Venezuela: Rumbo a la recuperación del Esequibo, Fase XVI, Entrega 160

(Continuación)

Por: José Chachati Ata

Este año 2023, mientras no se manifieste lo contrario, tanto para Venezuela como para Guyana, el litigio sobre la recuperación del espacio geográfico integral del Esequibo estará marcado fundamentalmente sobre el pronunciamiento de la Corte Internacional de Justicia ante las excepciones preliminares presentadas por Venezuela el pasado mes de noviembre del 2022, y de continuar el proceso, la entrega de la Contra Memoria a ser presentada por Venezuela en el mes de marzo del presente año, a propósito de dirimir sobre el fondo del asunto en el citado Tribunal Internacional.

En caso que se favorezca la posición asumida por Venezuela durante las excepciones preliminares, se abriría un abanico de escenarios en el que habría que esperar hasta aupar prudentemente mayores elementos de análisis, dado que por un lado entraría de nuevo como actor primario el Secretario General de la Organización de las Naciones Unidas, quien debería enmarcarse obligatoriamente en el Tratado de
Ginebra de 1966, y ello implicaría por un lado la aceptación de Venezuela ante la acción unilateral que adoptó éste al apoyar los intereses únicos del Gobierno de Guyana, al utilizar como mecanismo a la Corte Internacional de Justicia, aunado a la necesidad de agregar nuevas aclaratorias jurídicas que implicarían el
fortalecimiento bilateral obligatorio del proceso de entendimiento por la vía diplomática; adicionalmente, la participación directa y obligatoria de Gran Bretaña e Irlanda del Norte, al igual que la de Guyana, por decisión de la Corte Internacional de La Haya en el proceso de entendimiento bilateral, podría alterar también el curso de todo el proceso actual.

Ahora bien, el asunto de este litigio territorial, está íntimamente ligado a diferentes elementos que no podemos ignorar, cuyas variables se enlazan directamente con este nuevo orden mundial, cuyas bases se consolidaron el año anterior a raíz del inicio del conflicto entre Rusia y Ucrania. En este contexto, el desempeño de estos acontecimientos bélicos, seguirá marcando la política de países y organizaciones mundiales a lo largo del 2023, condicionado por éste conflicto internacional y sus consecuencias, que por lo pronto induce a confirmar la necesidad de reforzamiento de la política en materia de seguridad, defensa y desarrollo para la mayoría de los países involucrados del primer mundo, en el que uno de los principales factores incidentes hoy en día, lo conforma la muy sensible crisis y merma de la independencia energética, la cual generó cambios inesperados que bien manejados y aprovechados por
Venezuela, de una forma u otra, conformarían condiciones propicias a los intereses del país, pese a que Guyana lo había visualizado como un “jaque al Rey” en su favor, pero la realidad es que se han ido dando giros muy distintos a lo esperado por el país vecino.

Particularmente al haber involucrado de nuevo al Gobierno de Gran Bretaña e Irlanda del Norte en esta reclamación venezolana, de acuerdo a lo establecido en el Tratado de Ginebra de 1966 y a las excepciones preliminares presentadas por Venezuela recientemente, se requiere evaluar también la
coyuntura sobre la cual se mueve actualmente dicho Gobierno británico, y en este contexto, Europa se viene preparando para abordar prioritariamente este año dentro del diálogo, todos los avances posibles en la negociación con Londres sobre el marco del Estrecho de Gibraltar, de manera de conformar una nueva relación entre la Unión Europea con el Gobierno del Reino Unido, sin embargo, la invasión de Rusia a Ucrania, al igual que las incidencias protagonistas y progresivas, han revitalizado objetivos fundamentales como lo es la necesidad de alcanzar la independencia energética e incremento de las capacidades de defensa, sin obviar que la Unión Europea ha conseguido reducir el suministro del gas ruso, acudiendo al uso del carbón, y con ello, ha corrido el riesgo en que la emergencia energética relegue las prioridades relacionadas con el fortalecimiento del ámbito ecológico, hecho que pone de nuevo al relieve el peligro sobre el tema ambiental a nivel global, en el que Venezuela juega un rol fundamental como parte del único pulmón de la humanidad (Amazonas), aunado a la destrucción forestal que se ha venido realizando descontroladamente en el Esequibo, autorizada por el Gobierno de Guyana. Una razón adicional para que la política exterior venezolana juegue un rol primario sobre esta problemática internacional, al igual que su incidencia sobre las acciones ejercidas por el Gobierno de Guyana, mediante las exploraciones y explotaciones otorgadas unilateralmente en suelo y mar venezolano del Esequibo, en el que se han generado sensibles daños ecológicos.

