Venezuela: Rumbo a la recuperación del Esequibo (11va. entrega)

(Continuación)

A propósito de culminar con el último artículo de la primera fase de los diferentes escritos presentados hasta ahora, sobre las variables que deben considerarse en la ecuación del posible rumbo que debería adoptar la República
en aras de alcanzar la reivindicación del espacio geográfico integral del Esequibo, se agregan cuatro factores inmersos en la Defensa integral, siendo el primero de estos el poder estructural situacional, en el que “la negociación es un proceso de decisión independiente, en el cual los resultados para cada parte dependen no solo de su propia acción sino de lo que haga, deje de hacer o se piense que vaya a hacer el otro” (Garavini, 2004) (p.209).

En este contexto, en el sistema internacional las avenencias son por lo general asimétricas, en otras palabras, el concierto se da entre dos actores, dos Estados, cuyos recursos y capacidades son desiguales. Las concepciones tradicionales del poder en la teoría de las relaciones internacionales, no son suficientes para entender la avenencia asimétrica: “en general estas asumen que el actor fuerte, poderoso ganará por definición, cualquier acuerdo con un actor débil” (ibidem, p.209). El concepto de poder es factor central de la ciencia política, pero también uno de los más viscosos. El más utilizado es: “…poder es la posibilidad de determinar la conducta de los demás sin consideración a su voluntad” (ibidem, p.210).

Este concepto entre dos actores “X” y “Y”, se define como “…la capacidad que tiene un actor” X” de usar sus recursos en un proceso con un actor “Y”, para lograr cambios que producen resultados preferidos en su relación con “Y” (ibidem, p.210). Se debe destacar que toda avenencia implica que ambos actores poseen algún poder. El mínimo nivel de poder en un concierto, es el poder de salirse. El logro unilateral de objetivos no forma parte de este concierto, es el opuesto: “la razón por la cual se negocia es lograr algo mejor de lo que se podría obtener sin negociación” (ibidem, p.210).

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En la avenencia hace falta diferenciar entre el poder estructural y el poder táctico, a su vez, el poder estructural puede ser agregado o situacional. William Habeeb (1988), define al poder estructural agregado como “…los recursos de un actor, sus capacidades potenciales y su posición frente al mundo exterior como un todo” (ibidem, p.211). En el caso de los Estados, el poder estructural agregado tiene que ver con los recursos totales o agregados nacionales: demográficos, económicos, militares, psicosociales. El poder estructural agregado es potencialmente medible y describe la posición de un Estado en el sistema internacional, lo que es relevante en el proceso de entendimiento. Pero si esto fuese solo suficiente, los Estados poderosos o superpotencias estarían predestinados a ganarle siempre en la avenencia a potencias menores, lo cual no es cierto.

La balanza del poder situacional en relaciones específicas, está determinada por dos variables: las alternativas y la intensidad con la que se desea o necesita un resultado preferible. Las alternativas se refieren a la habilidad de un determinado actor “X” en lograr resultados preferidos, fuera del acuerdo con el actor “Y”. La intensidad con la cual el actor desea o necesita su resultado preferido, está basada en el valor que cada actor le asigna a los  potenciales resultados. Tanto las alternativas como la intensidad con la que se desea algo son espadas de doble filo. A veces, no tener alternativas puede aumentar el poder de un actor. También pasa con la intensidad del deseo, si está basada en la necesidad y no en la aspiración puede convertirse en debilidad: “…porque convierte al actor que necesita en dependiente de quien está en capacidad de satisfacer esa necesidad” (ibidem, p.211).

Las alternativas y la intensidad se pueden compensar mutuamente. La carencia de alternativas puede ser compensada por mayores intensidades. Sin embargo, el poder estructural describe simplemente la situación, y por sí solo no puede explicar los resultados del entendimiento. Hay que “trasladar” esa capacidad potencial del poder estructural en un proceso de concierto particular.

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Este proceso de traducción se puede definir como el poder táctico. El poder táctico se refiere a la conducta de los actores en la avenencia, el proceso en el cual maniobran y usan sus recursos (agregados y situacionales) para lograr sus resultados preferidos. Se refiere, obviamente, a las diferentes tácticas: amenazas, advertencias, predicciones, recompensas, premios, castigos, formación de coaliciones o alianzas. Tiene que ver con las capacidades de comunicación, persuasión y la credibilidad de cada actor. El poder táctico actúa en el nivel del poder situacional; el objetivo de las tácticas de avenencia por cada actor, es alterar la balanza del poder situacional en su favor. Esto se evidencia en la capacidad de ampliar las alternativas de los actores o reducir las del oponente, aumentar la intensidad de los resultados preferidos o disminuir la intensidad del adversario.

