LA VIDA SON PALABRAS
Existen muchas maneras de definir la vida, una de ellas es decir que son palabras dichas en determinada circunstancia de júbilo, de amor o tristeza, de emocionadas sorpresas, palabras de agobiado pesar o nunca dichas puesto que el silencio puede ser el discurso más expresivo cuando va colmado de afecto o dura intemperancia; puede ser agresivo, insultante, feroz. La palabra humana, decía Gustavo Flaubert, «es como una caldera rajada con la que tañemos melodías buenas para hacer bailar un oso cuando quisiéramos conmover a las estrellas».
Todo gesto, cada palabra, cualquiera que sea la mirada que ofrecemos llevan consigo la sombra de lo opuesto. En la sonrisa amable y comprensiva navegan ocultas intenciones perversas; decimos Sí cuando lo que queremos expresar es No y en el proceso de esta conversión hacia el No se levantan la hipocresía, la doble cara y el desaire. Somos humanos, pero dentro de nuestro ser se mueve el animal que también somos, dotado de una envidiable capacidad para reír o llorar, articular sonidos que se convierten en idiomas, matar con o sin motivo aparente y placer y un privilegiado uso de la razón que a veces no sabemos emplear o nos atropellamos y nos enredamos en él provocando conflictos y miserias.
Tengo palabras para el Dios de Israel, pero temo que no me escuche puesto que no ha escuchado a medio mundo que le implora detener el genocidio contra Gaza; mucho menos va a dignarse a escuchar mi voz, quizás para él insuficiente y tristemente venezolana vinculada al terrorismo y al narcotráfico. Una palabra valorada, sin embargo, en cincuenta millones de dólares.
Adolfo Hitler no le hizo caso a nadie. Netanyahu, tampoco. Pero El País de Madrid en grandes titulares dice que las personas en Gaza son cadáveres andantes. Un grito de alerta de las Naciones Unidas denuncia que Israel bloquea en la frontera el equivalente de seis mil camiones de comida y suministros médicos. A su vez, China advierte a Israel que Gaza es territorio integral de Palestina y Francia se dispone a reconocer ese territorio.
Pero transcurre el tiempo, el odio se aviva y recrudece, los israelitas y palestinos no cesan de agredirse a muerte; los de Israel con mayor saña y un empeño implacables, sordo a los ruegos y oraciones del mundo para que detenga la matanza.
Si con mi mano de intelectual y mi brazo dócilmente civil golpeo a alguien, acarreo un castigo ajustado a la intensidad y riesgo del golpe, pero si se trata de la mano y fortaleza profesional de un boxeador, la decisión del juez puede rozar veinte años de cárcel porque la mano y el poder del brazo del boxeador se convierten en un arma letal. Mi mano se consideraría un arma si en lugar de un guante de boxeo mantuviese una manopla de acero capaz de quebrar los huesos de una cara al primen manotazo.

Es un hecho que Israel es fuerte, bien armado y potente, es el boxeador que asesta con manoplas una violencia sin tregua que sobrepasa la imperdonable ofensa que recibió del Hamas.
Mis numerosos amigos judíos venezolanos deploran los excesos del ejército israelí y acusan abiertamente a Benjamín Netanyahu de ser responsable de tan espantosos crímenes. Sí. ¿Pero fue solamente Hitler el creador de Auschwitz? ¿Qué hacemos con los millones de alemanes que lo siguieron ciegamente? Mis amigos judíos me perdonarán, pero el Estado de Israel se está comportando con los palestinos, culpables o inocentes, niños, mujeres y gente civil, peor que los nazis que exterminaron a millones de seres semejantes a mí y a ellos, judíos.
Sujetos de oprobio como Stalin, Saddam Hussein, Pol Pot y tantos que han enlodado al mundo se proyectan en alguien como Netanyahu: por su culpa y la de quienes lo secundan en el horror han logrado que yo mismo deje de respetar al país que posee un mantel como la bandera que según Elisa Lerner nunca tuvo el pueblo judío.

También te puede interesar:
Somos Curadas.com Tu compañía en información
Únete a Curadas en tus redes sociales y aplicaciones favoritas
Nos alegra que te guste Curadas y quieras unirte a nosotros. Tienes varias formas de ser parte de Curadas:
- Síguenos en las redes sociales
- Entra a un grupo de Telegram o WhatsApp
- Recibe nuestro boletín en tu correo electrónico
Aquí tienes los enlaces a las redes sociales de Curadas
Recibe nuestro boletín por correo
Si quieres decirnos algo:
- Comenta al final de cualquiera de nuestras publicaciones
- Menciónanos en las redes sociales
- Escríbenos a info@curadas.com