Venezuela: Rumbo a la recuperación del Esequibo, XII Fase – Centésima vigésima septima entrega

(Continuación)

Por: José Chachati Ata

La clara demostración ante todos los venezolanos en no haber querido nunca llegar a un entendimiento enmarcado en el Acuerdo de Ginebra de 1966 por parte del Gobierno de Guyana, a propósito de llegar a una solución pacífica, práctica y satisfactoria para ambas partes con respecto al litigio territorial sobre el
espacio geográfico integral del Esequibo, siendo mantenida por Guyana durante años una actitud evasiva continua, con manipulaciones y perversas acusaciones contra Venezuela ante la comunidad internacional, tácitamente aceptada por el Secretario General de la Organización de las Naciones Unidas, conlleva a que
además de incursionar sin sorpresa de ningún tipo sobre la conducta vacilante del Gobierno del país vecino, entender también que hay causas de orígenes históricos muy diferentes entre ambos gentilicios.

Este comportamiento que incide ineludiblemente en la cortante y áspera dinámica actual, creando ambientes realmente incómodos, en el que a raíz de la demanda introducida por el Gobierno de Guyana ante la Corte Internacional de Justicia, y asumiendo las diferencias existentes, se analizan hoy en día los posibles escenarios y consecuencias que podrían derivarse, así como se evalúan las políticas implementadas, a propósito de generar un mayor acercamiento de estos a los países desarrollados, con la gran diferencia, que Venezuela ha actuado en un marco de acercamiento a través de las relaciones internacionales, utilizando un campo de acción totalmente legítimo y en su propio territorio, mientras que Guyana lo hace enmarcada en lo que se denomina hoy en día un Estado Profundo, utilizando grises discursos para descalificar a Venezuela ante la comunidad internacional, adoptando una doble faceta con el propósito de hacer uso de lo que no le pertenece, al otorgar concesiones ajenas y permitirle a empresas trasnacionales, que realicen exploraciones y explotaciones tanto petroleras como mineras, disponibles en los espacios acuáticos del océano Atlántico como en el espacio geográfico continental, ambos pertenecientes al Esequibo. Esta forma de acción tiene un solo nombre que no da lugar a dualidades ni a camuflajes.

Ahora bien, a raíz del conflicto que se agudiza hoy por hoy entre Rusia y Ucrania, en el que el tema del uso y comercialización de los recursos energéticos y minerales, ha entrado en una fase de inestabilidades y fluctuaciones hacia los países de Europa, puede observarse que con el acercamiento prudencial de los
Estados Unidos de América a Venezuela a fin de abrir una ventana de inclusión de la empresa Chevron en el tapete geoeconómico de Venezuela, acción manejada con lupa premeditada y propia de la política exterior norteamericana hacia el país, en el que por razones obvias, se exacerba abiertamente la necesidad de llevar a cabo una escalada de gestiones estratégicas como oportunidad invaluable y de medición sobre las implicaciones reinantes con la inserción primaria del uso tecnológico entre un país que ocupa un sitial en el centro y otro como Venezuela, que se maneja hoy en día en una posición fluctuante y alejándose cada vez más de la periferia, dada la inmensa ventaja de poseer un sin número
de recursos como materia prima en el área petrolera, gasífera, minera y nuclear, por lo que queda claro que se está concibiendo la industrialización primero, y posteriormente la posible integración como parte de la política para lograr un desarrollo mejorado, hecho que conllevaría a la inclusión de transformaciones estructurales en otros ámbitos del Interés Nacional, cuya incidencia le vendría favorablemente al sector socioeconómico nacional. La progresiva inserción por parte de los Estados Unidos en Venezuela, difícilmente la manejarán como ocurrió anteriormente, dado que esta oportunidad constituye de nuevo una puerta de entrada con un peso estratégico de primer orden para ese país. A buen entendedor, pocas palabras.

He aquí el punto de raciocinio y avenencia que el que el Gobierno de Venezuela requiere atender y evaluar, al tener en las manos la extraordinaria coyuntura para hacer uso de las relaciones internacionales mediante el binomio de la cooperación y la reciprocidad, para exigir más que pedir entre los diferentes
acuerdos al que se lleguen entre las partes, la participación abierta del Gobierno de los Estados Unidos como representante histórico de Venezuela, hecho consumado prácticamente bajo presión al gentilicio nacional a partir de la firma del Tratado de Washington de 1897, arribando finalmente a espaldas del Gobierno venezolano, a la nefasta sentencia del Laudo Arbitral de París de 1899, permitiendo a total conciencia y conocimiento de los jueces norteamericanos, que mediante los intereses establecidos entre Rusia y Gran Bretaña, le despojasen a este país, el ejercicio de la soberanía sobre un territorio que le ha pertenecido desde la Capitanía General de Venezuela de 1777, ratificado por el Libertador Simón Bolívar, y cuya superficie territorial abarca 159.542 kilómetros cuadrados. O es que la responsabilidad de dicho Gobierno norteamericano no está clara ni latente ante la obligación que tiene de enmendar el daño que se le ha hecho a Venezuela?

