Título original: ADIÓS AL ESPAÑOL Y BIENVENIDO EL ESPERANTO. Por Ángel Alberto Bellorín.
En mis nostálgicos años 60, cuando los de mi generación estudiábamos primaria, la materia con la cual aprendíamos nuestro idioma, se denominaba castellano.
Era un ritual forrar los cuadernos y etiquetarlos con el nombre de la respectiva materia. Por supuesto que allí estaba mi «cuaderno de castellano».

Al cursar bachillerato, esa materia se amplió llamándose «castellano y literatura». Allí conocí a esos clásicos autores peninsulares leyendo obras como las coplas de Jorge Manrique que aun repito de memoria.
En esto de procesos y transiciones, no logro recordar con precisión el momento exacto cuando ocurrió el tránsito del concepto de «castellano», para darle paso al nominativo de «español», un término que para nuestra actual desgracia revolucionaria, terminó imponiéndose.

Para mejor explicación y sin atreverme a mencionar el nombre de la institución que regula las normas gramaticales de ese idioma impuesto por la fuerza colonialista, prefiero citar a Wikipedia y no correr el riesgo de ser señalado como traidor. (Cito)
«El castellano o español es una lengua romance procedente del latín hablado, perteneciente a la familia de lenguas indoeuropeas. Forma parte del grupo ibérico y es originaria de Castilla, reino medieval de la península ibérica. Hay casi 600 millones de personas que hablan español, y es la cuarta lengua más hablada del mundo, tras el inglés, chino mandarín y el hindú». (Fin de la cita)
Algunos se preguntarán: ¿A qué viene tanta paja Bellorín?
Debo contestar con mucha angustia que puede existir la posibilidad de que en Venezuela prohíban el uso del idioma español.
¿No me creen? Veamos.
El día de ayer miércoles 11 de septiembre, por cierto una de las fechas más tenebrosas del siglo XXI, aquel señor que expresaba mayor fe, mayor conocimiento y mayor profundidad en materia de elecciones, que en su profesión de psiquiatra, ordenó lo siguiente. (Cito)
«Romper todo tipo de relaciones con España». (Yo lo vi y lo escuché no me lo contaron)
Acto seguido, comenzó a direccionar sus inapelables instrucciones, porque «habían sido provocados y esa provocación fue aceptada». Por tal razón:
»Que cesen los vuelos desde España a Venezuela y que todas las actividades de índole comercial de empresas españolas sean cesadas de manera inmediata».
Y sentenció.
«Que se vayan de aquí todos los consulados y nos traemos a los nuestros, que se queden con sus asesinos, fascistas y violentos, con esa caterva»
«Que se inste al gobierno a romper, también, con todos los nexos empresariales».
Ahora, le pregunto yo al lector:
¿De todas las relaciones con España, cuál es la más cercana y permanente?
No tengo duda de que todos mis apreciados lectores contestarán al unísono: «EL IDIOMA«.
Recordemos que la guerra contra el español comenzó con destrozar la gramática, con un idílico final en el manoseado lenguaje inclusivo, transitando previamente por los neologismos y la post verdad, para así eliminar todo vestigio de razonamiento en ese idioma.
Entonces: ¿Cuál es el próximo paso?
¿Se dan cuenta que en cualquier momento podrían prohibir hablar español en Venezuela?
¿Cómo hacemos los de la tercera edad, que a juro tenemos que quedarnos en Venezuela?
Como loro viejo no aprende a hablar me quedaré mudo y ya estoy practicando el lenguaje de señas con un amigo
Para los loros más jóvenes, me he tomado la licencia de recomendarles, tanto a ustedes como a sus familiares, que comiencen a aprender «esperanto«.

Esa es una lengua que señalan como neutral, fácil de aprender, adecuada para la comunicación internacional y lo más importante, es que no está relacionada con ningún imperio.
Por las redes y sin ningún interés de lucro, encontré un curso en línea gratis, que promete que aprenden esperanto en diez días. Aproveche no vaya usted a quedarse sin idioma y sin habla.
Post-Data. Al prohibirse el español tampoco se podrá escuchar más a Memo Morales cantando entre flores, fandanguillos y alegrías, aquel pasodoble de mis tiempos de liceísta.
Caracas, 12de Septiembre de 2024

Coronel Ángel Alberto Bellorín
Abogado Magna Cumlaude
Doctor en Ciencias Jurídicas mención
Derecho Constitucional
Profesor con categoría de Titular
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