El conflicto internacional en sí como médula neurálgica que ha perturbado la paz y seguridad continental, ha alterado también el andamio general a nivel de organizaciones internacionales de primer orden como la OTAN y la ONU, incluyendo a los países europeos, ello lo vemos reflejado en la reconfirmación sobre el calificativo otorgado a Rusia como rival estratégico, sin olvidar que ya se habían generado nueve sanciones diferentes hasta finales del año 2022, por lo que en el inicio de este año 2023, es muy probable que se mantenga la unidad y coherencia de dichos países y organizaciones, pero también es ineludible que éstos serán puestos a prueba por la crisis energética que estarán confrontando, aunado a la inflación que ya ha tocado las puertas respectivas, y posiblemente habrán otros precios a pagar considerando las posiciones asumidas durante este conflicto, además del apoyo militar ofrecido y otorgado a Ucrania, y de paso, con los acontecimientos ocurridos hasta ahora, no se visualiza a corto plazo el proceso de adhesión de éste país a la OTAN antes que termine la actual legislatura europea.

Y ante esta crisis energética, Venezuela vuelve de nuevo a colocarse como país alterno de primer orden, con tendencia a posibles soluciones tanto para Estados Unidos de América como para varios países europeos, sin embargo, para Gran Bretaña, la crisis energética adquiere un paliativo estratégico mediante la disponibilidad petrolera que ofrece Guyana en la actualidad, lo que constituye una pieza que podría dar también un vuelco inesperado en contra de los intereses británicos. No olvidemos que la mayor parte del petróleo existente en la cuenca Atlántica, es venezolano, y Gran Bretaña es parte ineludible del Tratado de Ginebra de 1966, aunque lo que ha hecho hasta ahora es lavarse las manos sobre la reclamación venezolana. De hecho, al igual que el Gobierno de Guyana, ha intentado adjudicarse los recursos petroleros allí existentes, sabiendo perfectamente que dichos recursos se ubican en la cuenca Atlántica correspondiente a la Guayana Esequiba, cuya plataforma continental se corresponde al suelo y subsuelo marino derivado del Delta del Orinoco, en el que prácticamente el 80% del petróleo allí existente ES VENEZOLANO, y ese espacio geográfico no forma parte de la reclamación actual, por lo que es absurdo seguir propiciando por intereses creados en las empresas trasnacionales, incluyendo a Gran Bretaña, que Guyana es un país petrolero. Es hora de desenmascarar la farsa que se ha estado proyectando a costillas de Venezuela. Mayor descaro, imposible.

En lo que se refiere al ámbito político internacional, se podría visualizar que el factor geoestratégico abordado en materia de defensa, conlleva a que tanto Gran Bretaña como la Unión Europea continuarán reconociendo la primacía de la OTAN, y por ende, la hegemonía de los Estados Unidos de América, reflejando sus acciones prioritarias hacia la disuasión y la defensa territorial, así como enfocar los esfuerzos hacia el refuerzo de los países ubicados en Europa del Este a raíz del conflicto internacional entre Rusia y Ucrania, a propósito de elevar la presencia norteamericana y de la OTAN en la periferia
de Rusia, hecho que tendría una posible incidencia en detrimento de otras tareas y ámbitos geográficos, relacionados con la seguridad marítima continental, la lucha contra el terrorismo, narcotráfico y la gestión de las crisis que se manejan a flor de agua en diferentes regiones del planeta, en la cual, América del Sur y el Caribe, merecen atención especial, y con ello, podrían surgir importantes oportunidades a la hora de alinear las prioridades estratégicas que se manejan actualmente.

