(Continuación)
Por: José Chachati Ata
Me sigue llamando especial atención, el hecho que el Gobierno de Guyana decidió desde hace unos años no mirar al pasado, cambiando con ello el orden de sus piezas estratégicas, sencillamente porque no ha tenido basamentos geohistóricos de lucha, ni de conquista, salvo que la raza original de la población fue traída desde África como esclavos de los ingleses, siendo ello la única historia que sustenta la pertenencia del territorio ubicado al este del río Esequibo, mas no el que se encuentra al oeste de dicho río, salvo por el hecho de haberlo recibido por otorgamiento del Gobierno Británico bajo la reclamación venezolana, y con el compromiso adquirido a través del Acuerdo de Ginebra de 1966, a propósito de buscar una solución aceptable, práctica y satisfactoria para ambas partes, hecho que decidió obviar el Gobierno del país vecino, con el apoyo del Secretario de la Organización de las Naciones Unidas, quien optó por la vía judicial, abriendo la ventana que conllevó a la demanda introducida contra Venezuela en la Corte Internacional de Justicia , a fin de validar la sentencia del Laudo Arbitral de París de 1899.
Y manifestaba que me sigue llamando la atención el cambio realizado por Guyana, quien optó por cambiar su estrategia, dejando el cuadro del pasado basado en la reclamación de un territorio que ella sabe muy bien al igual que los ingleses que no le pertenece, en manos de un tercero como lo es el citado organismo jurídico, y así decidió planificar el cambio de sus políticas y estrategias, planes, proyectos y programas con miras hacia el futuro, estructurando sólidas bases de desarrollo que han dado cabida a la apertura del país en el campo petrolero, y sin importarles lo establecido en el Artículo V del Acuerdo firmado en 1966, decidieron cual cara dura, omitir el mismo, para otorgar licitaciones ilegítimas a empresas trasnacionales como la ExxonMobil, CNOOC, Repsol y Total, abarcando la explotación del petróleo existente en la plataforma continental de los espacios acuáticos del Esequibo, es decir, recursos
que le pertenecen a todos los venezolanos, lo que implica que se está afectando el sentido de exclusividad del gentilicio nacional, siendo ello uno de los pilares que sustentan la Defensa Integral de la Nación. Será que todo ello quedó simplemente estampado en papel para Venezuela, señalado en el marco constitucional sin que se generen acciones adicionales, y mientras tanto el Gobierno de Guyana, continúa abiertamente ejerciendo dichas actividades económicas como administradora del territorio, pero solo para su beneficio?
- Leer También: Venezuela: Rumbo a la recuperación del Esequibo, XIII Fase – Centésima trigésima quinta entrega
En atención a esa mira cambiante hacia el futuro, a propósito de darle un vuelco a su economía y al desarrollo del país, Guyana es hoy en día una potencia petrolera y gasífera, con un promedio de disponibilidad de 9.000 millones de barriles de petróleo en los espacios acuáticos, aparte de los existentes
en el espacio continental que se extienden hasta Surinam, alcanzando un promedio de 3.000 millones de barriles, produciendo en promedio 340.000 barriles por día, siendo ello un valor aproximado a lo que produce Venezuela en la actualidad. Adicionalmente, el tema migratorio que había sufrido Guyana años
atrás, a raíz de esta bonanza petrolera, ha logrado que muchos connacionales guyaneses estén regresando a su país, por lo que valdría la pena preguntarse, en el caso de Venezuela, siendo muy importante qué sigamos mirando hacia el pasado con la importancia requerida, ¿por qué nos sustentamos tanto y solamente en nuestra historia, dándole a ello una extraordinaria importancia,
lo cual tiene un peso de primer orden, pero no lo hacemos con mayor ahínco y con el denuedo que se requiere enfocando nuestras estrategias hacia el desarrollo de nuestro futuro, teniendo todo el potencial que aguarda en nuestro suelo patrio?
