Hace un momento finalicé de leer un interesante escrito que, con fecha de ayer 5 de Octubre del 2015, sin repercusión alguna ha pasado bajo la mesa.
Al hacerlo, lo relacioné en forma inmediata a un escrito de mi autoría publicado en el mes de Junio de este año con motivo a las acciones de Guyana en nuestra fachada atlántica.
Es mi opinión personal que en estos momentos de oscuridad y de quiebre moral, todos los militares dignos y verdaderamente institucionales, debemos agradecer a la Sra. Peñalver su defensa a la institución.

De manera impecable, a lo largo de su escrito, va colocando las cartas sobre la mesa ante el ímpetu antimilitarista de dos jóvenes periodistas venezolanos con algo de miopía para ver más allá de su desagrado.
Considero que el escrito no tiene desperdicio y hasta el momento no he leído opiniones con sustancia por parte de los propios militares. Por tal razón escribo mi parecer.
Como un abreboca, la pertinencia de esta cita.
» Así que yo no soy de las que cursimente repite como loro, que nuestras fuerzas están aquí para proteger la integridad de nuestro territorio soberano, ni mucho menos la idiotez del espacio ultraterrestre supra yacente ¡No!, lo digo con propiedad, nuestras fuerzas deben estar allí para disuadir al más pintado y si no, prestas a patearle el trasero a quien sea que amenace nuestros intereses.»
Fin de la cita.
Como Militar de formación y convicción, además de abogado constitucionalista, podría agregar muchos argumentos para reafirmar la opinión de la Sra. Thays Peñalver.
En esa línea de argumentos solo quiero aportar que la cacareada y repetitiva frase chavista sobre la unión de la sociedad civil y los militares que con mucha propaganda relacionan con el contenido del Articulo 326 constitucional, relativo a la corresponsabilidad en la defensa integral de la nación, no se logra militarizando ridículamente a la sociedad civil, ni uniformando a diestra y siniestra a miles de ancianos y a gran parte de la población mas necesitada con ese eufemismo de milicias.

Mucho menos la intención de la norma citada fue la de contaminar al tuetano naciónal con todos los vicios y taras acumuladas de lo peor de nuestra naturaleza profesional, apartando e ignorando con toda intención, los aportes a la ética nacional que son base real y soporte de la institución militar como última reserva moral de la nación.

El espíritu, propósito y razón de esa corresponsabilidad en los diferentes ámbitos que involucran el desarrollo y seguridad de la nación, y las diferentes acciones para asegurar su defensa, nada tiene que ver con lo que se ha hecho desde la aprobación de la carta magna en 1999.
Al contrario, han sido acciones orientadas para destruir toda las instituciones, énfasis especial a la propia Fuerza Armada.
Como resultado, hoy observamos con tristeza una Fuerza Armada desmoralizada, mal pagada, sin ningún apresto operacional e «incapaz de disuadir al menos pintado».
Eso también lo observa la hoy crecida y apoyada Guyana, así como otros enemigos tradicionales de Venezuela.

En ese particular, puedo compartir un comentario que publiqué hace algún tiempo en un grupo de militares. Cito
«Solo, por poco tiempo en 1999, pensé que mis compañeros militares podían reivindicar y superar el ideal nacional que despertó y trató de realizar mi Gral. Pérez Jiménez. Hoy 16 años después esos militares transmutados en políticos de la más baja calaña y de la más grande ineptitud solo dan Vergüenza».
Fin de la cita
Agregaría además que esa pequeña cantidad de uniformados con altos grados mal habidos, no son la esencia del ser militar.
A pesar de lo que está a la vista y la vergüenza que producen, esos altos mandos militares que han acompañado la grotesca » Involución bolivariana», han sido y son una mácula que en un futuro de coherencia, podrá ser desvanecida con la brillante luz de la razón y la justicia.
Esa vergonzosa actuación ha sido orientada a influir negativamente en la sociedad, generando odio y repugnancia hacia el sector militar. La percepción de muchos jóvenes profesionales como los que entrevistaron a la Sra. Peñalver, es una muestra de lo que afirmo.
Por tal razón, las contundentes respuestas de la entrevistada reflejadas en su escrito nos muestran la necesidad de un futuro y necesario debate para orientar las correcciones necesarias en una reingeniería o refundación institucional.
Sin embargo, hay que tener presente una frase que, atribuida a Karl Von Clausewitz, enseña que «las naciones que no respeten a su Ejército, irremediablemente serán pasto de un Ejército extranjero».

Este párrafo del preocupante escrito de Thais Peñalver sobre el planteamiento de un difícil tema, hoy fuera de agenda, lo utilizo para finalizar mi opinión.
Es una legítima orientación para un alto mando alejado de su principal misión y centrado en una genuflexa gestión politiquera-partidista. También es recomendable para orientar a una casta política ajena a los intereses vitales del Estado y a toda una sociedad harta del desgobierno. Cito
«Por eso la responsabilidad de los civiles no consiste en hablar tonterías sobre lo militar, sino en garantizar las discusiones necesarias para ver si se cumplen los elementos óptimos de la defensa de estos intereses. Y allí está la gran falla del mundo político y civil venezolano que nunca ha puesto sobre el tapete el tema militar (más allá de los clichés de siempre y socializar con ellos) y no únicamente por cobardía, sino por algo mucho peor, por una supina torpeza civil del mundo militar».
Espero que mis escasos lectores se atrevan a leer y comprender la importancia presente y futura de lo aquí planteado.
Caracas 6 de octubre del año 2015

Coronel Ángel Alberto Bellorín
Abogado Magna Cumlaude
Doctor en Ciencias Jurídicas mención
Derecho Constitucional
Profesor con categoría de Titular
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Conclusión señor coronel bellorin…
VENEZUELA HA DEMOSTRADO QUE ESAS MAL LLAMADAS fan, SON LOS PEORES PARASITOS, EXTOR$IONI$TA$, BUENOS PARA NADA QUE HAYAN EXISTIDO EN NACION ALGUNA.
POR TANTO EN UN FUTURO Y VERDADERO ESTADO DE DERECHO DEBEN ESTAR ENTRE LAS PRIMERAS MAL LLAMADAS instituciones QUE DEBEN SER CONDENADAS A SER SUPRIMIDAS.
PUNTO.