Título original: LA PERIODISTA ESTRELLA Y LAS ESTRELLAS DEL CORONEL: HISTORIA DE UN JUICIO INÚTIL. Por Ángel Alberto Bellorín (4ta entrega).
La fuente militar siguió indignada
Seis meses después de creer finalizado el «asunto Ibeyice»; en febrero del 2002 con nuevas publicaciones, la periodista inició otra cadena de señalamientos falsos, y agraviantes referidos ahora específicamente a mi profesión militar.
Nuevas especies difamatorias, fueron surgiendo en forma progresiva de su pluma, tales como “no tener méritos para ser ascendido al grado de Coronel”, “tener un prontuario disciplinario”, (El Nacional 17-02-2002), “tener una hoja de servicios no transparente”, “formar parte de un plan para arremeter contra periodistas” (El Nacional 17-03-2002) y muchas otras.
Además de exhibirse en la prensa escrita el original, por solidaridad gremial eran difundidas a nivel nacional por la inmensa mayoría de sus colegas en programas de radio, televisión y demás prensa escrita que repetían sus escritos como salmos de la biblia.
Era evidente que todo lo que informaba era proveniente de esa cercana «fuente militar indignada» que no gustaba de ver mérito ajeno. La periodista era su eco sin percatarse en el momento que el secreto de su fuente ya no la salvaba de responsabilidad. Tenia que saber que su fuente mentía y no aplicó los filtros necesarios
Más allá del cambio de notas
Aquí hay otro hecho cierto pero de poco conocimiento público, el señalamiento inicial de acusarme por cambiar calificaciones, no fue el motivo principal del juicio. Esa especie, al ser la primera del conflicto y sin estar prescrita, tenía que encabezar la acusación para demostrar el delito continuado.
Esas nuevas difamaciones iniciadas en Febrero del año 2002 fueron las decisivas para optar ir a ese futuro juicio. La prensa nunca aceptó la verdad y siguieron el plan de minimizar mi reclamo en la simpleza conceptual del cambio de notas. Nunca mostraron el panorama completo y en esa falacia enfilaron sus ataques durante 5 años.
Debo hacer un paréntesis en la cronología narrativa de los eventos para reafirmar lo anterior y me adelanto en el tiempo hasta el 31 de Mayo del año 2004, pocos días después de la sentencia condenatoria. Ese día El Nacional en página central completa nro B-13 publicó un escrito en grandes letras titulado «Solo el profesor universitario tiene el poder de cambiar la nota».
Esa publicación con la firma de Mireya Tabuas y Yelitza Linares, fue titulada con una absurda y falaz afirmación, señalando claramente su intención de defender a su colega y descalificar una sentencia que no leyeron y mantener en el debate el asunto del cambio de notas.
Todo reglamento universitario prevé la posibilidad que el titulo del reportaje niega. En este caso en el juicio, tanto el profesor de la calificación inicial, como el Decano de la facultad que atendió mi apelación y nombró al jurado que modificó la nota inicial, así lo ratificaron.
Esa verdad irrefutable quedó plasmada en la sentencia y está en el video de la audiencia celebrada el 21 de Mayo del 2004.
La propia Chacumbele venezolana
Regresando a la cronología de los hechos difamantes publicados en Febrero del año 2002, es necesario tener presente que desde el 22 de Junio del año 2001, fecha en que la periodista publicó lo que denominó réplica, quedó demostrado que recibió los documentos que obligaban a rectificar y no lo hizo

Tal supuesto fue reafirmado el 03 de Agosto del mismo año cuando para no dejar dudas, dichos documentos y su contenido fueron mencionados en forma precisa y detallada en otra publicación del Nacional.
Esos hechos probados como ciertos, expresan una nueva realidad jurídica fundamental en la responsabilidad de la periodista; ya no se podía ocultar tras el secreto de la fuente militar..

A partir de aquel momento y para futuros señalamientos que impliquen nuevas agresiones a la reputación académica o profesional del Coronel Bellorín, quedaba descartada la básica y elemental defensa de todo periodista, la eterna excusa del ánimo de informar.
Publicar señalamientos difamatorios sobre algo que se presume conoce como falso, es doloso y demuestra el ánimo de difamar. Dejar constancia de recibido esos documentos hace presumir que debió leerlos, así no lo haya hecho.
Las nuevas especies difamatorias publicadas a partir de Febrero del 2002, se enlazaban con las anteriores en un solo impulso de dañar. En estricto derecho y en mi condición de abogado y víctima, no podía presumir su inocencia.
Al negarse a rectificar y por el contrario, seis meses después señalar nuevos hechos concretos dañosos posterior a recibir documentos que prueban lo contrario, hacían presente » la Real Malicia». Demostrarlo en juicio era sencillo y en ese juicio la periodista estrella se estrellaría contra la verdad.
El desprecio a esa verdad y la ambición política de la Lic. Pacheco guiaron su torpeza, convirtiendo la soberbia actitud en una «Difamación Agravada», (por la relevancia pública) y también en «Difamación Continuada» que para los que no conocen el término, significa que acumuló en forma sucesiva varias especies difamatorias.
Toda una «Chacumbele» venezolana que cortó las redes de protección de su trapecio informativo. Eso es verdad categórica.

Solo faltaba el juicio para mostrar, leer y comparar los documentos que recibió en Junio del año 2001 con todas y cada una de las especies difamatorias acumuladas.
Sin embargo, aún estaba dispuesto a otorgarle una nueva oportunidad para ser humilde.
En la próxima entrega: «Y me dejaron solito con mis estrellas»
Caracas, 11 de junio del 2024

Coronel Ángel Alberto Bellorín
Abogado Magna Cumlaude
Doctor en Ciencias Jurídicas mención
Derecho Constitucional
Profesor con categoría de Titular
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