Si lo anteriormente señalado será también parte de las prioridades del Gobierno de Gran Bretaña, indudablemente al reconocer éste también la primacía de la OTAN en cuestiones de disuasión y defensa territorial, deberá dedicar mayor atención y esfuerzo a estos ámbitos, por lo que con el Gobierno de Guyana, habrán posiblemente acciones conjuntas de disuasión hacia Venezuela, sustentadas en la presencia militar y uso de la diplomacia cañonera, mientras que el Gobierno de USA dependiendo de las circunstancias que se generen en materia político-energético con el Gobierno venezolano, actuará acorde con la situación presentada. Particularmente con Gran Bretaña, no olvidemos que las relaciones del Reino Unido con la Unión Europea en el año 2022 fueron un verdadero dolor de cabeza, dado que no lograron liberarse del peso que representa actualmente el Brexit, factor que sigue marcando con prioridad la agenda bilateral con la Unión Europea, y ante las amenazas británicas, estas no han llegado a materializarse, en parte gracias a la presión del Gobierno de los Estados Unidos de América, quien advirtió que no arriesgará la paz en Irlanda.

Y ante los cambios generados de algunos actores regionales, podría conformarse un escenario propicio que haga más probable el alcance de una solución negociada, dado que en este año 2023, de acuerdo a los pronósticos emitidos por otros analistas del Reino Unido, éstos proyectan que la economía desarrollada crecerá menos aún en el 2023, por una serie de malas decisiones de política fiscal, que han ido desembocando en una grave crisis monetaria y financiera desde septiembre del 2022, incluyendo la fuerte incertidumbre política y legislativa desde el referéndum del 2016, en el que el Banco de Inglaterra ha señalado, que este factor junto a la pandemia, han sido los pilares que más han deteriorado la inversión empresarial en los últimos años. Y sobre este punto se inclinan gran parte de las prioridades del Gobierno Británico. Lejos de ser ello una válvula de alivio para América, particularmente en el caso Venezuela, de pronunciarse a favor del país la Corte Internacional de Justicia, debería llamarnos la atención en profundidad las prioridades que maneja actualmente el Gobierno de Gran Bretaña, al igual que su supuesto alejamiento de varias de sus colonias, sin obviar por supuesto la presión norteamericana sobre la presencia geoestratégica y geoeconómica británica en el sur del continente suramericano, particularmente en el caso con Argentina, evitando con ello las posibles pretensiones de China que se asoman desde hace cierto tiempo, en buscar estructurar funcionalmente una base militar como punto de control en el sector Antártico, todo ello aunado a la situación actual interna nuestro país, y más por el contexto actual en el que se desenvuelve Venezuela dentro del comercio internacional: “cuando veas las bardas de tu vecino arder, pon las tuyas en remojo”.

Con este panorama presentado sobre las probables tendencias en las que se mueven los países y organismos involucrados en el tema sobre la reclamación de Venezuela sobre el espacio geográfico integral del Esequibo, es racional abordar la realidad situacional de este próximo actor británico ante la necesidad participativa presentada por Venezuela en la Corte Internacional de Justicia, por lo que no podemos olvidar la posición y actuación asumida por Venezuela durante el conflicto sobre Las Malvinas, y que el Tratado de Ginebra de 1966, nació del reconocimiento de la nulidad y el carácter írrito del Laudo Arbitral de París de 1899, lo cual fue reconocido tanto por Gran Bretaña como también por Guyana antes de su Independencia y luego de la firma anexada al Acuerdo antes citado, por lo que la sentencia en cuestión de 1899, no puede tener hoy en día valor jurídico como soporte normativo o de derecho aplicable a la demanda interpuesta por el Gobierno de Guyana.

