La periodista estrella y las estrellas del coronel (vigésima novena entrega) – por Ángel Alberto Bellorín

Título original: LA PERIODISTA ESTRELLA Y LAS ESTRELLAS DEL CORONEL: HISTORIA DE UN JUICIO INÚTIL. Por Ángel Alberto Bellorín (29na. entrega).

DEL CÓDIGO DE ÉTICA DEL PERIODISTA

Con los dos expedientes judiciales congelados y finalizado el año 2005 sin los resultados deseados, se hace necesario orientar esta nueva entrega para relatar eventos que involucran a otra institución, que es tan perniciosa, como alcahueta e inútil.

Para tal fin debo citar las siguientes normas y así poder estructurar este capítulo. (Cito)

Artículo 11.
“El periodista comete falta grave cuando comunica de mala fe acusaciones sin pruebas o ataques injustificados a la dignidad, honor o prestigio de personas, instituciones o agrupaciones”

Artículo 13.
“El periodista no podrá, en ningún momento, evadir el cumplimiento del artículo 9 de la ley de ejercicio del periodismo, que dice a la letra: «toda tergiversación de la información debe ser rectificada oportuna y eficientemente. El periodista estará obligado a rectificar y la empresa deberá dar cabida a tal rectificación y a la aclaratoria que formule el afectado».

(Fin de la cita)

Además de estos dos artículos citados, hay muchas otras normas que obligan a la pulcritud de la conducta del periodista. Ahora bien, aunque es aplicable a todas las profesiones, las siguientes son preguntas que debe hacerse cualquier ser racional.

¿Es la ética una intrascendencia, innecesaria y obsoleta?

¿Qué debe hacerse cuando a un periodista le importa un bledo el Estado de Derecho o la deontología profesional y sigue cometiendo faltas graves y perpetrando delitos, en el ejercicio de su profesión?

¿Para qué carajo existe en Venezuela el Colegio Nacional de Periodistas?

Las individuales violaciones, tanto legales como éticas de algunos profesionales del periodismo, por supuesto que afectan al gremio. Y la impunidad siempre ha sido un mal ejemplo, que genera un virulento contagio.

Muchas normas le otorgan a este elefante blanco, (en mal momento institucionalizado como colegio), todo un compendio de competencias administrativas para que actúe e intervenga en hacer cumplir el Código de Ética. Es sólo supervisar las labores profesionales de sus agremiados y tomar acciones. ¿Entonces?

¿Por qué no lo hacen?

DENUNCIAS AL PIPOTE Y AL OLVIDO

En la entrega décimo tercera dediqué un capítulo relacionado con mi intento de hacer que el Colegio de Periodistas, tomara acciones en mi caso, cuando a mediados del año 2004 decidí iniciar un segundo juicio contra Ibéyice Pacheco.

De aquella entrega comparto este párrafo para la respectiva conexión del lector. (Cito).

«Guardo copias de misivas fechadas y firmadas, recibidas el 1 de Junio,1 de Julio y 7 de septiembre del 2004. Sus destinatarios fueron Levy Benshimol, María Elena Cabrera, Desirée Santos Amaral y Helena Salcedo. Solo esta última me respondió aunque hasta allí llegó». (Fin de la cita)

En todas aquellas comunicaciones citadas expliqué mi intención de acudir a esa institución para advertirle que un segundo juicio para Ibéyice Pacheco implicaba la posibilidad jurídica de verdadera prisión física.

Propuse que podrían evitarlo aplicando sus tribunales disciplinarios y lo solicité en los siguientes términos: (Cito)

«Esta actitud de la periodista presenta elementos a mi parecer, suficientes para el ejercicio de nuevas acciones penales que pudieran en caso de ser confirmada en Corte de Apelaciones la reciente sentencia condenatoria, evitar que a la Lic. Pacheco se le concedan los beneficios procesales que le otorga la Ley Penal y tener que cumplir en forma efectiva la condena.

