Por qué corremos los viernes y el 24 y el 31 de diciembre

¿Por qué nos ponemos nerviosos cuando se acercan algunos fines?

Específicamente exageramos un poco con los fines de semana, la víspera de Navidad y los fines de año.

Ponernos nerviosos a finales de mes es comprensible, pues vienen las facturas, tanto las que llegan a fin de mes, como las que vendrán al inicio del mes siguiente.

Eso estresa a cualquiera, así tengas la plata, porque igual hay que realizar los pagos y está el miedo a que corten los servicios debido a un descuido.

Pero, ¿qué pasa con los fines de semana? Ya viene otra semana, apenas el lunes. Sin embargo la gente quiere tener todo listo el viernes, como si todo terminara ese día.

Ese apuro de los fines es un fenómeno parecido a la tristeza de los lunes y al aburrimiento de los domingos.

Así como hay gente que quiere hacerlo todo el viernes, hay quienes parece que quieren comprimir toda la semana dentro del lunes.

Igual de incomprensible es nuestra actitud desesperada los 24 y 31 de diciembre, como que el mundo se va a acabar. 

El 24 solo es víspera de Navidad. No pasa nada. En un par de días habrá otro día de trabajo, y en un año, otra Navidad. 

Además, se supone que la Navidad es para compartir, estar en paz, pensar en la mística, en la magia, en la unión, no para volvernos locos comprando, comiendo y bebiendo. Dale con calma.

Por si esto fuera poco, el 25 de diciembre se trata de un reinicio, del renacimiento del Niño Dios. No se acaba nada, más bien se comienza de nuevo. Al menos así debería ser para los creyentes.

De hecho, Navidad significa precisamente “nacimiento” y no “apocalípsis”.

Y el 31 de diciembre, aunque se acaba un año, al día siguiente ya tienes otro nuevecito. 

El 31 de diciembre se celebra Nochevieja, pero apenas al terminar ese día celebramos la llegada del Año Nuevo, que en verdad es lo más importante de la celebración. 

Se trata de agradecer que sobrevivimos un año que se va, pero sobre todo, de celebrar el inicio del nuevo.

Siendo así, esos “fines” o “finales” son figurativos. En la práctica no pasa nada. No se termina nada. Se trata más bien de reinicios.

Y si pensamos que sí, que esas fechas son tan importantes que hay que tener todas las cosas listas y perfectas, entonces, ¿por qué no nos preparamos con tiempo?

Si en cambio consideramos que no son eventos tan importantes, ¿para qué nos preocupamos tanto?

Una de las razones es que dejamos las cosas para última hora: los regalos, la comida, la ropa, la planificación en general, y luego queremos resolver todo apenas unas horas antes de los momentos cumbre.

Otro de los motivos es que disminuimos la importancia de los eventos, hasta que llegan. 

Es decir, pensamos que no queremos celebrar mucho, o gastar mucho, ni preocuparnos mucho, y a medida que vemos que la fecha se acerca, y que los demás entran en sus propias crisis, nos unimos al río de gente entrando al centro comercial o al supermercado, porque ahora sí queremos celebrar.

En todo caso hay una sensación, no del todo lógica, de que algo está por terminar: una era, una época, la Navidad, un año, una semana, y hay que estar bien preparados para lo que viene.

Pero al menos parte de eso está solo en nuestras mentes

Las aproximaciones del final de la semana, de la Navidad y del año nuevo nos hacen sentir que nos vamos a perder de algo, o que una cosa va a faltar, o saldrá mal si no nos preparamos. 

Nada de eso suele ser cierto, y pasadas las fechas, nos damos cuenta de que fuimos exagerados.

Nos alteramos, peleamos con los nuestros y estuvimos estresados innecesariamente, perdiendo de vista el verdadero sentido de cada momento.

Es un hecho que discutimos más en Navidad y fin de año que en otras fechas.

Consejo final

No te dejes llevar por el consumismo, ni por el estrés innecesario, y no dañes lo bueno intentando hacerlo perfecto. 

Busca la paz, respira, haz las cosas bien y sin corredera. Si hay algo en común entre los fines de semana, las navidades y los fines de año, es que sirven para hacer pausas. Son momentos ideales para detenernos y reflexionar, y no solo para correr desbocados.

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Aquí tienes las causas de las peleas navideñas y algunos consejos para evitarlas

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