Existen realidades ineludibles que hoy en día nos acompañan, y en este marco de factores latentes, Venezuela debe ser extremadamente prudente con la actuación recóndita presentada por varios actores en este litigio territorial, dado que la Corte Internacional de Justicia en principio manejó el término “elegir” bajo un criterio irracional, lo que ha dejado en entredicho el nivel de confiabilidad que se le pudiese otorgar al mecanismo judicial impulsado por el Secretario General de la Organización de las Naciones Unidas:

Adicionalmente, un Juez británico, un ruso y otro norteamericano les corresponde estar permanentemente entre el grupo de Jueces de la Corte Internacional de La Haya, dado que Gran Bretaña, Rusia y Estados Unidos de América forman parte del Consejo de Seguridad de la O.N.U., recordando que fueron los Gobiernos de esos países quienes conformaron el Tribunal que dictaminó la nefasta sentencia del Laudo Arbitral de París de 1899; por otra parte, la participación obligante de Gran Bretaña de acuerdo a la exposición durante las excepciones preliminares presentada por Venezuela, estaría sujeta a posibles manipulaciones interpretativas, considerando que desde la firma del Tratado de Ginebra de 1966, nadie ha dicho lo contrario, incluso Gran Bretaña nunca se ha negado a participar en el proceso de entendimiento (manipulación jurídica que podría ser esgrimida por el Gobierno de Gran Bretaña y por la misma Corte Internacional de Justicia), hecho que podría dar nuevamente otro giro para lo cual debe estar preparada Venezuela, considerando que la forma en la que se ha manejado esta reclamación, bajo manipulaciones e interpretaciones absurdas e inclinadas a conveniencias, demuestran que esto ha sido una burla repetitiva, por supuesto, siempre bajo la figura ética y moral que debe preservar al organismo jurídico internacional bajo los principios de justicia y equidad.

También, la firma del Tratado de Ginebra de 1966 por parte del Gobierno de Guyana como parte de los tres países involucrados en el proceso de reclamación, constituye otra herramienta que sin lugar a dudas
se utilizará como basamento jurídico incluyente con carácter obligatorio, dado que ella es firmante del Tratado de Ginebra de 1966, es decir, existen elementos jurídicos que podrían estar sujetos a manipulación, a propósito de quebrar la sólida posición asumida por Venezuela durante las excepciones preliminares. Y no olvidemos ni por un momento, que las empresas trasnacionales que explotan los recursos en los espacios acuáticos del Esequibo, entre lobby, atenciones y erogaciones financieras, abogan por el fracaso de Venezuela, mientras siguen sustrayendo el petróleo que le pertenece a todos los
venezolanos, y la Corte Internacional de Justicia no ha sido capaz de emitir aún una medida cautelar en cónsona alineación jurídica con lo establecido en el Acuerdo de 1966.

Sin embargo, al abordar también de forma muy realista la otra cara de la moneda, no todo es gris, dado que existen factores primarios que geopolítica y geoeconómicamente favorecen indiscutiblemente a Venezuela, y dependiendo del manejo de la política exterior actual y futura del país, alineada con las
variables de este nuevo orden mundial, se abrirían nuevos horizontes en el que nuevas piezas se colocarían sobre el tablero estratégico para dar cabida a posibles cambios que favorezcan la situación de este proceso de reclamación, en el que la razón, la verdad, la ética, la historia, la cartografía, la geografía continental y la geografía marítima, se encuentran en el mismo lado de la balanza a favor de la integridad territorial de todos los connacionales, para así definir la extensión territorial oriental que nos pertenece, al afirmar que “el sol que brilla sobre Venezuela, nace en nuestro Estado Esequibo”.

Por: C/A (r) Dr. José Chachati Ata

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