Además de las peticiones que adelanta hoy en día el Gobierno Nacional en el proceso de entendimiento con el Gobierno Norteamericano, considero que este tema es una de las prioridades que debería manejarse, a fin de culminar en definitiva y de manera legítima, el litigio que tiene más de un siglo, y que los guyaneses pretenden hoy en día lavarse las manos de esta responsabilidad ineludible, compartiendo el litigio mediante el involucramiento de actores internacionales como lo ha sido el Secretario General de la Organización de las Naciones Unidas y la Corte Internacional de Justicia, y todo ello por qué?

Sencillamente porque carecen de pruebas irrefutables para sustentar la pertenencia de un territorio que lo recibieron por otorgamiento de los ingleses, y sin historia emancipadora alguna.

Los Estados Unidos de América como líderes en la OTAN, alineados con la Organización de las Naciones Unidas, tienen una clara influencia colateral en la Corte Internacional de Justicia, hecho que les permitiría adherir la corresponsabilidad y pronunciamiento contiguo ante dichos organismos para atender el litigio en sí, cuyo beneficio le resultaría de mayor integración a sus intereses que los de Guyana, dado que la situación interna del país vecino se encuentra en niveles actuales de inestabilidad política, y en este contexto las políticas nacionales son fundamentales para lograr el alcance de un nivel de desarrollo adecuado, por lo que las relaciones internacionales de Estados Unidos con Venezuela se han concentrado en generar un diagnóstico de las posibilidades, probabilidades, coyunturas y tendencias en cuanto al uso de los recursos económicos venezolanos, y de la sociedad ante el diálogo abierto de nuevo en la actualidad con miras a la atención de nuevas exigencias, todo ello en contraposición a la influencia de la economía y de la política en el nuevo orden mundial, que podría con las tendencias existentes, favorecer o no la dinámica de las estrategias trazadas.

Lo cierto de todo, es que la relación bilateral entre dos países debe conformarse por variables que atiendan intereses de ambas partes, y no unidireccionalmente, por lo que se le confiere a la cooperación como forma de atención a las necesidades e intereses de extranjeros dentro de Venezuela, y a las relaciones internacionales en el marco de la reciprocidad, como factores que pudiesen favorecer o no el desarrollo en el ámbito venezolano; pero ello debería ir de la mano sin titubeos ni espacios de negociación, dado que el Gobierno de Guyana al darle la espalda al Acuerdo de Ginebra de 1966, aplicó la ley del embudo actuando irresponsablemente al demandar a Venezuela ante la Corte Internacional de Justicia, dejando de lado un valor geopolítico y geoeconómico por excelencia que se venía manejando, como lo es la cooperación entre los países del continente suramericano, agregándose paulatinamente la integración de los países del norte con los del sur, incluyendo por supuesto a los organismos internacionales. En mi opinión, esta ha sido la mayor torpeza cometida por el Gobierno de Guyana.

Es por ello, que sigo insistiendo en que el pronunciamiento del Gobierno Nacional debe considerar la inclusión ineludible y no negociable de este asunto, porque dejar pasar por alto esta coyuntura estratégica, conllevaría a que se siga manteniendo el statu quo actual, con la administración del Esequibo por parte del Gobierno de Guyana, mientras que este continúa dejando en manos de terceros el litigio en cuestión, amparado bajo la falda y pantalones de otros organismos internacionales, concediendo licitaciones ilegítimas, explotando recursos en los espacios acuáticos y terrestre para su único beneficio y de las empresas trasnacionales, mientras que toda Venezuela con su silencio actual, continúa viendo cómo se van dilapidando sus recursos en manos de terceros, y pregonando a toda voz que “el sol de Venezuela nace en el Esequibo”.

Es hora de actuar, por supuesto, enmarcado siempre el Estado venezolano en el compromiso firmado a través del Acuerdo de Ginebra de 1966.

Por: C/A (r) Dr. José Chachati Ata

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