A bordo del Auriga – por Rodolfo Izaguirre

El Capitán, obligado por las leyes del mar ordenó que el Auriga con unos potentes faros encendidos girase una y otra vez iluminando las oscuras aguas en un descomunal e inútil esfuerzo por encontrar un cuerpo italiano hundido en el mar. Un barco a lo lejos hizo dramáticas señales solidarias y resultaba algo mágico e irreal aquel diálogo de blancas y potentes luces fraternizando en medio de la tragedia. 

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