Venezuela: Rumbo a la recuperación del Esequibo, XII Fase – Centésima vigésima quinta entrega

(Continuación)

Por: José Chachati Ata

Acciones y decisiones, evaluaciones y esperas. Así se vislumbra el marco actual en cuanto a la fragmentada dinámica que se maneja con respecto al asunto que le concierne a todo el Estado venezolano, relacionado con la recuperación del espacio geográfico integral del Esequibo, en el que está más que claro que el proceso de entendimiento centrado en manos de la Corte Internacional de Justicia como organismo dependiente de la Organización de las Naciones Unidas, tiende a enrumbarse en una dirección alineada a los intereses de las grandes potencias, en el que la actuación de los Estados Unidos de América como cabecera y supremacía de la OTAN, a raíz del conflicto actual entre Rusia y Ucrania, abre una brecha que requiere mucha prudencia y sentido de la oportunidad por parte de Venezuela para el manejo de los dos factores fundamentales que se enlazan con la acción diplomática, como lo son la cooperación y la reciprocidad entre países, en el que el tema energético se ha venido agravando sensiblemente con los países europeos por la situación existente en el área de conflicto, y que de haber
la voluntad real de Venezuela para hacer el mejor uso de estas variables que se insertan frontalmente en el despojo territorial sufrido desde 1899 a través de la sentencia del Laudo de París, darían cabida a una extraordinaria concatenación política para el arribo a un resultado promisor y definitivo a favor indiscutible de la República.

Y esta afirmación adquiere una significativa connotación, considerando que en el estudio de casos anteriores que ya han sido analizados, en el que participaron países del tercer mundo, las negociaciones que se han manejado a nivel del organismo jurídico ya citado, no se han considerado a los Estados de
esta clasificación como actores relevantes en el proceso de análisis, acción y decisión sobre las problemáticas planteadas, sino que se le dio importancia primaria a los intereses de los países que gozaban de mayor fortaleza geoeconómica, geoestratégica y geopolítica; en este sentido, estas
consideraciones justifican plenamente la pregunta actual para el Gobierno Nacional de si resulta o no necesario asumir la relevancia del tema limítrofe entre Venezuela y Guyana en el marco de la situación internacional, en el que están abiertamente involucrados los países que participaron precisamente en la nefasta sentencia de 1899, como lo son los Estados Unidos de América, Rusia y Gran Bretaña. La respuesta definitiva e inequívoca es Sí en el marco de la coyuntura actual.

A criterio del suscrito, este es un buen momento para que la aproximación crítica al rol que están ejerciendo las instituciones internacionales como la Organización de las Naciones Unidas, a través de su Secretario General, Antonio Guterres, y de la Corte Internacional de La Haya, adopten actitudes correctivas y ajustadas a la realidad del nuevo orden mundial, siendo estas organizaciones quienes actuaron inadecuadamente al asumir erróneamente competencias que no le corresponden, contrayendo con ello el ejercicio de la dominación y de dependencia de ellas por parte tanto del Gobierno de Venezuela como de Guyana, a raíz de la demanda introducida por el Gobierno de este último país, bajo la
premisa de un falso positivo que ha pretendido mantener manipuladamente en contra del gentilicio nacional, victimizándose cual Estado profundo ante la comunidad internacional mediante el pronunciamiento de grises discursos, dado que no le ha quedado más remedio que buscar ante una instancia judicial la aprobación de la sentencia de París de 1899, al carecer dicho Gobierno de
pruebas sólidas que demuestren fehacientemente ante el mundo que dicho territorio despojado le pertenecía a Gran Bretaña, mientras que Venezuela ha sido firme y clara en su demostración con los hechos indiscutibles que le otorgan el mérito de poseer un territorio obtenido legítimamente a raíz de las guerras independentistas, y no mediante el otorgamiento viciado que le fue cedido a los guyaneses por una potencia europea.

La dependencia en sí, es la variable primordial que caracteriza a las relaciones internacionales de hoy en día, al que se le suman de acuerdo a los intereses establecidos como parte del concepto estratégico de los países del primer mundo, la necesidad de explotación y de dominación, hecho que se ha vislumbrado en estos últimos años al norte de la América del sur a través de las concesiones otorgadas por el Gobierno de Guyana a la empresa trasnacional Exxon Mobil, así como a otras empresas de origen chino y canadiense; sin embargo, no todo cuanto brilla es oro, dado que en la coyuntura actual, se concibe a la cooperación internacional como un escenario posible para Venezuela, por haberse concebido el mismo en unas condiciones que ya están dadas, así como también con probabilidad de manejarse mediante la implementación de estrategias de desarrollo orientadas hacia un cambio proclive al mejoramiento de las
relaciones internacionales, en el que se están estableciendo nuevas reglas, pero estas no pueden existir para beneficio unilateral de los países del primer mundo, sino que en el caso que nos concierne a todos los venezolanos, hay crudas y elevadas corresponsabilidades de esos países que deben atenderse con
capacidad de respuesta definitiva a favor de Venezuela por múltiples razones, y no simplemente para orientar el contexto de la cooperación a una concepción asociada a determinadas acciones dirigidas a lograr la dominación como parte de sus intereses.

En el marco de este señalamiento, los venezolanos no solo deben retroalimentarse de las acciones heroicas realizadas por nuestros Patriotas en el siglo XIX, lideradas por el Padre de la Patria, el Libertador Simón Bolívar, quien dejó muy en claro la pertenencia del Territorio Esequibo como límite oriental de La
Gran Colombia, y lógicamente al momento de la separación de Colombia y Venezuela, se mantuvo el límite oriental respectivo, por lo que considero también que el gentilicio nacional que protagoniza desde hace poco la propia historia del siglo XXI, debe sustentar la realidad de lo que nos pertenece con el soporte, el sentir, el espíritu de lucha, el sentido de integridad territorial y el pronunciamiento permanente ante el mundo como parte no solo de la política exterior del Gobierno, sino de la esencia que nace en profundidad del corazón y la mente de cada uno de los venezolanos, para hacerle entender a los organismos internacionales y al mundo, que este tema no es solo de Gobiernos como han pretendido manejarlo, sino que la injusticia cometida va mucho más allá de la simpleza con la que se ha
querido manejar el caso hasta ahora, lo cual es aun de forma, pero de fondo, jamás podrán dictaminar algo que va en contra de todo cuanto se conoce.

He aquí donde una vez más, el Gobierno Nacional requiere exacerbar las acciones internas y externas sobre el tema en cuestión, en paralelo a la actuación de la Corte Internacional de Justicia, en el que el silencio en sí debe ser visto como una actuación repetitiva de otros Gobiernos anteriores, pero las circunstancias actuales en el tablero estratégico internacional han dado un golpe de timón que coloca la proa de Venezuela en condiciones muy distintas que avizoran el seguir con elevada prudencia hacia caminos adecuados para que Guyana entienda el grave error cometido al haberle dado la espalda al Acuerdo de Ginebra de 1966, aunado a que el gentilicio de esta privilegiado país, pueda afirmar realmente que el sol de Venezuela, nació y seguirá naciendo en el Esequibo.

Por: C/A (r) Dr. José Chachati Ata

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