La Navidad – por Rodolfo Izaguirre
Somos buena gente, pero también podemos ser mala gente. Ocasionalmente, podemos ser perversos y malvados o serlo a tiempo completo y la Navidad es un buen ejemplo del piquete al revés.
Somos buena gente, pero también podemos ser mala gente. Ocasionalmente, podemos ser perversos y malvados o serlo a tiempo completo y la Navidad es un buen ejemplo del piquete al revés.
La inclemente, desproporcionada y desvergonzada propaganda chavista sobre sus miserias económicas enfocadas en esos bonos limosnas que lanza a la sociedad trabajadora, jubilados y pensionados; son apropiadas a la realidad de limitaciones cognitivas en sus fanáticos y seguidores.
La llegada de Charles De Gaulle a París al final de la Segunda Guerra Mundial es un evento significativo en la historia de Francia, de Europa y del mundo entero.
Mientras vivíamos en casas, las familias no necesitábamos de pinos convertidos en arbolitos navideños de clara estirpe alemana o norteamericana, porque recreaba el espíritu de la Navidad con nacimientos que ocupaban amplios espacios para que naciera allí el hijo de Dios en medio de animales de granjas y tres Magos de Oriente.
Escribo este artículo minutos después de haber recibido un mensaje de una amiga nacida en Chile, que vivió muchos años en Venezuela y ahora está de vuelta en Chile. Su hija es venezolana y ha recibido, tristemente, comentarios insultantes pero sobre todo, injustos.
Crucé toda Ciudad de México sin salir de Reforma para comprar unas botas de motocross y equipar debidamente a mi hijo mayor que se abrazaba a ese deporte.
Por supuesto que la carta a la que me refiero está muy bien estructurada y para el análisis sistémico de lo que implica, tiene todo un caudal para desarrollar desde lo complejo del caso venezolano. Hoy me dedico a la variable electoral que allí se menciona.
Helen y su esposo enfrentaban una situación crítica debido al alto costo de los medicamentos que él necesitaba, un enfermo de 88 años.
La vía del Corno en uno de los barrios más pobres de Florencia, está situada cerca de la vía del Leone y del Palazzo Vechio, tiene cincuenta metros de largo, cinco de ancho y carece de aceras. Allí se concentró la vida humana cuando Vasco Pratolini (Florencia, 1913 – Roma,1991) publicó en 1947
A propósito de la lloradera de Padrino López, invocando a Dios, a la paz, pidiendo al pueblo Norteamericano que convenza a Trump y otras absurdas arengas, traigo al presente este comunicado hecho público a las 48 horas de haber concluido las elecciones presidenciales.
A propósito de la lloradera de Padrino López, invocando a Dios, a la paz, pidiendo al pueblo Norteamericano que convenza a Trump y otras absurdas arengas, traigo al presente este comunicado hecho público a las 48 horas de haber concluido las elecciones presidenciales.
Yo crecí en un mundo ingenuo, donde la mayoría de los niños podíamos ser niños sin mayores riesgos o preocupaciones. Sé que me dirán que fui una privilegiada, y sí que lo fui, pero en el presente, ser “privilegiado” es un lujo que sólo minorías se pueden dar, sin importar estrato social o económico.
Sé quien fue Holderlin y en mis pensamientos intenté infructuosamente entrar en el castillo de Kafka. En París, en una tarde lluviosa, probé una magdalena de Marcel Proust mientras leía a Joseph Conrad, pero también sé quien fue Alfredo Lepera porque es el autor de El Día que me quieras y fue él quien dijo que ese día endulzará sus cuerdas el pájaro cantor.
Durante un tiempo el poeta Eugenio Montejo vivió en los Palos Grandes. Alguna vez le dije: «En la ciudad están muy preocupados”. ¡Su rostro se alarmó! “¿Pasa algo?”, preguntó. “Me dijeron que usted había salido a buscar un adjetivo y no ha vuelto”, respondí.
«Los hombres de luces y honrados son los que debieran fijar la opinión pública»
Es difícil hablar de Venezuela sin que se me haga un nudo en la garganta. Somos un país que ha vivido demasiadas despedidas, demasiados silencios impuestos, demasiadas esperanzas puestas en una «próxima vez» que rara vez llega. Y, sin embargo, seguimos “echándole pichón”, porque el optimismo está tatuado en nuestro ADN, por más cansado y lleno de raspones que esté.
He convenido en atender la recomendación del escritor Barrera Tyszka, de modo que no improvisaré con el lenguaje. He prometido ordenar bien mi vocabulario, me he impuesto la obligación de planificar cada conversación, y cuidar celosamente lo que digo y lo que escucho, “pues ahora las palabras parecieran ser una enfermedad contagiosa, que no se puede hablar sin usar preservativos”.
Una noticia en Instagram hace unos pocos días hizo que me hirviera la sangre: una mujer joven había maltratado -según los vecinos repetidas veces- a su hijito de cuatro años – y esta última lo había quemado con una cuchara caliente. Deseé que a ella la pusieran presa y le hicieran lo mismo todos los días durante los años que dura la pena máxima.
En un libro suyo titulado “Caracas en tres tiempos”, le preguntan al autor Carlos Raúl Villanueva, si le gustaba lo colonial, y este respondía: “A mí sí me gusta, lo que pasa es que no soy un copista. Si usted me regala La Vega o me regala la Quinta Anauco, o me regala la casa del Club Caraballeda, estaría encantado. Pero yo sería incapaz de hacer un falso colonial”.
La noche del 25 de octubre de 2025, la Casa Anauco se oscureció y en un instante, Floria Márquez, la amada cantante y actriz venezolana, cerró sus ojos y cayó sobre el que sería su sueño eterno.