La interrogante anterior amerita una evaluación por parte de Venezuela, de las formas de acción de nuestros países vecinos, considerando las variables geopolíticas y geoestratégicas que se mueven en el tablero estratégico regional y mundial, en el que Venezuela no puede obviar que Brasil forma parte del grupo BRICS (Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica), país que está involucrado en un proceso de desarrollo y crecimiento que juega un rol preponderante en este nuevo orden mundial, y que ha ido fortaleciendo sus relaciones diplomáticas con Guyana, tomando en consideración el deseo de expansión de dicho país por alcanzar una salida directa al norte del océano Atlántico, aunado a la participación de las empresas petroleras trasnacionales que se encuentran explotando en Colombia, y que ya han manifestado su interés en continuar con Guyana, sin olvidar el contexto propio del Plan Colombia con la presencia norteamericana y sus incidencias, todo ello complementado con la tendencia de Guyana en fortalecerse militarmente como fue explicado la semana anterior, en conjunto con las actividades de desarrollo que lleva a cabo en la actualidad, mientras se lleva el manejo en paralelo con los países del Grupo de Lima y de la Caricom, presentando una relación irrespetuosa con Venezuela que yo ya había calificado como “la vacilación diplomática”.

Es por todo ello y más aún, que Venezuela debería dar de una vez por todas, sólidos pasos hacia adelante. El país en la actualidad, requiere de gigantescos esfuerzos de atención y recuperación en muchas áreas correspondientes a los siete ámbitos del interés nacional, es decir, debemos aglutinar a los mejores expertos en las diferentes áreas, e iniciar con la licitación de algunas concesiones en materia de desarrollo petrolero conjunto, tanto en el área geográfica continental venezolana como en los espacios acuáticos que nos pertenecen, con un verdadero plan de acción tendiente a la protección ecológica y al desarrollo forestal o minero bajo un control calificado y depurado, así como es relevante también, evaluar el manejo y las relaciones del Gobierno de la República Cooperativa de Guyana con las empresas transnacionales, en especial con Exxon Mobil.
En este proceso de participación de Venezuela desde las Naciones Unidas como miembro de la Comisión para la liberación de las colonias y otorgamiento de la independencia de naciones, tal como ocurrió con la República Cooperativa de Guyana, además del apoyo brindado en la solución de conflictos propios de la región latinoamericana, Venezuela ha tenido especial relevancia cuando ha tenido la voluntad de actuar, tomando iniciativas que han ido más allá de sus fronteras, y en este contexto, no podemos tapar el sol con un dedo y no darnos cuenta que hemos ido perdiendo un valioso terreno en el ámbito geopolítico regional, por lo que se requiere rescatar ese liderazgo que caracterizó a Venezuela durante las últimas cuatro décadas del siglo pasado y principio de éste.
Y mientras el caso de la controversia territorial sobre el Esequibo se maneja por decisión unilateral del Secretario General de La ONU y del Gobierno de Guyana, en la Corte Internacional de Justicia, el Estado venezolano debería encaminarse en la atención de los siete ámbitos del interés nacional, comenzando por conocer a fondo el territorio que se convertirá en el vigésimo cuarto Estado venezolano, en el que se han hecho importantes y un tanto dispersos estudios hasta ahora, que deberían conformar la estructuración de un cúmulo de proyectos de desarrollo basados en la información disponible sobre su geografía, recursos naturales, flora, hidrografía, fauna, áreas que ameritan atención inmediata, y conectividades requeridas para la ordenación y clasificación estratégica de las diferentes modalidades.

Paralelamente, se debe estudiar más a fondo a la población que allí habita, conocer las tendencias, cultura, potencialidades, problemas que confronta actualmente la misma, los índices de pobreza y de desarrollo humano, las amenazas en la región, así como las actividades productivas que realiza, las tasas
de desempleo, los niveles socioeconómicos al igual que los conflictos entre ellos. De particular interés es el análisis de las relaciones internacionales que manejan tanto Venezuela como Guyana, particularmente en el caso de Estados Unidos, Gran Bretaña, Cuba, China, Canadá, Brasil, Colombia, Organización de las
Naciones Unidas (recordando que la Corte Internacional de Justicia le rinde cuentas de su gestión a ese organismo), Caricom, Grupo de Lima, etc., quienes en el caso de Venezuela, han utilizado los mecanismos necesarios para lograr decisiones desfavorables a nuestro país, por lo que es hora de voltear la tortilla, porque tampoco es que existen irreconciliables diferencias con Venezuela, sino que ello se traduce en la necesidad de aprovechar la coyuntura actual que se mueve en el tablero estratégico mundial, mediante el uso que concede la fuerza de la sapiencia y la coherencia necesaria. No podemos seguir en un estado de aparente pasividad, pero reaccionarios y efervescentes solo al momento de ocurrencia de algún evento importante.
