(Continuación)
Por: José Chachati Ata
En las circunstancias actuales, en el que se han venido adoptando posiciones un tanto divididas entre venezolanos, sobre la decisión adecuada de comparecer o no ante la Corte Internacional de Justicia, hecho que al menos entre los seguidores directos y virtuales del suscrito, han venido manifestando sus
posiciones respecto al amplio artículo escrito el pasado domingo 31 de julio, en el que el factor jurídico a criterio de unos, juega el rol fundamental sobre este litigio territorial sobre el espacio geográfico continental del Esequibo, mientras que en opinión de otros, incluyendo al suscrito, el factor jurídico es muy cierto que constituye la plataforma preponderante a considerarse, pero dicho factor debe acompañarse en un proceso de evaluación que incluya con elevada ponderación, a la variable “confiabilidad”, cuyos cimientos no parecen indicar hasta ahora que la forma de acción asumida en la actualidad sea la más indicada, a menos que se generen cambios en la política exterior venezolana que
enlacen obligatoriamente el tema en cuestión, con las realidades estratégicas que se vislumbran a raíz de los cambios suscitados en este nuevo orden mundial.
A 123 años de la nefasta sentencia del Laudo Arbitral de París, el gentilicio venezolano ha estado prácticamente en una reclamación territorial, que ha oscilado entre altas y bajas intensidades, derivadas en forma dependiente de la coyuntura circunstancial que se ha generado en forma directa o indirecta,
atendiendo a los intereses propios de los países del primer mundo, a las organizaciones internacionales que tienen incumbencia e incidencia sobre el tema objeto de estudio, a los eventos que han desencadenado sensibles consecuencias en la geopolítica regional o global para dar cabida al nuevo orden mundial, y a los factores geoestratégicos y geoeconómicos que se han suscitado, en el que se han
abierto nuevas brechas que albergan una mayor complejidad al tema en sí, cuya ecuación no lineal y no simple, sino más bien, sumamente enmarañada, espinosa y confusa, ha sido estructurada para entender que el litigio en sí, no es un simple caso orientado a definir una línea limítrofe o a señalar la validez de un Laudo Arbitral…, es mucho más que eso.
Lo anterior lo refiero, considerando que el asunto en sí amerita recordarle al gentilicio nacional, que lo señalado involucra la inclusión de otros percances que aglomeran y dificultan el asunto en sí, como el haberse comprometido jurídicamente el Gobierno de Guyana mediante la firma del Acuerdo de Ginebra de 1966 vs. la acción evasiva que se ha exacerbado por parte de éste hasta que decidió darle la espalda abiertamente al compromiso adquirido, decisión que se respaldó con la anuencia del Secretario General de la Organización de las Naciones Unidas, aunado a los grises discursos emitidos a nivel internacional por el Gobierno de Guyana, intentando descalificar e irrespetar a Venezuela, comportamiento que refleja la tendencia propia de un Estado profundo con doble actuación; ello por supuesto incluye el haber demandado a Venezuela ante la Corte Internacional de Justicia para validar la sentencia del Laudo Arbitral de París de 1899, ante la falta de pruebas que demuestren que el proceso manejado fue lícito en contraposición a la inexistencia de pruebas geohistóricas que sustenten la pertenencia de dicho territorio otorgado por los ingleses.

Paralelamente, la medida cautelar que no fue emitida por el citado organismo jurídico internacional para dar cumplimiento al Artículo V del Acuerdo de Ginebra de 1966, desdice mucho de por sí sobre la credibilidad y la forma de manipulación del caso que ha sido esgrimida por dicha Corte de La Haya, permitiendo aun hoy en día, que el Gobierno de Guyana en pleno proceso ante el citado organismo, siga explotando los recursos de todos los venezolanos en el espacio terrestre y los espacios acuáticos del Esequibo, y no hay que ser un letrado en Derecho para entender claramente que la posición demostrada por la Corte Internacional de Justicia ante el camino que ha seguido hasta ahora, no demuestra la confiabilidad requerida, por lo que se indica en el lenguaje más sencillo que pudiese expresarse, lo que en la mente del suscrito se proyecta, dado que lo que se ha demostrado hasta ahora en mi opinión, es que la Corte de La Haya ha manifestado tácitamente lo siguiente:
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Usted, Gobierno de Guyana, es el único administrador por ahora de ese territorio en reclamación, con los derechos que lo amparan en cuanto al ejercicio de la soberanía no compartida hasta tanto este organismo jurídico internacional llegue a una decisión final, por lo que una vez que se ha declarado la competencia jurídica sobre el caso en cuestión, ello le permite que usted pueda continuar otorgando licitaciones a empresas trasnacionales para la exploración y explotación de los recursos allí existentes, y
beneficiarse geoeconómicamente mientras no se diga lo contrario, dado que no se va a emitir ninguna medida cautelar, lo cual ha sido plenamente justificado para curarnos en salud, así mismo, Venezuela como país demandado, es el sujeto externo que ha venido manifestando un reclamo de dicho territorio sobre un Acuerdo firmado en 1966, habiendo existido ya una sentencia derivada del Laudo Arbitral de París de 1899 (hecho que Usted, Gobierno de Guyana está demandando a Venezuela para que sea validada dicha sentencia), por lo que la Corte Internacional con el poder que se le confiere, genera las interpretaciones requeridas con base a los elementos jurídicos existentes y sobre todo, los que considere necesarios, actuando por supuesto apegada a Derecho, de manera de quitarle o desestimar la
fuerza necesaria al citado Acuerdo de Ginebra de manera que ello deje de tener el efecto de una daga, y todo ello obedece a que deben tomarse en cuenta los intereses y orientaciones tácitas emitidas por el órgano superior inmediato de este organismo, en el cargo del Secretario General de la Organización de las Naciones Unidas y de sus entes colaterales directos, que en una línea sólida alimentada de intereses geopolíticos provenientes de la ONU, OTAN (USA y Gran Bretaña), son quienes pueden promover acciones encaminadas a la continuación o cambios sobre el manejo del caso en cuestión.