Como segundo factor de importancia en el contexto de la Defensa integral de la Nación venezolana, resaltan los elementos geopolíticos; en este sentido, Vidal de la Blache (1890) considera que se debe investigar siempre la explicación del fenómeno geográfico, rehusando detenerse en la simple comprobación de los hechos y en su clasificación. No sólo se discute el espacio sino también el tiempo, la duración, y por consiguiente la historia y las relaciones con otros fenómenos geográficos o no: “Porque el hecho no permanece constantemente el mismo, estáticamente implantado, sino que varía dando a los fenómenos geográficos un carácter de noción nueva e importante que este autor introdujo: la razón principal es la acción del hombre que resulta de acción deliberada, y no de impulsos biológicos. En fin, se pone de relieve la importancia de las relaciones, de los intercambios, de las comunicaciones, en la vida de las naciones y de las regiones, lo cual va creciendo con el progreso” (Celerier, 1975, p.11).

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Es necesario reconocer que la geopolítica tiene el mérito de despejar los hechos que determinan la situación política, al menos para explicarla por parte. Esta puede encerrarse en las fronteras de las naciones, pero también
“…desbordar y concernir a varios Estados, cuyo parentesco político queda así aclarado. Inversamente, establece las consecuencias geográficas de política”. (ibidem, p.16). El factor tiempo no está descuidado. Más que  situaciones estáticas descritas en un momento dado, la geopolítica “…intenta aclarar sus causas, sus tendencias y su evolución. Permite así no prever el futuro, por lo menos examinar las eventualidades” (ibidem, p.16). Los factores estables están enmarcados en: “El espacio y sus divisiones, donde la geopolítica considera el espacio en la medida en que el hombre lo habita y lo utiliza. En el plano internacional, querer cambios no indispensables pero fructuosos para un solo Estado a costa de otros, es hacer política de conquista y de hegemonía, pero no querer cambios que la vida del mundo actual impone, es hacer política de aislamiento negativa y utópica” (ibidem, p.20) (el subrayado es nuestro).

Estos factores indisolublemente están ligados al territorio y su extensión, como valor tangible fundamental para la población de la nación: El territorio, que está en primer lugar para un pueblo, el bien sagrado e intangible, que solo puede ser modificado por la suerte de las armas o la voluntad casi unánime de los que lo habitan. La extensión no tiene el valor determinante que tan a menudo se le atribuye al comparar los grandes y pequeños Estados, aún con igual densidad poblacional. En cambio sí juegan la organización económica y las cualidades de la nación, y ésta es la razón de que sean falsas ciertas tesis como las de la superficie óptima de un Estado o espacio vital. La calidad priva” (ibidem, p.20) (el subrayado es nuestro).

Las estructuras sociales se basan en el régimen político y la organización económica, pero también, en la historia, costumbres, tradiciones y creencias. Aún más, las estructuras políticas permiten aproximaciones y establecen parentescos: este es el caso de la comunidad anglosajona. Tal parentesco crea intereses, ideales, objetivos comunes que las naciones intentan promover y, si es necesario, defender en conjunto; “… en un mundo donde el cuadro nacional se vuelve demasiado estrecho para la expansión normal de las poblaciones, este es un objetivo permanente de la política exterior” (ibidem, p.30). Estas estructuras sociales también comparten sensiblemente las afinidades espirituales de toda clase, y estas son fuerzas atractivas entre las naciones que comparten la misma concepción moral o intelectual: religión común, herencia histórica de cultura, lenguas hermanas, formación escolar y universitaria concedida por un país a otros, etc., “…los anglosajones, las antiguas colonias y sus ex metrópolis son ejemplos” (ibidem, p.37).

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El tercer factor lo conforma la Política Exterior de un Estado, la cual debe estar orientada y definida por sus características fundamentales y por sus intereses permanentes. Partiendo de de las características fundamentales es que se procede con la elaboración de objetivos claros y precisos. Aquellas condiciones que afectan la soberanía, no deben reflejar la posición de sola parcialidad política, sino deben ser el consenso entre las principales fuerzas políticas y expertos en la materia. La política exterior debe contemplar la verdadera acción exterior, con capacidad de gestión y respuesta, por consiguiente no basta con “…abstenerse, con no afirmar, en ofrecer respuestas dubitativas o equívocas, ni menos en esperar cada golpe del adversario para ensayar la respuesta precipitada” (Morales, 1989, p.205).