Ante esta posibilidad y como prueba de no ser mi intención la prisión de la periodista, que sigue afirmando que el caso es político, le sugiero me conceda la interpelación la cual tendrá como finalidad presentar una exposición del problema para que las autoridades competentes que regulan la actuación de los comunicadores sociales estudien, analicen y evalúen según el Código de Ética del Periodista, el ejercicio profesional de la Lic. Ibéyice Pacheco; así como despejar las interrogantes o dudas a que hubiera lugar…”
(Fin de la cita).

No había que ser abogado ni científico de la NASA para comprender la razón ética de una propuesta que Levi Benshimol no quiso aceptar o no pudo entender.

COLEGIO CON «C» DE CELESTINA

Lo anterior es un extracto de mi carta fechada el 1 de junio de 2004, dirigida a: Levi Benshimol, Helena Salcedo, Desirée Santos Amaral y María Elena Cabrera formalmente recibida en sus respectivas sedes en la misma fecha.

Hay que resaltar que se propuso evitar la inminente prisión para Ibéyice Pacheco en caso de iniciarse un segundo juicio

En tres comunicaciones diferentes, a razón de una por mes, informé con lujo de detalles jurídicos el porqué la reincidencia llevaría a Ibéyice a la cárcel.

Nada ocurrió durante ese año 2004 y es posible que Levi Benshimol ni las hubiere leído, ya que en diferentes declaraciones posteriores, mencionó recibirlas pero no le pareció relevante.

Es tan lamentable la gestión de este señor que en una entrevista realizada por una bien informada periodista de nombre Solbella Pérez, ésta le hizo referencia a mis solicitudes en los siguientes términos. (Cito)

«El miércoles pasado el coronel Ángel Bellorín denunció que el Colegio Nacional de Periodistas no había actuado frente a su solicitud de tomar medidas disciplinarias contra esta comunicadora (Ibéyice Pacheco) para evitar que enfrentara un juicio penal.»

La periodista, «con los pelos en la mano» y refiriendo un hecho cierto y documentado, recibió la siguiente respuesta. (Cito)

«El Colegio Nacional de Periodistas efectivamente recibió las solicitudes de Bellorín, no obstante no tenían fundamento para pasar a la Pacheco al tribunal disciplinario. Nuestra labor es apoyar a los periodistas en su trabajo y defender la libertad de expresión.

La intención del coronel era desacreditar a la colega. Para el momento que el coronel Bellorín fue al órgano gremial ya había acudido a los tribunales.» (Fin de la cita)

Lo inexplicable de las respuestas de este personaje es que las dio en una rueda de prensa del día 18 de marzo de 2006 para acusar al gobierno de persecución a los periodistas. Ese día Ibéyice Pacheco, con sobrado fundamento jurídico, había sido recluida a causa de la condena a prisión que el pudo detener.

Una prisión producto de la admisión de un segundo juicio que él hubiera evitado de haber leído y entendido las tres cartas que dejé en su oficina y que afirma haber recibido.

Para colmo de idiotez o cinismo, pocos días antes, la periodista Ibéyice Pacheco ante toda Venezuela reconoció que me difamó y ofreció sus disculpas como forma de no enfrentar ese segundo juicio que resultaría con mayor condena que el primero; tal como lo advertí en cada una de las tres cartas.

A pesar de lo evidente, el encargado de velar por el cumplimiento del Código de Ética del Periodista, le mintió a su colega que lo entrevistó y le mintió a Venezuela al afirmar que mi intención era desacreditar a su colega Ibéyice Pacheco.

Si así hubiera sido su colega no hubiese aceptado que me difamó, y en ese momento no estaría en «casa por cárcel» a consecuencia de la connotada alcahuetería de este señor, presidente de ese gremio.

Aquí retumba la interrogante sobre la ética formulada al inicio de esta entrega y merece una nueva lectura de los olvidados artículos del Código de Ética compartidos. Las cartas para revisión de su contenido ya las hice públicas.

