Batallas que hay que pelear aunque sus guerras estén perdidas

Hay problemas cotidianos que vale la pena resolver, incluso sabiendo que al final son causas perdidas.

Estos males pueden ser pequeños, pero solucionarlos, aunque sea temporalmente, mejorará nuestra vida y con suerte la de otros.

Así es, hay batallas que vale la pena pelear, aún sabiendo que sus respectivas guerras están perdidas.

¿No es así la vida misma?

La guerra contra los zancudos

No podemos eliminar a los zancudos. Porque son muchos, porque se reproducen rápidamente, y de paso, eliminarlos por completo no sería bueno para la biodiversidad.

Pero igual vale la pena darles guerra. Impedir que nos piquen. Matarlos apenas profanan nuestra casa. Espantarlos.

Siempre, siempre, hay que darles guerra.

Vale la pena combatirlos para reducir el riesgo de enfermarnos. Además, son un fastidio pitando en las orejas y sin dejar dormir.

Pero principalmente, porque son peligrosos.

Los zancudos son portadores de enfermedades, como el dengue, la malaria y el zika. Matarlos puede ayudar a protegernos a nosotros mismos y a los demás de estas enfermedades.

Limar asperezas con quienes tenemos diferencias son pequeñas batallas que hay que pelear

Un conflicto con un compañero de trabajo, un familiar o un amigo con quien simplemente no nos llevamos bien, o con quien tenemos diferencias irreconciliables.

Incluso si el conflicto no se resuelve por completo, el hecho de intentarlo puede ayudar a mejorar la comunicación y la relación.

Vale la pena porque quizá tendremos que ver a esta persona toda la vida. Porque compartimos la crianza de un hijo, porque es nuestro familiar y nos vemos en reuniones de vez en cuando.

Quizá es un compañero de trabajo, jefe o subalterno, y no tenemos potestad respecto a su despido o continuidad laboral.

Tener paciencia día a día vale la pena. Para no perder el control, para no ser ofensivos, y para dejar la puerta abierta a resolver los conflictos y hasta a la posibilidad de mejorar la relación.

Detective y Simplón: la guerra entre la suspicacia y el descuido

Los problemas de salud nos presentan batallas que hay que pelear, aunque al final perderemos la guerra

Incluso si una enfermedad no tiene cura, podemos tratarla, hacer una dieta que nos ayude, tomar vitaminas.

Porque el hecho de tratarla puede mejorar nuestra calidad de vida.

Y también es una consideración hacia nuestros seres queridos, cuidadores, médicos, y todo aquel afectado por nuestros problemas de salud.

Una dieta saludable, ejercicio regular y visitas al médico pueden ayudarnos a prevenir enfermedades y disfrutar de una vida más larga y con más momentos felices.

No te tomes la vida tan en serio pues no saldrás vivo de ella

Este adagio puede ser cierto pues ya sabemos que todos vamos a morir. Pero aun así es importante cuidar nuestra salud para vivir la vida al máximo.

No solo se trata de cuántos años vivamos, sino también de cuánto disfrutemos nuestro paso por el mundo.

Cortar el monte

Un jardín descuidado puede ser un foco de plagas y enfermedades. Cortar el césped regularmente puede ayudar a mantener nuestro jardín saludable y atractivo.

Además tenemos que evitar la propagación de la maleza y las plagas que pueden dañar el resto del jardín.

Ordenar y limpiar la casa

El desorden puede ser estresante y desmotivador. La casa suele terminar el día más sucia y desordenada que cuando la ordenamos y la limpiamos más temprano.

Sin embargo, ordenando y limpiando nos sentiremos más organizados y con más control sobre nuestras vidas.

Hacer la cama

Hacer la cama puede parecer una tarea pequeña, pero puede tener un impacto significativo en nuestro estado de ánimo y en nuestra productividad.

Organizar el tiempo

Todos tenemos mucho que hacer, pero es importante encontrar un equilibrio entre el trabajo, la vida personal y el ocio.

Organizar nuestro tiempo puede ayudarnos a aprovechar al máximo nuestro día.

Sí, es verdad. Al final se nos acabará el tiempo. Pero esa es una razón más para organizarnos.

Las personas que llevan una agenda tienen más tiempo libre que las que no lo hacen.

Ser amable con los demás implica batallas que hay que pelear contra uno mismo

Incluso un pequeño acto de bondad puede marcar la diferencia en la vida de alguien.

Ser amable con los demás puede hacer del mundo un lugar más amable. Por supuesto, suena fácil. El mundo está lleno de criterios distintos y opiniones contrarias.

Día a día tenemos que dejar a un lado las diferencias y tratar bien a todos. Es nuestro deber. Por supuesto, no es fácil.

Aprender algo nuevo nos ayuda con las batallas que hay que pelear

El aprendizaje es una forma de crecimiento personal y desarrollo. Aprender algo nuevo puede ayudarnos a ampliar nuestros horizontes y a ver el mundo de una manera diferente.

Estos son solo algunos ejemplos, y hay muchos otros problemas mundanos que vale la pena resolver.

Por supuesto, no todos los problemas cotidianos o mundanos son iguales. Pero por lo general, tienes que resolverlos porque no tienes opción.

Además, resolver problemas, incluso cuando al final son causas perdidas, puede ser una experiencia gratificante.

Algunos problemas son más importantes que otros, y algunos son simplemente imposibles de resolver.

Sin embargo, vale la pena considerar resolverlos aunque sea temporalmente, incluso si sabemos que al final es una causa perdida.

Este actitud nos ayuda a desarrollar nuestra capacidad para resolver problemas, a fortalecer nuestro carácter y a dejar un legado positivo en el mundo, o al menos en quienes nos rodean.

Pelear estas interminables batallas, que como en un videojuego se resetean al día siguiente es inevitable.

Así que es mejor verles el lado útil. Usarlas para mejorar nuestra propia calidad de vida.

Resolver problemas cotidianos, incluso pequeños, puede ayudarnos a sentirnos más cómodos y seguros.

La clave es encontrar problemas que sean importantes para nosotros y que nos motiven a actuar.

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