Obediencia versus sumisión
Como es costumbre, trato de sostener mis apreciaciones con argumentos que considero certeros aunque pudieran estar sustentados en falsas premisas y por ello están siempre sujetas a la sana dialéctica.
Agradezco la lectura y rápida difusión de mi escrito anterior que titulé «La guerra con Guyana tiene su primer General «.
Como es costumbre, trato de sostener mis apreciaciones con argumentos que considero certeros aunque pudieran estar sustentados en falsas premisas y por ello están siempre sujetas a la sana dialéctica.
Sin embargo, sobre este último escrito sin plantearse algún debate sobre premisas, estoy moralmente obligado a manifestar que no comparto y rechazo aquellas varias opiniones surgidas que nada aportan al sano debate y que se sostienen en ofensas innecesarias hacia un compañero de armas, en especial cuando provienen de otros compañeros militares que fueron subalternos.
El verdadero profesional de formación militar debe demostrar que esa condición va más allá del uniforme cuando por diversas razones, no lo usa. Lo cortés no quita lo valiente.
Sin tocar la relevancia de las aptitudes indispensables, la actitud externa del militar se valora en aquello de marcial en su porte (aunque esté viejo) y todas las cualidades escritas que nos enseñaron de cadetes. Debo resaltar el respeto con el que fue un superior, la atención con el subalterno y aquello de la conducta irreprochable.
Cómo está reflejado en mi escrito, el hoy Gral. Pompeyo Torrealba Rivero fue un oficial que cuando fui cadete admiré y como oficial activo mantuve contacto en toda la carrera.

Tengo su libro, lo he leído con avidez y hasta lo he regalado como la mejor y más completa obra que sobre el conflicto de Guyana existe en Venezuela. Eso es un hecho sin discusión y el excelente trabajo realizado con un esfuerzo admirable, es un valor agregado que debe respetarse; sobre todo por aquellos compañeros que nada tienen que mostrar.
El libro titulado «A cien años del despojo» es una hermosa obra hecha por un compañero de armas y eso debe ser motivo de orgullo para toda la pretendida «familía militar».

Para quien suscribe, más allá de zancadillas y acusaciones ocurridas contra Pompeyo Torrealba durante su carrera, en cualquier balanza bien calibrada para la justicia, debió ser uno de los primeros generales de su promoción cuando le correspondió ese derecho. Si, y aclaro a los que todavía no saben y repiten estúpidas consignas, que cuando el mérito existe, es verdadero y evidente, el ascenso es un derecho así como debería ser delito que ese mérito se oculte, o se conspire y haga fraude para negarlo.
En mi apreciacion, sus méritos reales eran por largo, muy superiores a los dos compañeros de su promoción Monagas 1969 ; que en 1999, su último año de carrera, como Generales de División acompañaron a Chávez como Ministro uno y Cmdte. General del Ejército el otro.
Ya he escrito sobre el nefasto legado de estos señores que «ciegamente» obedecieron a Chávez antes de irse a sendas embajadas.
De igual manera , mucho he escrito sobre el mérito verdadero en los ascensos militares que hoy con rango constitucional, sigue siendo irrespetado y que por tal razón elaboré y presenté un proyecto de ley de ascensos militares.
Mi crítica a la actuación de un Pompeyo Torrealba ya retirado, hecha en mi escrito anterior, está bien argumentada sin ofensas ni juicios valorativos y aquí me permito profundizar un poco más para los improvisados en el tema Guayana Ezequiba.
En su libro, que todo profesional militar debió haber leído antes de emitir juicio, menciona una cantidad de errores políticos de los diferentes Gobiernos a lo largo de los años que han hecho daño a nuestro legítimo derecho sobre la zona en litigio.

Considero que el presunto error (no sé si es parte de un plan cubano) cometido por Chávez en vivo y en directo el 20 de Febrero del 2004, es más grave de todos los errores políticos que tantas veces hablamos y que el reseña en su libro.
Ese pretendido error cometido por Chávez fue una luz verde para el gobierno guyanes y por tal razón, es de mayor entidad que aquel de poner puestos fronterizos, o el de abrir un consulado entre otros que él con autoridad académica describe en su obra.

También debo considerar que si hubiese colocado ese discurso en su nueva edición, no se lo publican. Son dilemas de moralidad personal y no puedo exigir que mi visión de dignidad sea medida para nadie. Cada quien con sus decisiones y su conciencia.
Este desgobierno nos tiene a los militares retirados con pensiones de hambre y miseria; por tal razón muchos compañeros tratan de resolver sus necesidades de cualquier índole en cualquiera forma. Recordemos que más allá de necesidades básicas, existen de autoestima o de reconocimiento entre otras.

En mi hambre solo mando yo, y he tratado de sobrevivir bajo mis reglas, no las del opresor. Ante esa realidad, cada quien tendrá sus niveles de necesidad y sus límites éticos. Aunque insisto, la adulación activa o pasiva siempre será adulación y muchas veces complicidad.
Para nosotros los militares con seriedad y respeto a nuestra profesión originaria , el tema de la obediencia es casi un tabú, no es nuevo pero siempre evadido en su debate.
Todos los políticos quieren a los militares obedientes, no deliberantes y en el fondo no pensantes.
Los militares por regla están subordinados al gobierno civil. Entonces si Maduro es presidente es el jefe de los militares, así no guste.
Los militares debemos obedecer a nuestros superiores en grado o cargo. Entonces si Padrino López es ministro eterno los militares deben obedecerlo eternamente . Es otra realidad
Desde el año 2007, estoy retirado; sin embargó, estando activo, en el grado de Mayor publiqué un escrito dónde manifesté que » No confundo disciplina con servilismo ni obediencia con sumisión».

En ese mismo escrito dejé claro que » Me importa más lo que sobre mi actuación piensen mis subalternos que lo que puedan opinar mis superiores «
¿ Será que algún compañero que esto lee y con dureza critica y ofende, tendrán algún manifiesto de esa naturaleza hecho público cuando era activo?
No esperé pasar a retiro para expresarlo y practicarlo,sin ofender a nadie asumiendo con valor represalias y consecuencias mi derecho a pensar en forma acertada y no con las gringolas institucionales. En ese mi contexto referencial necesario, debo rechazar y condenar que ahora cómo retirados, sin visualizar los contextos ciertos y evidentes, ofendamos a un compañero de armas que más allá de sus razones, fue nuestro superior y tiene un prestigio como muy pocos .
No quiero ser cómplice, ni fue la intención de mi escrito generar esos ataques y ofensas personales. Respecto de la conducta del hoy General Pompeyo Torrealba, por supuesto que tengo mis juicios valorativos. Ahora bien, por necesario respeto y su condición de juicio de valor, debo ser reservado.
A los que no miden el impacto de sus comentarios, a esos compañeros, superiores o subalternos que critican sin sustancia hasta ofender, generalmente les recomiendo abrir la mochila que cargamos en nuestra espalda y revisar inventarios.
En este caso, esta interrogante es primordial en la moralidad:
¿Fueron militares obedientes o fueron militares sumisos?
Les tengo una última realidad, que pocos encontrarán en su mochila, ni frente al espejo de su conciencia, esa interrogante sólo la responden en forma precisa los que fueron sus subalternos.
Caracas 04 de noviembre del año 2023
Coronel Ángel Alberto Bellorín.
Academia Militar de Venezuela
Prom. Gral. Gregorio Mac Gregor 1977.

Coronel Ángel Alberto Bellorín
Abogado Magna Cumlaude
Doctor en Ciencias Jurídicas mención
Derecho Constitucional
Profesor con categoría de Titular
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