Ojalá y el suscrito esté equivocado en la apreciación anterior, y adicionalmente, no podemos dejar de lado otras variables de primer orden que deben incluirse como parte del litigio, siendo estas la delimitación y pretensión marítima llevada a cabo con Surinam a través de la Comisión de Delimitación de la Plataforma Continental de las Naciones Unidas, utilizándose como referencia un punto geográfico del Esequibo (Ana Regina), hecho que concede la ilegalidad total de dicha delimitación vs. el aprovechamiento adicional del Gobierno de Guyana en no reconocer el Tratado de Delimitación marítima realizado entre Venezuela con Trinidad & Tobago en 1990, aunado a la explotación de los recursos terrestres (oro) y de petróleo en los espacios acuáticos del Esequibo, efectuado por licitaciones ilegítimas otorgadas por el Gobierno de Guyana a una empresa trasnacional de China y otra de Estados Unidos de América, hecho que ha representado un total irrespeto para todos los venezolanos.
Sabiendo hoy en día el gentilicio nacional venezolano que la zona en disputa territorial no es más de Gran Bretaña, aunque su Gobierno sigue con sus tentáculos jugando un rol preponderante en el litigio, cuyo proceso es manejado entre comillas por un país independiente, en el que se están jugando prácticamente las dos terceras partes del territorio otorgado, en el que los países involucrados se comprometieron a resolver con la firma del Acuerdo de Ginebra de 1966 el presente litigio, mediante la obtención de una solución práctica, aceptable y satisfactoria para las partes, aunado al apoyo que tiene el Gobierno de Guyana de parte de Cuba, de la CARICOM, de USA, de China, de Canadá, además de la actuación de la Corte Internacional de Justicia y del Secretario General de la Organización de las Naciones Unidas, resulta totalmente inaceptable desde todo punto de vista que Venezuela se doblegue complacientemente en permitir la manipulación tendiente en el ámbito internacional, a una pérdida total o parcial de su territorio mediante teorías encajadas en un falso positivo, tendientes a compartir en un mismo proyecto ambientalista (teoría que respeto y entiendo su enfoque aplicable parcialmente, mas no
comparto), intereses sobre un mismo espacio geográfico, y menos aún, después de lo que Guyana ha hecho contra Venezuela y contra el ámbito ecológico en el espacio correspondiente a la reclamación.
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Ello sería un error garrafal que la historia no nos perdonará nunca, porque si miramos hacia el pasado, estaríamos dilapidando todo el sacrificio realizado por los Próceres de esta digna Patria venezolana en el proceso de emancipación independentista, y si caso contrario, miramos hacia el futuro, el potencial que nos pertenece por derechos indiscutibles en esta porción de territorio venezolano llamado “Esequibo”, al dejarlo en manos de terceros sin derecho a reclamo, constituye en el ámbito religioso un pecado sobre mortal amparado en la desidia e insensatez, imprudencia, indolencia e incompetencia, y en el plano terrenal, el abandono de todo cuanto allí existe, y que podría haber ayudado al crecimiento y mejoras del sentido de calidad de vida y exclusividad de nuestros hijos y de las futuras generaciones venezolanas. Ser prácticos, no significa ser pendejos. Es hora de enarbolar en todos los puntos cardinales nacionales e internacionales una sola cara de la moneda que refleje verdaderamente ante todos, que “el sol que brilla sobre Venezuela, nace en nuestro Estado Esequibo”.
Por: C/A (r) Dr. José Chachati Ata
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