La política exterior debe ser dinámica aunque no estrambótica, ni excesivamente protagónica, no populista pero sí “participativa”. Esta debe superar esa especie de abulia estructural que con frecuencia caracteriza la imagen externa venezolana. En general, la respuesta del Estado venezolano del siglo XX y en parte del siglo XX!, ha sido por lo general tardía y poco coherente. La utilización de un lenguaje equívoco y huidizo revela la existencia de
“…políticas elaboradas sobre la marcha y con no poca frecuencia de carácter espasmódico, en contraste con políticas y estrategias definidas, permanentes” (Ibidem, 1989, p.205).

Es necesario igualmente tener clara la posición estratégica de cada Estado, lo que consiste fundamentalmente en evaluar aquellos factores que inciden de manera crucial sobre la supervivencia y viabilidad a largo plazo de”…la nación venezolana como entidad autónoma, independiente y democrática y, en determinar la dirección general que debe seguir la política exterior“ (Ibidem,1989, p.205) (El subrayado es nuestro). La Ley Orgánica de Seguridad de la Nación establece en cuanto a la política exterior del Estado venezolano en su artículo 19: “…es un elemento esencial y concordante con los planes de la República; su proyección ante la comunidad internacional está basada fundamentalmente en la autodeterminación, la solidaridad y cooperación entre los pueblos, promocionando y favoreciendo la integración en sintonía con el desarrollo integral de la Nación” (p.5).

Por último, el cuarto factor requerido en el marco de la defensa Integral de la Nación es la viabilidad de los pequeños Estados, en la que Peñalver afirma “…el concepto de que la Nación por razones de tamaño, no puede permitirse el lujo de la independencia, implica que la doctrina carece de sentido” (Morales, 1978, p.218). La pequeña isla de la Polinesia, Nauru con población de 6.000 personas, con enormes depósitos de fosfato, tiene el más alto ingreso per cápita del mundo. Naciones pequeñas como Israel, Japón, Corea del Sur, con superficie territorial, han ido en franco desarrollo económico y tecnológico. En un coloquio sobre el Caribe, Manigat señaló que “… no se trata de la viabilidad para manejar la paz nuclear, ni de sobresalir en las relaciones internacionales como ente poderoso, pero sí de encontrar un medio de asegurar la subsistencia” (Morales, 1.988, p.219).

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La dimensión de un Estado hace que automáticamente sea más fuerte? Para Sanguin (1981), la respuesta es “no”, dado que la dimensión territorial es “… noción completamente relativa y no existe relación mecánica entre
el territorio y la fuerza política del Estado” (p.19). Mauritania es más extensa que cualquier Estado del mercado común, pero con la población escasamente superior al millón de habitantes y la capital de 70.000 personas, no detenta ningún peso político. España posee la población tres veces más elevada que la de los países bajos, pero esta pequeña nación desarrolla un comercio internacional tres veces mayor que el de España, y su principal puerto, Rótterdam, es el primero del mundo en tonelaje y tráfico. Muchos Estados con gran territorio consumen sus energías en controlar su superficie nacional. La dimensión aparece, por un lado como un criterio en estrecha vinculación con el control efectivo del poder central hasta las fronteras y hasta las partes más remotas del país. De allí, Sanguin (1.981) expresa: “… hasta donde conviene considerar la enormidad territorial como ventaja significativa? Los territorios con amplia expansión territorial tienen sus desventajas políticas – económicas. El primer punto negativo reside en la dificultad de controlar eficazmente la totalidad del territorio. Este contraste físico-social da lugar a un grave problema de comunicaciones, por lo que el Estado se desgasta tratando de controlar estas fuerzas centrífugas. El segundo punto es un problema de inexistencia suficiente de transporte y de redes de circulación” (p.21).

Como consecuencia de la revolución tecnológica, muchas naciones y sociedades no sobrevivirán como entidades independientes. Farrel, ha expresado que “…dichas sociedades se desintegrarán económica y socialmente o serán
absorbidas por otros Estados, por lo que de las soluciones alternativas puede ser la integración” (Ibidem, p. 222). Más claro no canta un gallo, por lo que Venezuela tiene todos los elementos necesarios para llevar a cabo de manera inmediata la recuperación requerida del Esequibo, y de parte de la República Cooperativa de Guyana, ya está bueno de tantas excusas y artimañas manipuladas que carecen de base. Es hora de adoptar las acciones requeridas.

 

José Chachati Ata

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