Todo lo referente a esta nota informativa fue publicado con el título: «El CNP discutirá sobre persecución judicial contra los periodistas», de Solbella Pérez, en la página 2 del cuerpo 1 de «El Universal» del sábado 18 de marzo de 2006.

UN TRIBUNAL DISCIPLINARIO BAJO SOSPECHA

Lograda la conexión cronológica cognitiva necesaria, explicaré un poco sobre aquella demorada carta de la Sra. Helena Salcedo y las sospechosas circunstancias que rodearon tal respuesta.

Para tal fin, relataré sobre mi última actuación ante el Colegio Nacional de Periodismo presidido por el Sr Levi Benshimol, esta vez en forma directa con su tribunal disciplinario.

La señora Helena Salcedo mediante un oficio del 27 de mayo de 2005 dio señales tardías de pretender actuar ante mi solicitud; a mi parecer, más para ocuparme y distraerme de mis actuaciones judiciales que de actuar verdaderamente contra Ibéyice Pacheco.

En otra correspondencia fechada 6 de junio de 2005 el tribunal decidió invitarme a una reunión

En verdad, considero que ese Colegio conformó una asociación de complot con Primero Justicia, el Poder Judicial, el Ministerio Público, el Bloque de Prensa de Venezuela, la Sociedad Interamericana de Prensa, el equipo de abogados, etc., unidos todos en complicidad corporativa hacia Ibéyice Pacheco en contra «del militar ese».

DOBLAR LA APUESTA Y LA CASA NO JUEGA

Es necesario recordar que dos días antes de esa primera carta, el 25 de mayo de 2005, interpuse la segunda acusación, que fue admitida el día 28 de mayo casualmente al día siguiente de la comunicación de doña Helena Salcedo.

En tal sentido, en su segunda carta del 6 de junio la presidente del órgano disciplinario del gremio propició una reunión efectuada en su sede el 13 de junio de 2005.

Para esa fecha, la segunda acusación había sido admitida y era imposible una negociación como la planteada inicialmente. Recordemos que la sola admisión del nuevo delito, era suficiente para detener el beneficio procesal.

Sumado a las consecuencias jurídicas de la admisión, desde su inicio en junio de 2005, eran fechas donde se estaba complicando el proceso de ese segundo juicio y era mi obligación tener presente la duda.

Al día siguiente de esa reunión, 14 de junio, estaba prevista la audiencia de conciliación que sabía no se iba a realizar por el fraude del auxilio judicial. Tantas señales alertaban sobre ese repentino interés a mi vieja propuesta.

Bajo esas circunstancias y reservas señaladas, el 13 de junio asistí a la reunión y luego de discursos ambiguos que olvidé grabar, decidí subir mi propuesta a un singular 2 x 1 haciendo algunos ajustes a aquella que realicé un año antes y que no fue tomada en consideración en su momento.

Las cartas estaban echadas y con la sartén agarrada por el mango, tomé un complemento direccional ajustado a la realidad de ese momento y solicité que sometieran tanto a Ibéyice Pacheco como a Francisco (Kiko) Bautista al tribunal disciplinario, con las sanciones correspondientes y las respectivas excusas públicas de ambos periodistas

Sólo así me comprometía a una conciliación en ese segundo juicio.

La señora Salcedo sin disimular su sorpresa, me solicitó una ratificación de la vieja denuncia, la cual previa inclusión del señor Bautista, entregué el día 15 de junio de 2005.

Al hacerlo, me retiré de allí con la certeza de que nada harían. La casa me invito a jugar pero no le gustó mi apuesta. Su verdadera ética se hacía evidente

En la próxima entrega comparto la carta entregada para ratificar mi denuncia.

Caracas, 28 de septiembre del 2024

Próxima entrega: «¿Kiko al tribunal disciplinario?»

Coronel Ángel Alberto Bellorín
Abogado Magna Cumlaude
Doctor en Ciencias Jurídicas mención
Derecho Constitucional
Profesor con categoría de Titular

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