Venezuela desesperada por virosis y enfrentamientos políticos

Cuando la peste negra  y la española invadió el mundo dejando una cifra incalculable de muertes, la gente comenzó a sufrir el horror por la invasión de contagios con ausencia de tecnologías.

Largos años después, esta nueva generación se enfrenta al peor enemigo de la historia,  algunos lo califica como la Tercera Guerra Mundial sin balas, desarrollada desde un laboratorio que dejó a su principal descubridor sin vida.

China comunista siempre fue odiada, pero a la vez aceptada por su osadía con el extenso y torcido mercado para la venta de todo tipo de artículos. En Venezuela se recuerda y muchos denunciaban que las latas de sardinas elaboradas en nuestro país, después de usadas y llevadas directo a la basura, retornaban transformadas en carritos para niños entre otras exquisiteces, con la inscripción “Made in China” y por otro lado la marca de Atún Margarita. Aún así, comprábamos a los chinos sus corotos con olor fétido al estilo engañoso de los comunistas.

Hoy, ante su diseño más pavoroso donde volaron los murciélagos, el régimen moribundo de Venezuela ofrece un combo proteico contentivo de sardinas y atún. Sería fatal que un contagio de Covid-19 también estuviera incluido.

El desespero mundial es tan peligroso como el mismo coronavirus, ha dejado a flor de piel la madera poco fina y vacía de los políticos, al debatirse a quién le corresponde tomar las riendas para enfrentar la pandemia. Tin, Marin.

Venezuela por ejemplo, ha invocado la conformación de un Gobierno de Emergencia Nacional ante el avance en el país de los contagios con el saldo de tres vidas perdidas  y 129 casos. Cifras que no son creíbles para los opositores.

El país está en la ruina, lo dejaron así a partir del peor ataque microbiano que llegó a Venezuela  a finales de la década del 90; de ahí en adelante, no ha salido vacuna que controle los efectos nocivos de esa pandemia con el cobro de tantas vidas o más que las contabilizadas por las guerras parasitarias del Oriente Medio.

El desespero aun es mayor cuando entra en escena la investigación judicial que pesa sobre los eternos, adelantada con tiempo coincidencialmente suficiente de los más altos personajes del gobierno, desde su presidente y aliados, involucrados en el negocio de drogas, entre otras “nimiedades”.

Por momentos ellos dejan a un lado los contagios microbianos, razón por la cual no les creen las cifras anunciadas, están apresurados ajustando entradas y salidas sospechosas por lo que pueda ocurrir en cualquier momento, sobre todo después de conocerse el precio en dólares por las cabezas de los ejemplares.

Obviamente, el desespero por hambre en un país destruido es monumental, obtener 15 y 10 millones de dólares por ayudar a capturar a los más buscados, deja a un lado a Covid-19  porque la apetitosa suma brinda un alivio esperanzador estomacal en la población. Nada que ver con el combo proteico.

Así pues, la vida del venezolano sufre un nuevo cambio, se acabaron los fines de semana, ahora son de lunes a lunes, el coronavirus enfrenta al “virus aterciopelado” de la silla presidencial, en mayor desespero porque ha comenzado la persecución de líderes opositores, les han dejado consignas en sus residencias, como al gobernador de Nueva Esparta bajo amenazas, sólo es muestra del desespero que vive el régimen por el desarrollo de su principal síntoma: me están tumbando.

Venezuela es una hamburguesa, como siempre, los venezolanos están en el medio, soportando penurias por los pésimos servicios, escasez de alimentos que se avecina y una cuarentena con tapabocas y guantes incluidos que tiene a la gente desesperada, tratando de hacer algo por rescatar la vida y no poder hacer nada.

Finalmente, tomamos la Biblia y leemos, está escrito: no desesperen, tengan fe.

 

@SusanaMorffe
Curadas

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