar de un lado para otro
y cumplir con la higiene que requerimos para medio mantener aseado nuestro ambiente y muchas veces abastecernos buscando agua en otras zonas..y la consecuencia de salud por el peso han sido fuerte como : como lesiones de las cervicales, nervio ciático, columna y descenso de la vejiga.. diagnóstico comprobado por especialistas donde la primera medida preventiva ((es no cargar peso))…esperamos que La Comisión de los Derechos Humanos se pronuncien y nos apoyen con esta situación que ya tanto tiempo estamos padeciendo…
El agua es VIDA y ahora más que nunca con la pandemia como una familia de solo 3 miembro sobre vive con 30 minutos de agua cada dos dias
Ay amiga, muchas amas de casa nos identificamos con este relato. Yo también paso noches sin dormir pensando en que no tengo agua suficiente para las labores diarias. Domingo sin paseos porque tengo que quedarme esperando el agua.
Me siento terriblemente mal y también me solidarizo con mis hermanos de otros sitios de nuestro país. ¿Hasta cuándo tendremos que sufrir este calvario por la mala gestión de los que tienen el deber y la obligación de brindarnos CALIDAD DE VIDA?
Cuando lo leí pensé… esto lo escribió mi mamá… pero es que a quién no se le trastoca la vida sin agua, un país con personas que disfrutan del aseo, de bañarse y oler rico, de tener la casa limpia, de invitar gente y que el baño huela bien y se vea bonito, el sufrimiento sin agua se multiplica por mucho!
La falta de agua sin dudas nos a deprimido y reprimido, nos ha separado.
Nos debemos la alegría de ser felices bajo el agua.