Sobre el ámbito militar, ya se escribió la semana anterior al respecto, por lo que las alianzas de Venezuela sobre este particular, ameritan definir con claridad el evitar a como dé lugar, las consecuencias de un efecto sándwich creado estratégicamente entre Colombia y Brasil con Guyana, bajo el amparo de otras potencias, que tienen una clara corresponsabilidad en este litigio territorial, y simplemente se han lavado las manos por conveniencias políticas y económicas, buscando inclinar la balanza OTAN-ONU en favor de Guyana ante la Corte Internacional de Justicia, mientras se adoptan actuaciones colaterales propias de la diplomacia cañonera, y sustentado en ello, ratifico la actuación irrespetuosa del Gobierno de Guyana, de seguir jugando a la “vacilación diplomática”. No hay peor ciego que quien no quiera ver.
Mientras se esgrime la situación jurídica, geoeconómica, geopolítica y geoestratégica en la región, el Estado venezolano debe continuar exigiendo que se le dé cumplimiento al Acuerdo de Ginebra de 1966, tendiente a una solución práctica y satisfactoria de la controversia, así como ampliar el alcance de la plataforma continental más allá de las doscientas millas náuticas mediante la inserción de lo que he definido anteriormente como el mar patrio venezolano, de manera que no se aprovechen solo los recursos del suelo y subsuelo marino, sino los existentes en el propio espacio acuático correspondiente a lo que es hoy en día alta mar, y ello debería realizarse considerando el interés de Guyana en el campo petrolero y su solicitud ante la Comisión delimitadora de la Plataforma Continental de la ONU para ampliar su plataforma continental 150 millas náuticas adicionales después de la zona económica exclusiva.
Pero el asunto anterior no es solo involucrar a la Comisión antes citada, sino también dejar muy claro ante Guyana que la libre salida de Venezuela hacia el Atlántico no está sujeta a algún tipo de negociación, por lo que la delimitación de los espacios acuáticos debe ser resuelta por acuerdo bilateral, una vez que se defina el espacio geográfico continental respectivo, pero para esto último, de acuerdo a los diferentes escritos y criterios presentados por diferentes expertos sobre la materia, se requiere una política de Estado derivada del consenso de todos los venezolanos, y en este particular, estoy muy de acuerdo con ello.
El hecho de haber dejado el Gobierno de Guyana de llegar a un entendimiento bilateral con Venezuela, propiciado por el Secretario General de la Organización de las Naciones Unidas, para ir a la Corte Internacional de Justicia, mientras ella se desarrolla a costillas de los venezolanos, es una sajadura que ha
generado agrias diatribas, resquebrajando su compromiso establecido en el Acuerdo de Ginebra de 1966, que en definitiva no constituye una solución práctica, y todo ello se generó por no haberse mostrado nunca la firme voluntad del Gobierno guyanés para resolver la controversia territorial; además de la innegable actuación efervescente de la política venezolana, que reacciona solo ante la ocurrencia de eventos que inciden sobre nuestra integridad territorial. Pues a través de todos cuantos lean este artículo, los invito a que aporten su grano de sapiencia, porque el litigio territorial sobre el espacio geográfico integral del Esequibo se encajone en una sumatoria de intenciones sin la fuerza política necesaria, sino más bien, que se enarbole con la fuerza necesaria en todos los gremios y fuerzas de este país, como parte ineludible de nuestra territorialidad, que “el sol que brilla sobre Venezuela, nace en nuestro Estado Esequibo”.
Por: C/A (r) Dr. José Chachati Ata
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